Los días de huelga en Cajamarca son días perdidos que no se volverán a
recuperar. Lamentablemente se produjo una cadena de errores, que han terminado
en dos hechos que eran previsibles desde el inicio de esta discusión: La
imposición del orden por el Estado Peruano –al decretar el Estado de emergencia-
y la revisión del Estudio de Impacto Ambiental presentado y aprobado para dar
inicio a la operación de Minas Conga
Pero así como el resultado era
previsible, también lo es el hecho que el Estado peruano parece carecer de
memoria institucional, repitiendo, gobierno tras gobierno, los mismos errores,
como si en cada administración se tuviera que reinventar el manejo de la cosa
pública, como si no hubiéramos visto al Estado cometer los mismo errores frente
a hechos similares.
Por eso quisiera, arbitrariamente, establecer dos
principios que todo gobierno debiera seguir invariablemente para no volver a
caer en situaciones como las vividas los últimos días:
No se puede
gobernar contra las mayorías: como en el caso de las llamadas leyes de la Selva
que ocasionaron las revueltas de Bagua, los gobernantes deberían reconocer que
no se puede imponer por la fuerza normas o procedimientos que la mayoría no
acepta, por más que estas decisiones tengan el aval de la formalidad de nuestro
ordenamiento legal. La democracia es una acción de permanente convencimiento, en
donde todos los ciudadanos -en su condición de iguales- tienen derecho a opinar.
En una democracia no existen iluminados que pueden decidir por todos, por lo que
es importante es que todos los sectores involucrados en una decisión estén de
acuerdo en ella.
No se debe presidencializar los conflictos: La figura
del Presidente en democracias como la nuestra, de una debilidad institucional,
debe ser preservada. Cuando el Presidente de la República ingresa a intervenir
en un conflicto debe ser para guiar con su opinión, convencer a las mayorías,
pero no para imponer una decisión. Peor aún, si trata de conflictos de empresas
con alguna población, donde el Presidente jamás debería intervenir. Para eso
existen en el Estado las instancias suficientes para enfrentar estos
problemas.
Y un consejo final: Es necesario un equipo afiatado, que no
entre en contradicciones, como ha sucedido en este caso con el Consejo de
Ministros. Algunos ministros parece que no conocen las palabras "renuncia" y
"dignidad"