Chile: expectativas y realidades por Felipe Larraín*
En este escenario tan favorable -por el cobre, las exportaciones y el
superávit fiscal-, todo llevaría a pensar que la economía avanza a grandes
zancadas y que los chilenos estamos optimistas. Nada de eso. Chile sigue
enfrentando condiciones externas excepcionales y récord, que debieran tener
repercusiones muy positivas en las cifras locales. Algunas de ellas ya se han
dado. Las exportaciones acumuladas a julio de 2006 son de US$ 32.000 millones y
la balanza comercial acumula un superávit de US$ 12.000 millones, con aumentos
de 42% y 114%, respectivamente, frente a igual período del año anterior. A este
tranco, en 2006 nuestras exportaciones superarán holgadamente los US$ 50.000
millones.
La semana pasada se anunció el histórico superávit fiscal de 4,2% del
Producto Interno Bruto (PIB), que corresponde a más de US$ 5.000 millones. Todo
esto gracias a un altísimo precio del cobre, que ha aumentado de manera
considerable las utilidades de Codelco y la recaudación tributaria de las
empresas mineras privadas, sólo por mencionar los efectos directos en las
cuentas fiscales. En particular, el boom del cobre durante el último año aumentó
los ingresos de Codelco en casi 90% y los cobros de impuestos a las empresas
mineras subieron 116%, números en sí bastante excepcionales. En este escenario
tan favorable, todo llevaría a pensar que la economía avanza a grandes zancadas
y que los chilenos estamos muy optimistas respecto del futuro. Nada de eso.
Imacec y expectativas
Ayer conocimos las últimas cifras de actividad económica, que no son nada
alentadoras. De acuerdo con el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) de
junio pasado, la economía chilena creció apenas 4,5% en comparación con igual
mes del año anterior. Este guarismo contrasta negativamente con el 5,2% que se
esperaba, de acuerdo con la encuesta de expectativas del Banco Central. Es
cierto que no se deben sacar conclusiones apresuradas de un Imacec puntual, pero
ya no es primera vez que este índice nos depara una sorpresa ingrata. También es
cierto que junio de 2006 presentó un día hábil menos que el año anterior, pero
esto no parece ser razón suficiente para explicar esta diferencia con el valor
esperado por el mercado.
Ya antes de esta cifra, las veleidosas expectativas económicas de los
chilenos andaban bien golpeadas. La última encuesta de la Universidad de Chile
mostró una caída de 12% en el índice de confianza de los consumidores, mientras
que el índice de situación esperada futura cayó 15%. Como si esto fuera poco, el
Índice de Percepción Económica (Ipec) elaborado por Adimark mostró por segundo
mes consecutivo una percepción pesimista de los chilenos respecto del futuro
económico del país.
¿Por qué la gente tiene tan magras expectativas y por qué la economía no está
mostrando el dinamismo que todos esperamos? En fin, ¿por qué la bonanza externa,
con un precio del cobre bordeando los US$3,5 la libra, no se traduce en mejores
resultados y mayor optimismo en el futuro económico del país?
¿Los culpables?
Sin duda, hay algunos factores externos detrás de este predicamento. La grave
situación del Medio Oriente siembra incertidumbre sobre el futuro energético
mundial y ya ha producido una tendencia al alza en el precio del petróleo,
además de aumentar la probabilidad de represalias terroristas. Unamos a esto los
crecientes problemas en el suministro de gas natural por parte de Argentina, que
ya han producido cortes totales a la industria local y aumentado
significativamente la incertidumbre respecto del precio y la seguridad del
abastecimiento de gas. No es sólo que tengamos que pagar más por el gas, sino
que el suministro es sumamente incierto, en circunstancias en que las
inversiones necesarias para independizarnos energéticamente de Argentina tomarán
varios años en madurar. Estos factores probablemente influyen en el bajo
crecimiento del Imacec.
Pero no todo viene de afuera. No podemos echarle la culpa al empedrado, ni
menos a los mensajeros que escriben columnas como ésta. Sin duda, existen
numerosos factores internos que influyen en las expectativas, las que a su vez
condicionan nuestro crecimiento futuro. Una de las mayores preocupaciones de la
gente en este momento corresponde al tema energético, donde la responsabilidad
del Gobierno resulta insoslayable. Las conversaciones con el gobierno argentino
han dejado de manifiesto grados altos de descoordinación y -al menos- una falta
de capacidad para "leer" al interlocutor. Los contratos se vulneran y la palabra
empeñada se desconoce, y estas acciones no tienen consecuencias. En este
sentido, sería interesante conocer el contenido de la misiva de Néstor Kirchner
a la Presidenta Bachellet. El secretismo respecto del contenido de la respuesta
del Mandatario argentino no se entiende, y contrasta con la amplia publicidad
dada al contenido de la carta de nuestra Presidenta.
Unamos a este cóctel una tasa de desempleo que bordea el 9% a nivel nacional.
Hoy, más de medio millón de compatriotas no tienen empleo, por más que lo buscan
activamente. Urge poner el acento en la creación de empleo, más que en dar
seguridad a los que hoy tienen trabajo. Pero las últimas iniciativas
gubernamentales incluyen el discutido proyecto de subcontratación, cuyos efectos
negativos sobre el empleo y las Pymes se atenuaron luego de la discusión
parlamentaria.
Pero los factores internos no terminan en el problema energético ni en el
desempleo. La ciudadanía percibe bastante confusión en el accionar político del
gobierno, aunque haya aciertos en el área económica. Ello ha causado una
importante caída en las cifras de aprobación del Gobierno (aunque -naturalmente-
nuestras autoridades intenten minimizarlo), lo que también ha jugado un rol en
la caída de la confianza económica de los chilenos.
Todos estos factores externos e internos se han conjugado para golpear las
expectativas nacionales y las cifras de actividad, donde aparte del Imacec ya se
percibe una fuerte desaceleración de la inversión. Para revertir esta situación
se requiere una conducción política decidida, con objetivos claros y enfocados
en los grandes desafíos de largo plazo de Chile. Está en el interés de todos que
suceda de esta forma. Martes, 08 de Agosto de 2006 *Felipe
Larraín PhD. U. de Harvard. Profesor titular Universidad Católica