Descubriendo el agua tibia: Por Miguel Antezana Corrieri
DESCUBRIENDO EL AGUA
TIBIA
Miguel E. Antezana
Corrieri
“Ser rico es malo”, ha
sentenciado el Presidente de Venezuela, y ese mensaje muy bien pudiera
entenderse como “lo bueno es ser pobre”. O sea, la revolución bolivariana está
bien encaminada, pues los indicadores de pobreza han crecido sin descanso
durante los seis largos años de gobierno de Chávez.
Sus ya varios programas
de empleo, sus intentos de programa económico (pues no tiene ninguno claramente
definido) no han tenido consecuencia positiva alguna en la población. Es que, su
tremenda vocación “socialista” entra en claro conflicto con lo que no se cansa
de repetir, ahora más abiertamente y a los cuatro vientos: el capitalismo ha
fracasado, el neoliberalismo es el camino al infierno y otras
yerbas.
Cualquier persona en
este planeta, con medio dedo de frente, sabe que la economía de mercado es la
que genera riqueza. El que unos sean más ricos que otros no quiere decir que sea
malo, es producto simplemente de que hay unos más competitivos que otros.
Entonces, ¿cómo ser socialista, o neosocialista, o socialista del siglo XXI -o
como se le ocurra autodenominarse-, si se tiene ese chorro de dólares producto
del petróleo?, resultado, precisamente, del libre mercado que mantiene los
precios por las nubes. Los intentos de Chávez de combinar arroz con mango han
sido fatales y lo seguirán siendo.
Por ejemplo, en vez de
promover la inversión privada, la creación de grandes empresas o atraer
capitales extranjeros, lo cual generaría empleo; se dedica a atacar a los
“oligarcas” (que hay que buscarlos con lupa) y a fomentar la creación de
“cooperativas”.Ya alguna vez lo
dijimos: no estamos en contra de las cooperativas, pero un país nunca será
desarrollado sobre la base de la filosofía de este tipo de
asociaciones.
Tantas son las
contradicciones, que el novísimo Ministerio para la Economía Popular va a
promover la exportación de los productos de estos cooperativistas. Pero, ¿saben
cuál sería el destino? Nada más y nada menos que la isla del mar de la
felicidad, Cuba, donde, la gran parte de la población está en el nivel “bueno” y
deseable para Chávez y Fidel Castro, o sea, no son ricos (por no decir, son
pobres).
Pero en el mar de las
contradicciones ha surgido un tema que traerá cola y –quien sabe- la caída de
unas cuantas caretas. El Nuevo Herald de Miami, de la pluma del periodista Casto
Ocando, ha destapado un escándalo, que no lo es tanto, y que a nadie ha
sorprendido en Venezuela: “Desangran a la petrolera venezolana”.
En un amplio trabajo de
investigación, realizado sobre la base de documentos confidenciales y
declaraciones de fuentes que trabajan en la industria, se “descubrió” que altos
funcionarios de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) (entre los que se cuenta un
primo de Chávez) están autorizando el pago de multimillonarias comisiones por la
venta de sus productos en el mercado internacional, en una clara violación a las
normas de la petrolera y las leyes anticorrupción.
Las comisiones son
depositadas en una docena de cuentas bancarias en cuatro países, producto de una
intrincada red de intermediarios, entre las que se cuentan relaciones políticas,
financieras y familiares, según el medio mayamero. Pero este supuesto caso de
corrupción es “la punta del iceberg”, pues hay otros hechos que apuntan a que la
industria petrolera venezolana está frente a (si es que no está dentro de) una
delicada situación financiera.
El ministro del área,
quien ocupa también la presidencia de PDVSA, ha anunciado que venderán dos
refinerías del grupo CITGO, irónica propiedad venezolana en los Estados Unidos,
pues aquellas están produciendo pérdidas. En esta coyuntura mundial, habría que
ser bien (o demasiado) inútil para que una refinería no arroje ganancias, dados
los niveles de precio y la demanda internacional de petróleo y sus derivados. Lo
que se ve a leguas, es que hace falta dinero y hay que obtenerlo así sea
vendiendo, no la gallina, pero sí algunos huevos de oro.
Otra señal, es la
advertencia-amenaza-orden de Chávez de cambiar las condiciones con las compañías
petroleras extranjeras en Venezuela. Un aumento del 34 al 50% del impuesto sobre
la renta, vendría unido a la revisión de los impuestos pagados hace una década,
pues “han estado defraudando al Estado venezolano”. Hace falta dinero y hay que
conseguirlo. ¿Y dinero para qué? ¿No que, “es malo ser
rico”?
Una posibilidad es que
alguien –por fin- se haya dado cuenta de que el sector va en caída libre, pues
en todo este tiempo no se han hecho las inversiones necesarias para actualizar y
ampliar la vital industria del país. Sin embargo, no pareciera, pues si las
actuales instalaciones andan a media máquina, menos interés habría por nuevas
exploraciones.
La otra opción es que
se necesita más dinero para las venideras campañas electorales, más dinero para
mantener las llamadas “misiones” populistas del gobierno, más dinero para los
miles de reservistas (gente humilde, con escasa preparación, a la que hacen
vestir uniforme para defender la soberanía, contra el imperialismo). Más dinero
para mantener una economía ficticia, subsidiada, con controles de cambio y de
precios. Más dinero, que hasta a las reservas internacionales se les quiere
poner un tope para así poder arremeter contra ellas.
Algo huele mal, muy
mal, en el manejo de los enormes ingresos que, por la venta del petróleo, tiene
Venezuela. Algo huele venir en la “boyante” economía bolivariana. Inclusive,
hasta raro huele el signo monetario, como que compra mucho y no compra nada.
Pero todo esto, es como descubrir el agua tibia en Venezuela.
-Noooo chico, mejol cuéntame una de
vaqueros…
-No mi pana, una de vaqueros no
puede sel… es contra la revolución. “Hay que odial a los gringos
!!!!”.
-Eso es veldá. Tonces no me cuentes
ná y sigamos calladííítos…