La nueva estructura del Poder - Por JUAN CARLOS VALDIVIA - CORREO SEMANAL
En democracia
se dialoga
La nueva estructura del
Poder
No
dejó de sorprender la insistencia con que algunos desde la prensa insistían en
la versión de que Ana Jara era una “operadora política” del gobierno. Confundían
el hecho que la señora Jara ha desarrollado una buena relación con la prensa, a
quien atendía desde el Ministerio de la Mujer para ayudar a resolver casos
sociales, o invitaba a conversar para contar trascendidos de lo que sucedía en
Palacio de Gobierno o en la bancada oficialista. Operaba para ella, pero no para
el poder.
Y
eso quedó demostrado en el proceso del voto de confianza solicitado para su
gabinete. Una mayoría, incluso entre los parlamentarios, resaltaban las dotes
personales de la congresista Jara, pero pedían decisiones políticas que ella no
podía asegurar, porque no dependían de ella. Ella no tiene poder real, ni lo
representa. Las decisiones fundamentales se toman en otro nivel. ¿Cómo se podía
decir que operaba políticamente por el Gobierno, cuando no tenía capacidad de
decisión?
Los
operadores políticos son aquellos personajes que facilitan acuerdos, son voceros
autorizados del poder, interpretan su pensamiento y actúan en su nombre. Pueden
ser funcionarios o asesores, o carecer de puesto en la administración pública,
aunque son claramente identificados como quien actúa en representación del
poder. Actúan normalmente alejados de la luz pública. En el caso del gobierno
humalista, esa no lo ha sido, ni lo es Ana Jara. Desde una mirada generosa,
podríamos decir que la principal operadora política del gobierno ha sido desde
el inicio la primera dama, doña Nadine Heredia.
Sin
embargo, la señora Heredia no aceptó un papel fuera de la luz pública. Buscó y
logró que se conociera el rol que jugaba en el Gobierno. Y en la medida que
buscó notoriedad, afectó su capacidad de operar en favor del Gobierno. Hoy sigue
trabajando en nombre del Gobierno, aunque su capacidad de negociar con actores
políticos –como lo hacía al inicio- ha quedado mellada.
Por
ello la señora Heredia decide convertirse en presidenta del Partido
Nacionalista. Era un cargo que le daría legitimidad –según su interpretación-
para actuar a nombre del gobierno. Ella era la presidenta del partido de
Gobierno y en esa medida podía intervenir con legítimo derecho. Sin embargo, el
mostrar que ella era la autoridad en el partido, le ha costado perder el poder
que le otorgaba ser mayoría en el Parlamento, al imponer su decisión de colocar
a Ana María Solórzano en la presidencia del Congreso, contra lo que era voluntad
de la mayoría de su bancada, ocasionando el retiro de seis congresistas, que han
hecho perder la endeble mayoría lograda en base a algunas alianzas
tácticas.
El
poder ha mutado, o en todo caso se ha repartido de diferente manera a como lo
estaba al iniciar el Gobierno el presidente Humala. La señora Nadine Heredia ha
fortalecido su poder en el Ejecutivo, aunque ello les ha costado perder el poder
que tenían en el Legislativo. Ya no podrán decidir sobre las acciones del
Parlamento, y necesitaran negociar para cada acción. Por eso anuncian su
disposición a suspender el pago de AFP a los independientes. Es una disposición
que les hubiera gustado sostener, pero que la realidad les obliga a
ceder.
Mal
acostumbrados a tomar decisiones de manera vertical, en lo que Ollanta Humala ha
reconocido con “centralismo democrático”, deberán aceptar que en adelante
deberán negociar con los diferentes grupos parlamentarios, para lograr mayorías
de acuerdo a cada caso. Se acabaron las épocas en que las decisiones de Palacio
se cumplían disciplinadamente por la mayoría y se tramitaban rápidamente en las
comisiones y el Pleno del Parlamento.
¿Aprenderán
en el Gobierno que en una democracia se logra mayorías estableciendo alianzas
transparentes, concediendo cuotas de poder? Me parece que será un difícil
aprendizaje, pero es algo de lo que no se podrán escapar.