Se avecinan años turbulentos en la política peruana
Por César Gutiérrez
Las cosas se le complican al gobierno de Ollanta Humala justo
cuando empieza su período de salida, le quedan catorce meses de gestión antes
que se inicie la campaña presidencial del 2016. El principal problema que va a
tener está en la economía, la semana que pasó el Banco Central de Reserva (BCR)
ya pronosticó un cierre del año 2014 con un crecimiento del orden de 2.8%, muy
lejano del 5% que se refería a principios de año, del 4% que fue la primera
corrección y del 3.5% que días antes del anuncio del BCR, el propio Fondo
Monetario Internacional (FMI) había calculado. Es más, el instituto emisor ya
hizo la primera enmienda para el 2015; de 6% a 5%.
Lo que viene ocurriendo tiene efectos en dos frentes que han
sido bastante permisivos con el gobierno: los gremios empresariales y los
poderes fácticos. En ambos la desconfianza en los anuncios que se hacen desde la
cartera del jirón Junín existe, con tendencia a que se agrave; consecuencia de
ello seguirá habiendo retracción en la inversión. Pero lo más complicado vendrá
de los poderes fácticos, que tienen no solo una visión empresarial sino
política. En cada movimiento que se haga desde el Ejecutivo o Legislativo, se
escudriñará para ver si se encuentra un viraje hacia la “gran
transformación”.
La suspicacia está más que fundamentada, un régimen que se está
peleando con todo el espectro político, lo que le queda es tener a partir del
2016, el mayor número de congresistas posibles para que le cubra la retirada.
Con megaproyectos otorgados con cifras de decenas de miles de millones de
dólares, están nominados no para un premio y desfile sobre alfombra roja, sino
para que lo investiguen levantando las alfombras. En este orden de ideas la
vocación populista que siempre ha tenido el “humalismo”, se puede poner en
marcha. Proyectos de Ley como la AFP estatal e iniciativas como que el aporte a
los fondos de pensiones no sea obligatorio, por más que lo diga la Universidad
del Pacífico; tienen tufillo demagógico y rupturista del sistema.
La conclusión es que la tolerancia se ha terminado, habrá un
nuevo frente opositor; altisonante, con voceros de la tecnocracia y políticos, y
con más de una caja de resonancia vocinglera, se llamará “poderes fácticos en
acción”.