Nacional leninismo - Por JUAN CARLOS VALDIVIA - CORREO SEMANAL
Sobre algunas ideas de Ollanta Humala
Nacional
leninismo
El presidente Humala no
deja de sorprendernos. El batiburrillo ideológico que tiene en la cabeza hace
que para justificar a su gobierno use argumentos nacionalistas, liberales y
leninistas sin ningún reparo ni vergüenza. Eso no es pragmatismo, sino algún
tipo de “confusionismo”: es decir de la confusión que tiene entre tanto concepto
recibido desde su infancia gracias a su padre, en el ejército, y luego en ese
aprendizaje en la cancha que le ha significado gobernar.
El lunes pasado ha definido
que su sistema de gobierno es conocido como “centralismo democrático”. Era una
idea que no escuchaba desde la década de los ochenta. Es un concepto acuñado por
los comunistas y que Lenin impuso –hace más de un siglo- como definición de la
manera de gobernar que debían tener los partidos comunistas. Decía Lenin que:
“Todas las resoluciones de los órganos superiores son incondicionalmente
obligatorias para los inferiores. Toda resolución debe primeramente ser cumplida
y sólo después es lícita una reclamación ante el correspondiente órgano del
partido”.
Rodrigo Borja, en su
Enciclopedia sobre la Política dice: “El ‘centralismo democrático’ es, al final
de cuentas, este sistema autoritario de gobierno del Estado y del Partido que se
impuso en los países marxistas en nombre de una clase social y bajo el
lema de la llamada dictadura del proletariado”
Es decir, el Presidente
Humala ha hecho un reconocimiento explícito de la manera que maneja los asuntos
en su partido y de paso los de su gobierno. De manera vertical, a la usanza de
los partidos comunistas, donde se prioriza la disciplina frente a las
autoridades, que la democracia del debate y el intercambio de opiniones. Es una
tesis que encaja con su formación militar, donde se exige el cumplimiento de
órdenes “sin dudas, ni murmuraciones”.
Es además, un concepto que
permite identificar partido con gobierno, cosa que gustan de hacer los Humala, y
por ello el nombramiento de la señora Heredia como presidenta, y la reiterada
aceptación que desde ese cargo coordina con ministros y congresistas. Todo en
nombre de la preminencia del partido.
Por eso, cuando para salvar
el prestigio y el futuro político de su esposa, la presidenta del partido
nacionalista por voluntad de Ollanta Humala (tal como se lo recordó a la prensa
alemana sin ningún rubor), se decide por la candidatura de la congresista Ana
María Solórzano, Ollanta Humala exige disciplina frente a la decisión de la
dirección del partido, en nombre del respeto a la institucionalidad partidaria,
recordándole a los congresistas “rebeldes”, que existe un acuerdo que de no
existir consenso la dirección del partido decide.
Es algo que ratifica lo que
Daniel Abugattas ya había adelantado respecto a la elección de candidatos por el
partido nacionalista, cuando afirmó que siempre la decisión había sido tomada
por la presidencia del partido, en ese entonces a cargo de Ollanta Humala.
Estamos entonces frente a
la aceptación de un partido que no se maneja de manera democrática, que se
somete a las decisiones de la dirección del partido y que la dirección del
partido responde a la Presidencia del partido, es decir Nadine Heredia.
Quizás lo que la familia
Humala Heredia no ha comprendido, es que los congresistas nacionalistas tienen
un porcentaje del poder y que no pueden ser ninguneados sin que existe
consecuencia por ello. Los congresistas que reclaman por participar del poder lo
hacen en virtud de haber sido elegidos por votación popular. En democracia no se
puede imponer la voluntad del líder, sino hay una permanente negociación,
intercambio de ideas donde todos vean reflejados sus intereses. Los
parlamentarios de provincias no se identifican con el estilo sectario y
autoritario de gobernar que se tiene desde “la dirección nacional” del partido
nacionalista. Y reclaman por ello.