Gestión óptima de megaproyectos, única opción gubernamental
Por César Gutiérrez
A un gobierno con mayoría parlamentaria precaria, con
ineficiencia en la gestión, sin ideas económicas claras para revertir la caída
de la tasa de crecimiento, torpe en la respuesta a los conflictos que se
presentan y carente de iniciativas políticas positivas; no se le puede pedir que
sea al menos reformista; es lo que vive la administración de Ollanta Humala. Lo
mínimo que le compete es darle dinamismo constructor, sin interrupciones,
a los megaproyectos otorgados, que es lo único rescatable de lo realizado
en estos treintaiocho meses de gestión.
Los megaproyectos no son pocos: nodo energético del sur, línea
2 del metro de la ciudad de Lima, modernización de la refinería Talara,
concesión de la línea de interconexión eléctrica Moyobamba-Iquitos y concesión
del aeropuerto de Chincheros en la región Cusco. Todo este conjunto de obras
significarán una inversión del orden de 9,500 millones de dólares.
De todos los proyectos solo se culminará en la actual gestión
gubernamental, parte del nodo energético del sur, que significarán cerca de 450
millones de inversión ejecutada. El resto, si todo marcha sin problemas los
inaugurará el próximo gobierno. Estimo que la inversión que se hará efectiva
hasta el 2016, ascenderá a la suma de 5,000 millones de dólares, es decir el 43%
del total. Esto tendrá tres efectos: incremento en la inversión privada;
crecimiento en el PBI e incremento de las importaciones; con su consiguiente
impacto negativo en la balanza comercial, consecuencia de los suministros
importados.
Los cuellos de botella que enfrentará el gobierno que pueden
trabar el avance de obras estará en: obtención de autorizaciones ambientales,
oposición en las consultas previas, inseguridad de los constructores por la
acción de los llamados sindicatos de construcción civil y acusaciones en el
terreno político por el otorgamiento de los contratos. Corresponderá al
Ejecutivo superar las trabas, dando facilidades a los contratistas en la
obtención de permisos, otorgando seguridad ante el crimen organizado que ronda
las grandes obras y respuesta política apropiada ante los señalamientos. Si es
capaz de tener control en estas variables, a pesar de no inaugurar las obras,
tendrá réditos políticos.