La revocatoria es una de las instituciones de la llamada democracia
participativa. Es entonces un derecho ciudadano de control de sus autoridades
porque la consideran corrupta, ineficiente o que está ejecutando algo contrario
a lo ofrecido, razón suficiente para decidir el término del mandato del electo.
Por ello es curioso que haya quienes se dicen demócratas, pero que tachan el
ejercicio de un derecho como mafioso o faccioso.
La intolerancia que
muestran Susana Villarán, sus regidores y sus operadores mediáticos frente a la
decisión de varios grupos ciudadanos de juntar firmas para lograr revocar su
mandato a la alcaldía de Lima muestra también la doble moral con la que se
desenvuelven en política. En el documento fundacional de Fuerza Social (que lo
pueden encontrar en su página web) se declaran creyentes de la democracia
participativa, ofreciendo impulsar y fortalecer todas las expresiones de la
organización social que contribuyan mediante sus propuestas y vigilancia
participativa. Sin embargo, al primer anuncio de la revocatoria han llenado de
adjetivos y agravios, en lugar de mostrar coherencia y saludar la movilización
ciudadana. Es como la transparencia que tanto reclaman en la Municipalidad de
Lima. Por cierto, se realizan sesiones públicas del concejo, pero son reuniones
donde la mayoría impone su opinión y no escucha ni permite que la minoría ejerza
sus tareas de control. ¿Para eso son las sesiones públicas? El punto más alto
fue cuando la oposición ofreció una conferencia de prensa para evaluar los
primeros cien días y la administración municipal les envió una gavilla de
supuestos trabajadores para desalojarlos de la sala. Son transparentes hasta
para el abuso.
Particularmente, me parece precipitada la decisión de
llevar adelante un proceso de revocatoria, pero eso no deja de permitirme
aceptar que se trata del ejercicio legítimo de un derecho constitucional y, como
tal, debería ser saludado por aquellos que se reclaman demócratas. Pero se les
ve el fustán a aquellos que adjetivan antes de revisar lo sustantivo. ¿No sería
legítimo revisar si hay algo de razón en la opinión generalizada de que la
gestión de Susana Villarán es una administración poco eficiente?