La suerte está echada, creo que ahora sí. Había una
tenue luz de esperanza respecto a que el Gobierno en general, y el gabinete Jara
en particular, podían al menos tentar un arranque de consenso político para las
cosas realmente importantes, como un Plan Nacional en materia de seguridad
ciudadana que trascienda el fin de este régimen, un alineamiento de las fuerzas
políticas en materia de reactivación económica (por ejemplo, medidas de urgencia
para reducir sobrecostos laborales o bajar la carga tributaria para incentivar
mayor formalidad, o en reducción de permisos y trámites), y el gran paquete de
reformas políticas (o shock pro institucionalidad como se le está llamando) que
va desde el sistema electoral, financiamiento de partidos políticos y el cambio
del modelo descentralizador, entre otros.
Pero era solo eso. Una leve esperanza. Con el reingreso de los casos de
corrupción de este Gobierno al escenario principal, como el de Óscar López
Meneses y la reiteración de la denuncia de los representantes de un sector de
mineros ilegales sobre el apoyo que dieron en dinero y hasta en oro al actual
pareja presidencial, mejor ahora si empiezo a darles la razón a quienes piensan
que lo mejor que nos puede pasar es esperar a que el humalismo concluya su
mandato y en los mejores términos posibles; pero más nada.
Y lo digo porque el poco capital político del régimen,
como hemos visto la semana pasada, será invertido casi en su totalidad en
mantener a flote este barco para que no se hunda. La defensa "panza arriba" y
como sea será la única consigna. Lo declarado por Ana Jara en el caso de la
irregular protección a la casa del exoperador montesinista, y lo manifestado por
el ministro Cateriano revelan que la ruta de la confrontación es lo que seguirá
primando, mientras que el ministro Urresti continuará en una constante puesta en
escena de voluntarismo y declaraciones destempladas, mientras seguimos sin
saber, por ejemplo, qué será de la vida de los prófugos Orellana, Jiménez y
Belaunde Lossio, este último entrañable amigo de los hoy inquilinos de
Palacio.
Lástima por nosotros. Como se advirtió, este no solo será el Gobierno del
"frenazo" económico sino el del "quinquenio perdido", todo un lujo para un país
de ingreso medio y con una agenda de reformas tan necesaria como
urgente.