Para el candidato chico o mediano, la mejor noticia es que en
la cabeza de los votantes prenda la idea del ¿por qué no? Esa es toda la apuesta
que hoy están haciendo Villarán, Heresi, Cornejo y Altuve.
Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantes
A Luis Castañeda Lossio le han clavado un
cartel que lo va a acompañar más allá del 5 de octubre. Así como Lourdes Flores
se convirtió en la “candidata de los ricos”, en un clásico de las campañas
electorales, el que “roba, pero hace obra” se ha encarnado con nombre y apellido
en el favorito ex alcalde de Lima. Esos son los hechos para el análisis
político.
De tal modo que, si las obras están, el ‘ladrón’ también. En la balanza de la
percepción popular la ratería parece pesar menos que el cemento, pero lo cierto
es que votar por un ‘ladrón’ siempre generará un problema de conciencia que en
una campaña electoral lo es todo: la duda.
Dependiendo del objetivo de la estrategia, abrir una interrogante en la
voluntad del elector puede ser bueno o malo. Para el candidato chico o mediano,
la mejor noticia es que en la cabeza de los votantes prenda la idea del ¿por qué
no? Esa es toda la apuesta que hoy están haciendo Susana Villarán, Salvador
Heresi, Enrique Cornejo y Fernán Altuve, unos con más posibilidades que otros de
beneficiarse de esa duda positiva.
Castañeda es el caso contrario. La duda lo perjudica porque va primero, pero,
sobre todo, porque ¿quién quiere tener a un ‘ladrón’ por vecino? Si los
estrategas de Castañeda no han visto el peligro del sambenito que tiene colgado
el ex alcalde en la espalda, a una semana de las elecciones, es que están en
nada. Y así parece ser, por la falta de reflejos del candidato. “Es parte de la
guerra sucia que hay en todas las campañas electorales”, ha dicho Castañeda a
modo de explicación más que de indignación, que es lo que corresponde cuando a
un inocente le dicen: “¡Ladrón!”.
Es un grave error del equipo de Castañeda el hecho de haber concedido tan
fácil la deshonestidad del candidato. Porque, si para la percepción popular
Castañeda es el que “roba, pero hace obra” y toda la estrategia de Castañeda
está centrada en las “obras”, su campaña no hace más que admitir que “roba”. Que
vaya de lejos primero en las encuestas parece haber contribuido a una mala
lectura política de sus asesores, porque es precisamente por eso que nunca
debieron permitir que una duda negativa se inocule en el electorado. La
virtud de la estrategia de convertir a Castañeda en ‘ladrón’ ha sido hacer de un
caso complejo y que nadie entiende como Comunicore el más simple del mundo:
“roba, pero hace obra”. Y de ahí a que el “pero” justificatorio se convierta en
un “pero” dubitativo está toda la maña de la campaña en su contra. Castañeda
creyó que con hacer de Comunicore un refrito y tener a la mano la absolución
judicial era suficiente. Se equivocó. Lección para otros.
Quien probablemente capitalizará mejor la duda moral que se ha abierto en la
candidatura de Castañeda es Susana Villarán. Ella también tiene un cartel bien
grande que viene cargando desde hace cuatro años: incapaz. Pero su
administración y su campaña han incidido siempre y hasta ahora con éxito en la
honradez. Por eso es que mientras nadie le cree cuando dice que “hace obra”,
otro es el cantar cuando afirma que “no roba”. Y ahí hay votos.
Como nadie puede competir con Castañeda en gestión, cualquier duda que afecte
sus votos beneficiará al que mejor esté posicionado en el espacio de la
honestidad. Para quienes en esta campaña no han trabajado en ello es poco
probable que el porcentaje del electorado que abandone a Castañeda termine por
acompañarlos.
En síntesis, no hay duda de que ganará Castañeda, pero la duda que sobre su
moral le han puesto en la frente hará que el segundo no quede tan mal.