Las razones de Castilla - Por JUAN CARLOS VALDIVIA - CORREO SEMANAL
Consecuencias de la nueva estructura de poder
Las
razones de Castilla
La decisión del ministro de
Economía de apartarse del cargo que ejerció desde el 28 de julio del 2011 marca
un hito en este gobierno. Castilla no solo fue el principal promotor -y en su
momento defensor- del modelo económico. Fue un factor importante en consolidar
el giro que dio el Presidente Humala una vez electo, dejando atrás el discurso
cercano al chavismo que lo había caracterizado desde la campaña.
Castilla fue el primer
técnico que se unió al equipo del Presidente y su esposa luego de las
elecciones, y con él se fueron incorporando otros profesionales liberales, que
formaron el primer gabinete con algunos de quienes acompañaron a Humala en la
campaña. A Castilla se debe, por ejemplo, que se convocara y ratificara a Julio
Velarde a la presidencia del Banco Central de Reserva, lo cual fue una señal al
mercado de las nuevas ideas que buscaba el presidente electo.
Empujo también la necesidad
de buscar homogenizar el pensamiento al interior del gabinete. Era imposible
seguir avanzando, una mala señal al mercado, si había quienes entre los
ministros pregonaban aun las tesis intervencionistas de la gran transformación.
Y posteriormente se opuso a los intentos de llevar adelante algunas aventuras,
como el retornar al Estado a la actividad empresarial (Repsol).
Luego de tres años
intensos, Castilla decide dar un paso al costado. Era una movida que el mercado
rumoreaba y sobre la cual ya existían recientes trascendidos. Mostrando su
importancia en el gabinete, y el agradecimiento del Presidente y su esposa,
decidieron que su renuncia fuera un incidente apartado de la suerte que puedan
correr otros ministros del gabinete.
¿Era el momento
oportuno?
Quizás a Castilla le
hubiera gustado esperar a que la reactivación económica tome cuerpo, pero lo
cierto es que la nueva estructura del poder en el Parlamento, donde el Gobierno
ha perdido la mayoría, representaba un alto riesgo para quien representaba a
ojos de la oposición, el líder de un equipo de gobierno que había separado a los
izquierdistas y se enfrentaba a algunos intereses mercantilistas con presencia
en el Parlamento.
La posibilidad de seguir
empujando reformas dependía ahora de otros factores en el Parlamento, que no
están necesariamente bajo control del Gobierno. El poder llevar adelante esas
reformas era el incentivo principal para su trabajo. Además de que cinco años de
trabajo en el Estado de los cuales más de cuatro fueron con los salarios
establecidos por Alan García hacían mella en los ahorros de cualquiera.
Y como reconoció hace pocos
días, hubo errores en el momento de tomar algunas decisiones para atenuar la
desaceleración de la economía. Era entonces el momento de producir cambios.
A Castilla hay que
agradecerle el paciente papel de convencimiento de cuál era el camino correcto,
en momentos en que el presidente Humala tenía la intuición pero no la convicción
de hacia donde debía encaminar su gobierno. De no haberse podido explicar
convincentemente, quizás el Presidente hubiera desechado sus intuiciones y
seguido su propuesta original de gobierno.
En teoría, su sucesor
Alonso Segura podrá empujar y recoger los frutos del paquete reactivador. Pero
no sabemos si podrá cumplir el papel de aduanas de las iniciativas
gubernamentales que cumplía con eficiencia Castilla, gracias a la confianza que
depositaban en él el Presidente Humala y su esposa. Pero no hay duda que
mantendrá la ortodoxia en el manejo de los recursos públicos, teniendo además la
ventaja de conocer dónde están los problemas que traban a la inversión privada
en recuperar dinamismo. Lo importante será mantener la coherencia ideológica
entre los miembros del gabinete, en caso de necesitar (como se avizora) realizar
algunos cambios.
Solo hay que esperar que
nuestra economía sea predictible y no retornemos a épocas ya superadas. Que así
sea.