Dos personas denuncian haber sido víctimas de “deudas
fantasma” en las tiendas por departamento Ripley. A uno de ellos le cobraron
miles de soles por dos televisores que nunca compró a crédito, arruinando su
historial crediticio. A otro, le inventaron un retiro que tampoco solicitó.
Ripley también es denunciado por explotación laboral y un aparente y grave
acoso corporativo. ¿Dónde está INDECOPI? ¿Dónde está el Ministerio de
Trabajo?
Cuando Miguel Pazos se enteró de una oferta bajo el título de
“Ahora o nunca”, que ofrecía una tienda Ripley, no mantenía deuda alguna
con dicha empresa. Pensó que era la oportunidad ansiada para obtener el
televisor led que tenía en mente hacía un buen tiempo. No lo dudó y fue en
busca de él, sin presagiar que aquello sería el prólogo de la amarga
odisea que hoy vive.
La historia comenzó el 13 de enero de 2013 en el Ripley
del conocido centro comercial Megaplaza, de Los Olivos. Miguel, de 50 años y
padre de tres hijos, ya ubicado en la cola para cancelar los S/. 999 que
costaba el producto, recibió una propuesta de la vendedora. Esta lo alentaba a
prestar su tarjeta Ripley a dos clientes que no contaban con una para
poder adquirir el mismo producto, que era “exclusivo para clientes”.
Miguel lo pensó un segundo; pero finalmente, como buen
samaritano, accedió a la sugerencia de la señorita, quien le aseguró que
ambas personas cancelarían al contado. Y así fue. Ellos, ante la atenta
mirada de Pazos, pagaron la totalidad de los televisores y él fraccionó el
suyo a una cuota, para cancelarlo totalmente unos días después.
Justamente unos días después se dio con la sorpresa de que
había una extraña deuda de S/. 2,370. Primero pensó que se trataba de un error
del sistema y solicitó su estado de cuenta. Su sorpresa fue mayúscula al
enterarse de que ese monto correspondía a dos televisores de S/. 999, a
intereses generados más penalidades y seguros por S/. 372.
“Cuando fui a Ripley de Megaplaza a reclamar, me
‘pasearon’ con tres o cuatro funcionarios. Uno de ellos me dijo que no era
problema suyo y que mejor fuera al banco Ripley, en San Isidro. Allí me
escucharon de mala gana y me citaron para 15 días después. Cuando regresé
pensando que ya había una solución, me postergaron por 15 días más. En vez
de pasar tiempo con mi familia, tenía que ir a reclamar por una deuda que no
era mía”, cuenta Miguel, haciendo una pausa para luego continuar:
“Demoraron 72 horas más, luego 5 días y después todos los plazos
imaginables. Nunca me dieron una respuesta concreta. ‘Estamos analizando
su caso, Sr. Pazos’, era la constante”. Mientras tanto, la deuda seguía
creciendo y Miguel se convertía en un deudor peligroso para otras instituciones
financieras, que ya lo tenían en la mira.
DESESPERACIÓN POR “DEUDA FANTASMA”
Los estados de cuenta seguían llegando cada vez más
gordos. Miguel, asustado de que los intereses siguieran creciendo, se vio
obligado a dejar de usar su tarjeta. Cada día que pasaba le debía más
plata a Ripley. Pasaron varios meses y para poder reclamar hasta faltaba al
trabajo o pedía permisos extras que eran descontados de su sueldo.
Pero Ripley seguía ignorando su justo reclamo.
Uno de los momentos de mayor indignación llegó en agosto. El
Banco Falabella le informaba que había entrado a la central de riesgo
de INFOCORP y que por motivos de seguridad procederían a anular su línea
de crédito. Después vinieron las demás entidades financieras con las que
mantenía crédito, pese a que siempre fue un buen pagador. Todos le
cerraron las puertas, como a un deudor en potencia. Hemos podido comprobar
que el nivel de riesgo de Miguel Pazos en INFOCORP es de 150 sobre 999. Es
decir, que está más cerca a “cero”, la peor calificación crediticia.
“Si alguien ve mi historial de pago, podrá darse cuenta de
que yo he sido un buen pagador. Nunca he esperado que venzan mis cuotas.
Toda la vida he cancelado con anticipación. Si algo podría caracterizarme, es
mi puntualidad a la hora de pagar”, asegura Miguel Pazos, quien hoy se ha
convertido en un cadáver para el sistema financiero, gracias a la aparente
arbitrariedad de una empresa chilena que ignora los derechos del
consumidor peruano.
Cuatro meses después de la transacción, Ripley reconoció
su error mediante una carta en la que le expresaban sus disculpas y
prometían resolver el problema con INFOCORP. Decían que todo se había tratado
de un simple error. Pero, lamentablemente, esto solo ocurrió en el papel.
El 7 de febrero de 2014 Ripley envió un mensaje de texto al celular de
Miguel diciendo lo siguiente: “Hasta el día 20/02/2014, Ripley le ofrece un
descuento del 35 % para realizar la cancelación de su deuda. Más información al
611-7729”. Este hecho causó que Miguel llorara de indignación. ¿Hasta cuándo
iba a continuar la pesadilla?
Velaverde se comunicó con un representante de la empresa
Ripley, pero hasta el cierre de esta edición no obtuvimos respuesta. En cuanto
a Miguel, el último plazo que le dieron para terminar de solucionar su
problema venció el pasado viernes 14 de marzo. Y esto, para variar, no ha
sucedido. Miguel Pazos es y seguirá siendo, gracias a Ripley, una persona
irresponsable que no paga sus deudas y en la que no se puede confiar. Y ese
pasado nadie lo podrá borrar.
RETIRO FANTASMA
Honorio Avelino: “Compré una laptop a S/. 1,999 y di una
cuota inicial de S/. 1,000. El resto lo fraccioné a diez cuotas. Hasta el
quinto mes todo trascurría con normalidad. De pronto, un incremento de S/.
600 me alertó. En las oficinas del Banco Ripley me informaron que se
trataba de un retiro que yo había efectuado. Nada de eso fue cierto. Hoy lucho
para que rectifiquen su error. Ojalá la tienda responda pronto y no me genere
mayores problemas”.
EXPLOTACIÓN Y VENGANZA EN RIPLEY
Giancarlos Cornejo es miembro del Sindicato Único de
Trabajadores del Grupo Ripley (SUTRAGRISA). Laboró en esta empresa desde
el 2007 y fue expulsado el 30 de abril de 2013. La razón que le dieron fue
simple: usar un cintillo que lo identificaba como miembro del sindicato y dar
likes en Facebook a publicaciones de terceros que mostraban su descontento con
la tienda. Como si lo estuvieran espiando. Cornejo apeló al Poder Judicial (PJ)
y luego de once meses obtuvo por fin un fallo favorable. Mediante una medida
cautelar, el PJ instaba a Ripley a reponer en el cargo al agraviado, fijando un
plazo de tres días para su cumplimiento. El lapso fue del 9 al 11 de
marzo. Acompañamos a Giancarlos y sucedió lo que imaginábamos: Ripley hizo
caso omiso a las leyes peruanas y se negó a cumplir el mandato judicial.
El hecho quedó sentado en la comisaría de San Isidro.
El mismo atropello sucedió con Mirtha Llanos, miembro
fundador del sindicato. Ella, en el 2007, decidió constituir SUTRAGRISA,
pues los abusos hacia los trabajadores se hacían cada vez más indignantes.
“Cuando Ripley se enteró, comenzaron las intimidaciones. A algunos
compañeros míos los obligaron a firmar ‒con notario incluido‒ que ellos
nunca estuvieron en la conformación de la asamblea de formación del
sindicato. Los persuadieron porque no tenían otra oportunidad de trabajo a
la vista. Los que nos mantuvimos fuertes fuimos acusados de
quebrantamiento de la buena fe laboral, hecho que un juez desestimó y
tres años después instó a Ripley a reponerme en mis labores”, nos confesó
Mirtha. Aquella vez Ripley tuvo que acatar, pero el trato posterior fue
hostil.
“Hoy el sueldo básico es S/. 500. Hemos luchado mucho para
lograr esto (que aún es una miseria)”, comenta Giancarlos. Cabe resaltar
que el sueldo básico ha sido durante largos años de S/. 100, un monto que
no alcanzaba ni siquiera para cubrir un recibo de servicios.
“La ganancia de nosotros está en las comisiones. Pero estas
son igual de irrisorias. A un cajero, de cada S/. 100 que vende, le
corresponden S/. 0.30, si es que el cliente paga con tarjeta de débito de otro
banco, y S/. 0.50 si el pago es con dinero en efectivo. Ellos a diario nos ven
obligados a inducir a la gente a comprar con tarjeta de crédito, pues ahí
la comisión es mayor. Si logran convencerlos de financiar sus compras a más de
24 cuotas, nuestra comisión pasa a ser S/. 1.25 por cada S/. 100”, nos confiesa
Giancarlos con la tristeza marcada en su rostro.
Este excajero ha decidido romper su silencio y confesarnos
que ha perdido la fe en la justicia y en los derechos del trabajador.
¿Dónde está el Ministerio de Trabajo? “Yo sé que Ripley es inmune frente a
la justicia peruana. Hemos acudido al Ministerio de Trabajo infinidades de
veces. Pero usualmente salen airosos. Claro, si la exministra de Trabajo, Nancy
Laos, era abogada de Ripley, qué se podía esperar. Sabemos que ella, cuando
asumió el cargo, renunció a sus labores con la empresa chilena, pero su
estudio de abogados siguió con la asesoría”, dice Giancarlos mientras bebe un
sorbo de agua para poder tragarse su indignación. “Ellos solo se dedican a
multarlos, pero luego esas deudas son judicializadas y se pierden en el
Olimpo de la burocracia”, puntualiza.
EN DEFENSA DEL CONSUMIDOR
Para la abogada María Cristina Chiabra, experta en
derechos del consumidor, lo más recomendable en este tipo de casos es
consignar la queja en el libro de reclamaciones (que, dicho sea de paso, no
puede ser negado, ya que se incurriría en un delito). Si no existe una
respuesta al transcurrir treinta días, habrá que acudir a INDECOPI y pagar S/.
36 para iniciar un proceso administrativo sancionador por métodos de
cobranza abusiva. Estas multas pueden oscilar entre las 0.5 UIT (S/. 1,900) y
las 450 UIT (S/. 1’710,000), según sea el caso de reincidencia.