Quieres ser CEO? . No, Gracias. Ni que estuviera loco
Parecía el día
soñado. Después de 30 años de carrera en la empresa, finalmente el directorio le
ofreció el puesto de CEO. Pero su respuesta los dejó a todos boquiabiertos: "No,
gracias. No vale la pena" No es sencillo triunfar en el ultra competitivo
universo de las grandes corporaciones. Alcanzar la cúspide exige una carrera a
puro sacrificio. Fines de semana en la oficina, largos viajes, jornadas
maratónicas... ¿Vale la pena?
No todos están de
acuerdo. Según el estudio "Y, así... ¿Quién quiere ser CEO?", de la escuela de
negocios española de IESE y la consultora Burston-Marsteller, cada vez son menos
los directivos con aspiraciones a escalar hasta lo más alto. En una encuesta,
apenas un tercio confesó deseos de ocupar el amplio sillón del CEO. ¿Por qué tan
pocos?
En líneas generales,
existe una percepción de que llegar a la cúspide multiplica las
responsabilidades. Pero no así los beneficios.
Tres de cada diez
ejecutivos afirmaron que postularse para CEO es una pésima idea si usted valora
la conciliación entre vida laboral y familiar. Un 22 por ciento alegó que el
cargo es demasiado estresante. Y, para colmo de males, la retribución económica
no alcanza a compensar estas desventajas. ¿Vale la pena tanta mala sangre si, en
definitiva, el CEO no gana demasiado más que el resto de los
ejecutivos?
En los Estados
Unidos, la situación es radicalmente distinta. Allí, el ejecutivo top sí hace
una diferencia abismal sobre el resto. Según un estudio de Mercer Human
Resource, las compensaciones directas para los CEOs de las 350 empresas más
importantes crecieron un 16 por ciento en 2005 (contra un aumento promedio de
salarios de 3 por ciento para el trabajador medio estadounidense).
Scott Richardson,
profesor de Wharton Business School, advierte que los stakeholders
estadounidenses consideran a la compensación del ejecutivo top como un asunto
estratégico de corporate governance. Nada es demasiado costoso cuando se trata
de alinear los incentivos del CEO con los intereses de los
accionistas.
Por eso, las
corporaciones norteamericanas no dudan en ofrecer a su CEO multi millonarios
paquetes salariales que incluyen acciones y stock-options. El resultado: en los
Estados Unidos, todos quieren llegar a la cúspide (y trabajan durísimo para
lograrlo).
Sin embargo,
advierte el estudio del IESE, nada de esto parece afectar a los ejecutivos
españoles. La mayoría cree que ser CEO hoy es más difícil que diez años atrás.
Ante accionistas cada vez más impacientes por dividendos, las presiones sobre el
"número uno" son cada vez más feroces. Para el ejecutivo, alcanzar la cúspide
sólo representa un ingreso de unos cuantos euros más. Pero el precio a pagar es
una virtual destrucción del balance entre la vida laboral y familiar.
En este escenario,
ellos se preguntan: ¿vale la pena?