E.U. quiere lograr patentes para plantas y semillas, en la XIV ronda de negociaciones del TLC
Esa etapa de la negociación será la próxima semana, pero este martes comienza
la cita de la mesa de propiedad intelectual donde se negocia el tema.
Personas muy cercanas al proceso se hacen una pregunta con una inmensa carga
de temor: ¿Se comprometerá Colombia a realizar "esfuerzos razonables" para
permitir el patentamiento de plantas, tal como lo pide Estados Unidos en las
negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC)?
Lograr que se patenten nuevas variedades de plantas es uno de los objetivos
estratégicos de Estados Unidos en estas negociaciones, en las que también
participan Ecuador y Perú, y que se ha abierto camino en los tratados firmados
con Chile y los países centroamericanos y República Dominicana (Cafta).
Patentar, o ampliar la protección a nuevas variedades vegetales que ya existe
en Colombia y en la Comunidad Andina (CAN), implica aumentar los costos de
producción del sector agropecuario, que tendría que pagar más regalías por el
uso de semillas mejoradas, advierten conocedores del tema como la Sociedad de
Agricultores de Colombia (SAC).
Inclusive, de aceptarse la propuesta estadounidense, a los campesinos se les
prohibiría utilizar (sembrar) semilla de una cosecha con semillas mejoradas,
salvo que estén dispuestos a pagar por dicho uso.
Igualmente, no se podrían realizar investigaciones sobre las nuevas
variedades sin el consentimiento del titular de la planta protegida a no ser que
se paguen regalías por ello.
Hasta ahora, el sector agropecuario colombiano no ha conseguido nada en las
negociaciones con Estados Unidos, tal como lo han reiterado sus dirigentes
gremiales (al estancamiento de la mesa agrícola se le suma el fracaso la semana
pasada de la mesa de medidas sanitarias y fitosanitarias) y aceptado el mismo
Gobierno.
Pero aun si Colombia consigue instrumentos para defender productos sensibles
como arroz, maíz, algodón de las ayudas que reciben los agricultores
estadounidenses, amplios plazos para la eliminación de aranceles y acceso real
al mercado de Estados Unidos, el aumento de la protección a las nuevas
variedades vegetales sería un golpe mortal a la ya maltrecha competitividad
agropecuaria, advierten en círculos cercanos a las negociaciones.
Colombia hace parte de la versión de 1978 de la Convención Internacional para
la Protección de Nuevas Variedades de Plantas (Upov 78), que reconoce y
garantiza los derechos de quienes obtienen nuevas variedades vegetales (flores,
algodón, sorgo, soya, arroz), quienes reciben unas regalías por su uso.
Lo que dicen las normas
Las normas colombianas y andinas prohíben el patentamiento de plantas y no
contemplan protecciones adicionales a la mencionada.
Por esto, los agricultores pueden utilizar semillas obtenidas de la siembra
de la variedad mejorada y los investigadores trabajar sobre estas sin tener que
pagar por ello.
Esto cambiaría radicalmente si Colombia se adhiere a la versión Upov 91, como
lo propone Estados Unidos, que contempla patentes y otras protecciones, y se
compromete a hacer "esfuerzos razonables" para concretar los cambios en las
normas que desemboquen en el cumplimiento de lo acordado en el TLC, cuya última
ronda de negociaciones se prevé que sea la que comienza el próximo lunes en
Washington.
El ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, ha dicho "hasta el
cansancio", según sus propias palabras, que Colombia no patentará seres vivos,
pero miembros del equipo negociador se están inclinando para que el país haga
esos "esfuerzos razonables" que pide la delegación estadounidense para las
nuevas variedades vegetales.
Aprietan a agroquímicos
Estados Unidos también ha pedido que se aumente de cinco a 10 años la
protección a los datos de prueba de los agroquímicos (información sobre la
seguridad y eficacia de estos insumos para el agro).
Si ello queda plasmado en el TLC, como lo sugiere el estado de las
discusiones en la mesa de propiedad intelectual, nuevos agroquímicos genéricos
tardarían 10 años para entrar al mercado. Como en el caso de los medicamentos,
una menor competencia puede elevar sus precios y, por lo tanto, los costos de
producción del campo.
A ello se sumaría el incremento hasta del 15 por ciento, según estimaciones
de la SAC, en los costos de producción. (El Tiempo.com 08/11/05)