La gran victoria del llamado camarada "Artemio" fue el lograr que se le
considerara un rezago de Sendero Luminoso, cuando no pasaba de ser un sicario
del narcotráfico envuelto en el pensamiento Gonzalo. Por ello es probable que el
poder económico de las mafias de la droga encuentre rápidamente un reemplazo,
pues esa es la lógica de los negocios.
Lo cierto es que la gran victoria
en la lucha contra el narcotráfico es la que posibilitó el mercado. Durante
años, el Estado peruano y la cooperación internacional invirtieron en
infraestructura en el Huallaga, así como en la promoción de programas de
sustitución de cultivos. Pero todo ello fue infructuoso hasta que el precio de
los productos agrícolas comenzó a incrementarse a nivel mundial. Ahí fue posible
que los campesinos apostaran decididamente a vivir dentro de la legalidad,
alejándose de los cultivos de coca. Hoy el Perú muestra con orgullo su café y su
cacao al mundo, pero no podemos obviar que aún hay quienes siguen sometidos a la
economía de la droga.
En el campo, el narcotráfico se esconde tras el
discurso del consumo tradicional, así como sus organizaciones paramilitares en
el Huallaga ("Artemio") y el VRAE (los Quispe Palomino) se esconden tras el
ropaje de la revolución maoísta. Y para ambos casos siempre existirán los tontos
útiles que repiten sus monsergas como si se tratara de una verdad absoluta. Si
hasta en el Congreso los tenemos.
No se trata de tener solo victorias
policiales sobre el narcotráfico. Se trata de generar las condiciones para que
el mercado funcione. Entonces lo que necesita el VRAE es inversión en
infraestructura que permita desarrollar y explotar cultivos alternativos, como
el café y el cacao, e integrar esos territorios a las cadenas económicas
mundiales.
La falta de Estado en algunas zonas se expresa no solo en la
falta de autoridad, sino también en la desidia por integrar esos territorios con
medios de transporte, telecomunicaciones y energía eléctrica. Hoy, que hay
recursos, el gobierno no debería perder más tiempo. La mejor forma de inclusión
es la de generar riqueza, y eso se logra con inversión en infraestructura y
reglas claras. Del resto se encarga el mercado.