-El hijo de Luis Gonzales Posada es acusado de agredir, arma en mano, a los
comuneros de Pampapacta. Hay 1.100 hectáreas de cotizados terrenos en
disputa.
Frente a las atractivas olas del mar de Punta Hermosa, se bate parapetada una
batalla campal por 1.100 hectáreas de terreno. La pugna tiene, por un
lado, a unas mil familias que resisten a salto de mata y que sostienen estar ahí
más de 15 años y, por otro, a un grupo de empresarios dispuestos a todo con tal
de recuperar lo que, aseguran, les pertenece. El 3 de mayo pasado, a punta de
camiones remolcadores, vehículos portatropas de la policía y personas
contratadas para tal efecto se llevaron de encuentro casas de adobes y numerosas
plantaciones frutales, afirman los pobladores. El saldo: 20 heridos .Los
empresarios tienen cercado aproximadamente el 70% del terreno que han comprado y
que está en disputa. En el 30% restante aguardan atrincherados los despojados,
aquellos que reclaman que les han arrebatado lo que les pertenece.
La figura que sobresale en esta historia es la de Luis Gonzales Posada de
Cossio, hijo del excongresista y exministro aprista Luis Gonzales Posada
Eyzaguirre. El 4 de mayo último según los vecinos de Pampapacta, se le vio en la
zona, pistola en mano, participando en la inspección del operativo de desalojo
que no contaba con orden judicial Juvencio Escandón Borja, presidente de la
Asociación de Agricultura y Ganaderos de Pampapacta, que es la principal
afectada, lo ha denunciado ante la Primera Fiscalía Provincial de Lurín, junto
al coronel Amador Bacalla Guadalupe y al general en retiro Mario Remisio
Maguiño, como autores del delito contra el patrimonio (usurpación agravada y
daños materiales). Escandón hizo llegar a este semanario un video donde se
registran imágenes del “desalojo” del 3 de mayo y la inspección policial del día
siguiente. En ellas se ve a Gonzales Posada de Cossío con un arma, dando
instrucciones y disparando. El ángulo de la cámara que grabó no permite
determinar hacia dónde.
Gonzales Posada de Cossío dio su versión de los hechos a este semanario: “He
ido al terreno en 5 o 6 oportunidades para tomar fotos, yo soy vendedor de
inmuebles, y si se me vio con pistola, es porque tengo un arma desde hace 8 años
y tengo permiso para portarla. Ese día yo y uno de los propietarios hicimos
prácticas de tiro, no existe una bala ni un casquillo que le haya caído a
nadie”, señala. Aunque al comienzo dijo que había estado muchos meses antes de
mayo en la zona, finalmente reconoció que sí estuvo el 4 de mayo durante la
inspección policial de los desmanes y que se reunió con algunos representantes
de la otra parte.
Más allá de la figura del hijo del exministro aprista, lo cierto es que
después de la primera semana de mayo pasado, los vecinos de la Asociación de
Agricultores y Ganaderos de Pampapacta ya no viven ni duermen como antes. Como
en una guerra, han tenido que organizarse, formar trincheras y turnarse en la
vigilancia, día y noche, para defender lo que les queda de lo que llaman sus
fueros. Muchos de ellos lo hacen para no ir a parar con sus historias a la
calle.
“Yo vivo acá hace 17 años, primero con mis padres, ahora vivo con mis dos
hijos, estamos asustados, atrincherados. El día que llegaron a sacarnos,
empezaron a disparar, las balas corrían, tenía miedo por mis bebes…”, dice
Sandra Gutiérrez, mientras sus hijos, de 3 y 12 años, ajenos a sus angustias,
corretean por la pampa. “Han contratado matones, han venido con pistolas,
nosotros sólo nos defendemos con palos. La policía está con ellos, el alcalde no
nos ayuda. Estamos solos”, dice Ruth de la Cruz, quien carga en sus brazos a su
hija de 1 año y medio.
El día que visitamos la zona, a la altura del kilómetro 40.5 de la
Panamericana Sur, el ambiente rezumaba rabia y angustia. Por un lado, decenas de
pobladores, la mayoría mujeres, llevaban pancartas en una mano y, en la otra,
palos. Y gritaban enojados: “Queremos tranquilidad”, “fuera los apristas”,
“fuera los chilenos con sus matones”. También encontramos un camión portatropas
de la policía al interior del terreno cercado y, un poco más lejos, hombres con
cara de pocos amigos acompañados de perros que custodiaban recelosos la entrada.
Cuando nos acercamos para preguntar quiénes los habían contratado, con
agresividad respondieron: “No nos tomen fotos o les damos vuelta”.
El presidente de la asociación, Juvencio Escandón, resume a su manera la
historia de esta disputa: “Ellos, los otros, tienen título en papel, nunca han
sido posesionarios, han comprado la propiedad pero no la posesión. Nosotros
también la compramos en 1995, de buena fe”. La suya era 1 hectárea donde tenía
sembríos de guayaba, lúcuma, higo y manzanas. Hoy, de eso, asegura, sólo le
queda el recuerdo.
Del otro lado del teléfono responde el empresario Sandro Zuñiga, quién es uno
de los que compró el terreno de la discordia hace dos años. Sostiene que no ha
habido ningún desalojo, que lo ocurrido en mayo fue defenderse de “una
pretensión de invasión, nosotros somos los propietarios y poseedores de esos
terrenos”, dice.
La historia de este lío se remonta a 1995, año en que la Asociación de
Agricultores y Ganaderos de Pampapacta compró a la Comunidad de Cucuya las
primeras 800 ha de terreno. Según cuenta Juvencio Escandón, cuando quisieron
inscribir la propiedad en Registros Públicos se dieron con que había una
superposición de fichas registrales: en los años 60 la Municipalidad de San
Bartolo había vendido la misma propiedad a los hermanos Rodolfo, Alfredo y
Alicia Sakata Buendía. Es decir, la zona ya tiene dueños.
Aun así, señala Escandón, los hermanos Sakata nunca tomaron posesión de
esas áreas de terreno. Y los pobladores de Pampapacta, durante todos estos años,
cuentan, han vivido “tranquilos y sin sobresaltos”. Poco a poco fueron ganando
literalmente terreno: consiguieron constancia de posesión e inspección ocular de
la Municipalidad de Punta Hermosa y empezaron a pagar impuestos (aunque el
actual alcalde pone en tela de juicio la autenticidad de estos documentos).
Además, lograron que el Poder Judicial admitiera una demanda de recurso de
prescripción adquisitiva que aún está pendiente de resolución. Era una manera de
intentar hacer prevalecer sus derechos como posesionarios. “Nosotros compramos
de buena fe”, insiste Juvencio.
“Habría que investigar qué es la comunidad de Cucuya y por qué vendió, tengo
entendido que está siendo investigada”, es lo primero que nos dice el alcalde de
Punta Hermosa, Guillermo Fernández Otero”, en un café de San Isidro. Y luego
añade: “Yo no tengo vela en este entierro”, sin reparar que todo sucedió en su
jurisdicción. “No estoy a favor de unos ni de otros”, dice y agrega que encima
se viene un lío mayor y es que parte de esa área ha sido declarada intangible
por el Estado por el Estado porque ahí se desarrollará el proyecto Mesías a
cargo de Sedapal. El alcalde asegura que justamente un día después de que
Sedapal retirara su garita de control, en mayo pasado, llegaron camiones
repletos de gente que invadió la zona. “Estábamos aterrados. Eso es tierra de
nadie, no hay presencia policial, yo no entro ahí porque es muy peligroso”,
afirma.
Los Nuevos Compradores
La pesadilla para las familias de Pampapacta empezó cuando los Sakata
Buendía, los propietarios iniciales, decidieron, a partir del 2010, vender las
mil hectáreas a diferentes grupos económicos. Entre ellos, a Rafael Navarro Grau
Dyer, de la empresa minera Horizonte; al abogado Sandro Zuñiga Álvarez,
empresario inmobiliario, y a Jorge Zegarra Reátegui, de la empresa Petramás.
También han comprado parte de esos terrenos dos empresas de capitales chilenos:
la inmobiliaria Maratón del Perú SAC y THIVAN SAC.
La empresa Inmobiliaria Maratón del Perú SAC –que inició actividades, según
registros de la Sunat, el 13 de octubre de 2012, un mes antes de que los Sakada
decidieran vender –compró 194 hectáreas, por las que pagó US$ 6 millones 961
mil, a través de sendos cheques de gerencia. En la partida registral se
consigna, entre otras cargas y gravámenes, la demanda dictada por el 43° Juzgado
especializado en lo Civil de Lima sobre la prescripción adquisitiva interpuesta
por los representantes de la Asociación de Pampapacta, proceso que está en curso
y que según sus representantes debería respetarse. Otro de estos “nuevos
compradores”, el empresario Sandro Zuñiga, diga a este semanario: “Lo que
ocurrió en mayo fue una pretensión de invasión. Es mentira lo del desalojo.
Nosotros también hemos adquirido los terrenos el 2010, son 3 lotes de 800
hectáreas. Es el colmo que los invasores acusen al propietario”, señala. Por
último dice que tiene en su poder un video donde se ve al presidente de la
Asociación de Pampapacta reunido con “un alcalde” y dos empresarios y en el que
negocian varias hectáreas de terreno a cambio de apoyo municipal. No quiso decir
el nombre del alcalde, pero anunció que lo hará llegar a un programa dominical
de TV.
El presidente de la Asosiación de Pampapacta, por su parte, cuenta a este
semanario que se reunió con el alcalde de Punta Hermosa y que éste a su vez los
envió donde un emisario de apellido Labarthe, quién les dijo a boca de jarro:
“El alcalde quiere ayudarlos, pero a cambio tienen que darle 70 hectáreas de
terreno”. Juvencio admite que estaban dispuestos a entregar esa área a cambio de
su apoyo. El burgomaestre, que sin duda si tiene más de una vela en este
entierro, responde sobresaltado: “¿En que podría apoyar yo?”, y asegura que es
falso que haya enviado a un emisario, que sí conoce a Manuel Labarthe pero
simplemente como un vecino.
Zuñiga, de otro lado, menciona que tiene imágenes satelitales que demuestran
que toda esa zona, hasta hace unos meses, no estaba ocupada, lo que coincide con
la versión del burgomaestre. “Cuando nos enteramos de que íbamos a ser
despojados, algunos vecinos recurrieron a sus familiares para que vinieran
también acá y así poder resistir”, reconoce el presidente de la asociación. Es
decir, si antes había en esa zona mil familias, es probable que la cifra se haya
incrementado en los últimos meses.
Muy lejos de la pampa, alguien insiste: “Yo he vendido más de 1,800
propiedades en el Perú, he liquidado el Banco Nuevo Mundo y vendí su edificio,
tengo 15 años en el rubro y soy el número 1 vendiendo. Represento al Banco de
Crédito, al Continental, al Scotiabank. Y te soy honesto, ahí dentro, entre los
que reclaman, hay gente de Sendero, del MRTA. Muchos de ellos son terroristas”,
espeta, sin mayores pruebas, Gonzales Posada de Cossío. Son las dos caras de una
moneda, o de un país, que cada día que pasa se parece más a una moneda. Sonia
Suyón Hildebrandt en sus trece