Innecesaria meditación presidencial sobre ley de AFP
Por César Gutiérrez
Tratando de mostrarse como un sereno político que no se deja
intimidar por las decisiones del Congreso, Ollanta Humala ha declarado el fin de
semana que analizará y meditará su decisión de promulgar la ley aprobada en el
último pleno, con la cual se deroga una decisión anterior con la cual se le
otorgó a la AFP Habitat el derecho de hacer un descuento compulsivo, sobre los
ingresos de los trabajadores independientes.
Para el ciudadano pedestre la manifestación del comandante les
suena a felonía, pues era muy reciente el tuit de Nadine Heredia prometiendo el
voto de los nacionalistas para aplazar la aplicación del cuestionado descuento
a los independientes. Más allá del justificado malestar de los afectados
con el recorte de sus ingresos, habían sido las AFP que ya operan en el mercado
las que habían iniciado el bullying mediático contra su competidora, la que
llegó hasta el abstencionismo en el voto parlamentario que mantuvo en jaque al
gabinete Jara, que motivo la tuitera promesa palaciega.
Obviamente que la justificación que usará el oficialismo es que
ellos apoyaban una postergación y no una derogatoria. Pero cuando la posición
mayoritaria de los legisladores es por la derogatoria y que una negativa de
promulgación por parte de la Presidencia de la República devendrá
inexorablemente en una aprobación en una segunda votación congresal, donde desde
la Casa de Pizarro nada se podrá lograr, no tiene ningún sentido tanta
dilación.
Entonces la interrogante es: ¿por qué se alarga la decisión
generando más turbulencia política en un momento en que la tarea pendiente
es trabajar intensamente para retornar a las sendas de crecimiento a la tasa del
6% anual? Hay dos posibilidades: que el comandante quiera hacerse el duro ante
los discrepantes o que desea aparecer ante Habitat y el mundo como un respetuoso
de las leyes y que son los congresistas lo que actúan con ligereza.
Ambas posiciones son absurdas, la primera porque si de entrar
al choque se trata el producto final debe ser imponerse, cosa que no ocurrirá, y
la segunda porque para los agentes económicos el respeto de las reglas es del
gobierno de turno, lo que implica el control de votos en el Congreso. Un
desatino más del errático gobierno “humalista”.