El gorgojo khapra jamás imaginó lo útil que le resultaría
al mercantilismo en el Perú. Su presencia corrosiva en los cereales asiáticos
ha sido usada como pretexto por burócratas que obedecen sin chistar, por
técnicos que no lo son pero cobran como si lo fueran y, ¡cómo no!, por primos y
socios de los nuevos poderosos.
En los primeros días de setiembre,
representantes de fabricantes y comerciantes de Gamarra hicieron pública la
noticia: el SENASA, la autoridad nacional de Sanidad Agraria, una dependencia
del Ministerio de Agricultura, había prohibido importar hilados de algodón de la
India por razones fitosanitarias. La disposición, dada el 22 de agosto, rige por
120 días.
Para el emergente emporio de Gamarra, esta disposición se
parece a la muerte. Ellos importan hilados de algodón de la India porque
trabajar con algodón nacional les incrementa sus costos en un 30% (lo que anula
sus posibilidades de competir con las prendas que vienen de la China para las
tiendas por departamento).
Perplejos, los ‘gamarrinos’ acudieron a la
Comisión de Comercio Exterior del Congreso y los parlamentarios citaron al
ministro de Agricultura. El 16 de setiembre, Caillaux sostuvo que la resolución
fue emitida por razones sanitarias debido a “posibles riesgos de plagas y al uso
de un insecticida en la India llamado endosulfán”.
Lo que dijo el
ministro no tuvo rigor científico y, por eso, la comisión citó entonces al jefe
del SENASA, que acudió dos veces, pero nunca tuvo argumentos técnicos para
sustentar su resolución. Finalmente, le endilgó la culpa al gorgojo khapra: Dijo
que, si bien la plaga viaja entre el arroz y los cereales asiáticos, sería bueno
presumir que podría venir en el hilado de algodón cardado y peinado. Exactamente
el que importan los emprendedores de Gamarra.
Las posibilidades que
observaba el ministro y las suposiciones que argüía el SENASA lindaban con lo
esotérico, hasta que descubrimos que la empresa del ministro Caillaux,
Negociación Agrícola Jayanca, de la que fue gerente general hasta el 28 de julio
último, produce algodón. Que su gremio le debe, desde la crisis de 2008, un
montón de plata a Agrobanco, y que este tiene su producción como prenda
mobiliaria.
Es más, el socio del ministro, José M. Cilloniz Benavides, es
uno de los firmantes del acta del 23 de agosto de este año (un día después de
dictada la inefable medida fitosanitaria), donde se ponen de acuerdo los
algodoneros, los hilanderos, el ministro de Agricultura y el gerente general de
Agrobanco. Y que en el punto 7 literalmente dice: “…los gremios representativos
de los productores algodoneros reconocen y felicitan por el importante avance de
la RDN-26-2011-AG-SENASA-DSV, emitida por el Ministerio de Agricultura como
mecanismo de defensa a la cadena textil; sugiriendo ampliar la medida a los
demás países vecinos del sudeste asiático”. No esta de más decir que la RDN
26-2011 es la que prohíbe a los fabricantes de Gamarra importar hilado de
algodón más barato de la India.
El ministro algodonero regala beneficios
en copos aprovechando la confianza que el Gobierno le ha otorgado, pasando por
encima de cientos de miles de peruanos emergentes que no tienen padrino. En
Gamarra hay 17 mil pequeñas y medianas empresas textiles. De ellas dependen 360
mil empleos. El sector ha crecido 25% en los últimos años. La mayoría se endeudó
para pagar el adelanto de la materia prima que usaría en la campaña navideña. No
habrá campaña para ellos porque al ministro algodonero solo le interesan sus
ingresos y los de sus amigos.
Por cierto, el embajador de la India en
Lima, Manpreet Vohra, ha dicho que en ningún país del mundo les han prohibido el
ingreso a sus hilados, que en Perú no hay evidencia científica ni pruebas de
laboratorio para tal prohibición. Y que cree que la suspensión es injustificada
y hasta, de repente, ilegal. ¿Usted que cree?