Qué golosa había resultado ser doña Tania Quispe, la Superintendente Nacional
de la SUNAT. Qué garganta más profunda aquella de la recaudadora de impuestos.
De golpe y porrazo, sin pestañear ni atorarse ni empacharse se comió un jugoso
aumento de sueldo de 10, 000 soles que –la delicadeza no está en el horizonte de
los glotones--, ella misma se dio. Pasó así a ganar 25,000 soles. Ni más ni
menos. Todo un record en recaudación de sueldos para el Estado. Por lo menos eso
hay que reconocérselo a la doña.
Ha sido muy valiente doña Tania. Valiente en darse “su lugar”. El de
homologar los grandilocuentes sueldos del sector privado al sector público.
Digo, a los cuatro gatos del sector público que como ella aterrizan allí para
hacer curriculum –imagínense cuánto deben haber subido sus bonos internacionales
cuando salga de la SUNAT— pero sin querer perder un céntimo de lo que ganaba
como yuppie senior en la sucursal peruana de Deloitte, una consultora de
auditorías. O sea que doña Tania quería y obtuvo la soga y la cabra.
Es que doña Tania es una profesional de primera, de esas estrellas del sector
privado donde el éxito se premia y el fracaso se castiga. Porque allí funciona
implacable la ley del mercado. El que trabaja duro y parejo gana lo que se
merece. Así, está cantado que la riqueza corona al que innova, como a los
creadores de los “derivados financieros” que hicieron colapsar el mundo y cuyas
consecuencias estamos pagando todos los que no somos genios. Los mismos genios
que después de quebrar imperios se fueron cobrando sus archimillonarias
liquidaciones de retiro que, casi como doña Tania aquí, ellos mismos se
otorgaron. Es que así es el “mercado”, pe.
Pero, ¿cuál ha sido el espectacular éxito de doña Tania al frente de la SUNAT
para que su nuevo sueldo vaya en consonancia? ¿Cuál la modélica reorganización
de la Superintendencia para hacerla más productiva y eficiente? ¿Cuál? Pues
veamos. Justo cuando doña Tania y su plana mayor de “genios” se aumentaba el
sueldo un sábado por la noche –¡cómo es la vida!—me reunía yo con varias amigas
que trabajan allí para cenar. Yo iba a contarles mis penas existenciales y
terminé escuchando las suyas, todas laborales. Ahí me enteré de dos cosas muy
importantes: Que la SUNAT es un desastre administrativo y que si hay que darle
un “premio” es al de la explotación laboral.
Mira, me decía una de ellas. Yo trabajo en una de las 7 supervisiones de mi
sección, un promedio de 13 horas al día, incluidos sábados. Sin ni una hora
extra reconocida ni mucho menos pagada. O sea que el Estado es el primero en
incumplir sus propias normas laborales. ¿Alguien dijo: Ministro de Trabajo?
Bueno, de lo que se trata allí es de despachar expedientes. Somos 8 personas,
todas profesionales de buenas universidades (doy fe). Ocho personas para
gestionar un stock acumulado de 3,000 –¡sí, 3,000!—expedientes. A cada una le
corresponde despachar entre 30 a 50 expedientes al mes. O sea, me dijo otra, el
stock nunca mengua porque cada mes entran 300. En buen romance, en esa
supervisión nunca están con el trabajo al día --¡trabajando 13 horas
diarias!--.
Y cómo están organizadas, le pregunté a una tercera. Bueno, suspiró. Una
clasifica expedientes para su admisión. Otra requiere documentación. Dos
resuelven “rápido”. Y, finalmente, cuatro resuelven “normal”. En teoría, me
dijeron al unísono, la carga de trabajo está repartida “racionalmente”. Pero en
realidad eso es intrascendente porque no se trata de repartir ese peso
monstruoso entre 8, sino de repartirlo entre 18. Sí, porque ése debería ser el
personal de esa supervisión para que la carga se resuelva eficientemente. Y así
por el estilo en toda la SUNAT. ¿Hola, escuchó, doña Tania?
¿Que por qué no contratan al personal que falta? Porque nuestro país es la
“estrella mundial” donde “nunca hay plata” para los desvarados, mientras
pienso en los 10, 000 soles que se embolsicaba ese mismo sábado como aumento
doña Tania al frente de la SUNAT. Porque mientras los que allí trabajan
llevan 14 años sin ver un sol de aumento con 42% de ingresos perdidos y con una
carga laboral mil veces mayor que la de hace 5 lustros, doña Tania ha
multiplicado sus ingresos en 66% en menos de un año, todo un record del “éxito
laboral”.
Pero, dirán algunos, el aumento beneficia a todos, ¿no es verdad? Ummm. “No
tengo para todos, pero sería bueno empezar con todos”, dijo la doña sin
ruborizarse. Sí pues, sería bueno pero empezó por ella y su argolla, por eso es
que “no hay para todos”. En el mejor de los casos un “profesional 3” que está un
millón de veces mejor parado que doña Tania en los temas de la visión y solución
de los problemas administrativos de su institución --como he podido comprobar--
verá incrementado sus ingresos en 9%. ¿Juju, doña Tania, tiene usted algo que
decir al respecto? ¿Doña Tania?
No, no tiene nada que decir porque doña Tania, a parte de aumentarse el
sueldo en 66%, está pensando en cosas más trascendentes como, por ejemplo, qué
hacer para que en el protocolo del Estado ella ocupe un mejor lugar en la lista
de precedencias de las autoridades de la república. Es que la pobre está
tan alejada del número 1 en la alfombra roja que eso afecta su autoestima,
supongo. Así que no es sólo cuestión de plata sino de espíritu, de status,
fíjate tú.
¿Y la recaudación? ¿Aumentó? ¿Aumentará quizás? Porque esa es su chamba,
¿verdad? Pues cómo va a aumentar, mamacita linda, si primero no solucionas el
desastre administrativo que está bajo tus pies. De qué sirve que el Ejecutivo
decrete una reestructuración tributaria si la SUNAT de doña Tania no puede ni
con la recaudación de hoy.
Sí, es cierto. Los mejores profesionales deberían ganar lo que doña Tania.
Pero no ella. Porque a veces los mejores no están en el sector privado sino
olvidados en el público. Y porque la doña es, seamos claros, más prima que
nada.