Desaparecen obras históricas de la Biblioteca Nacional
La
Biblioteca Nacional del Perú estaba cerrada para atención al público,
inicialmente, desde el 28 de enero al 28 de febrero, por la III Cumbre de Jefes
de Estado de América del Sur y Países Árabes, que fue suspendida por las crisis
de Túnez y Egipto, pero ayer 24 de febrero, la página web de la Biblioteca
Nacional anuncia que se suspenderá la atención al público por 90 días debido a
desaparición de obras. En ese lapso que estuvo cerrado, el nuevo Director de la
Biblioteca, el historiador Ramón Mujica, realizó un pequeño inventario y se
dieron cuenta que faltaban bras que datan de los siglos XVI y XVII que constaría
de piezas de pergamino, microfilms y las primeras ediciones de los cronistas de
la época.
Según Ramón Mujica, en
la última década desaparecieron al menos 663 libros, entre ellos un incunable de
Rotterdam de 1524. Entre estos títulos perdidos, figuran 544 documentos de la
biblioteca que donó Raúl Porras Barrenechea, pródiga en libros del siglo XVII y
ejemplares únicos. También se ha detectado la desaparición de 66 libros de la
Colección X, que reúne los fondos más valiosos.
Cuenta el mismo Director, quien lleva 5 meses en el cargo, que un
día antes de que Ramón Mujica asumiera el cargo, en la azotea de la antigua sede
de la biblioteca, en la Av. Abancay, se descubrió 200 manuscritos originales del
mariscal Andrés Avelino Cáceres. Ese valioso material estaba entre la basura y
dentro de un mueble listo para ser desechado.
El
diario El Comercio informa que 28 documentos de la colección Cisneros Sánchez
también fueron sustraídos de los anaqueles de la biblioteca, así como 14 libros
de la colección Paul Rivet y 10 documentos de la colección Bustamante
Cisneros.
De
buena fuente sabemos que faltan también varios documentos del Archivo de Nicolás
de Piérola, a la que nadie tiene acceso hace más de 5 años, así como obras
relacionadas a la Guerra con Chile y periódicos de
1884.
Si
bien Ramón Mujica señala que hay un problema por falta de seguridad, lo cierto
es que muchos de los habituales usuarios de la Biblioteca Nacional no son
responsables de las desapariciones, porque la seguridad es bastante estricta al
momento del ingreso, así como en el interior y principalmente, a la salida, pues
te revisan todo. Los principales culpables son los Directores y administradores
anteriores, que tenían una total desidia frente a estas desapariciones, así como
los empleados de la Biblioteca, pues muchos de ellos se dedican a la sustracción
de obras para venderlas a coleccionistas a través de internet o ventas
directas.