Los Pilatos (En memoria a Sili Díaz) - Javier Barreda - EXITOSA DIARIO
Sili Díaz Pinedo se llamaba la joven que laboraba en el
Ministerio de Trabajo y que fue asesinada por la imprudencia homicida de otro
chofer del transporte público. La vulnerabilidad de Sili además era mayor: ella
era una persona con discapacidad. La lógica perversa del transporte en el Perú
no distingue clases, pero arrasa con los más débiles.
La cultura combi de los 90 se prolonga a nuestros días. Así
conviven un esperado Tren Eléctrico y un eficiente –aunque insuficiente-
Metropolitano, los exclusivos taxis remisse, los satelitales y los miles de
carros (siniestrados o no) que cada día importamos a Lima. Un coctel explosivo
de modernidad, informalidad y agresividad, que tiene como consecuencia fatal
casi 4000 víctimas en el 2013 y 350 en lo que va del año. Mientras, el Ministro
de Transporte no se apura ni se despeina, su rol es normativo y “pronto
incrementará las sanciones”, dice.
La Municipalidad de Lima acusa a la del Callao y el Callao es
inexpugnable a todo; la gente está harta de la impunidad de Orión y Orión, con
todo cinismo y mil multas, reclama derecho al trabajo; y a la Policía no se le
respeta, lástima. Todos se lavan las manos. Nos indignamos un día por Sili, nos
indignaremos por las que vengan, pero después (zapping) la vida sigue igual.
¿Quién resuelve el tema?, ¿quién marcha por estas vidas que merecieron vivir
más?
¿Qué soñaba ser Sili?, ¿en qué se esperanzaba mientras tanta
gente subía y bajaba del bus que la conducía paradójicamente al buen programa
Perú Responsable del Ministerio de Trabajo?, ¿cuántas veces el mismo chofer
Gerardo Aquino la habrá llevado y esperado que baje ya, impaciente, por cumplir
la cuota mínima de sobrevivencia y ganancia? Luego olvidamos a los que se
fueron. La divina resignación se explica, pero también tiene su lado perverso:
se acabó y punto. Es una ley divina y material.
En el facebook de Sili Díaz, al que me atreví ingresar, hay
pocas fotos. Su familia es de Yurimaguas. Estudió computación e informática en
EIGER. Sonreía con esperanzas. Ahí se lee un epígrafe que dice: “ahora dime...
después de llorar, sufrir y quejarte, qué más sabes hacer”. Mucho más pudimos
hacer por Sili y por tantos jóvenes que, como ella, viajan peligrosamente a
algún lugar con esperanzas de construir y vivir esperando progresar.