Nuestro flamante
superministro de Economía acaba de perpetrar un magnífico artículo titulado "Lo
que debemos hacer en materia económica", publicado en el diario "Post" de Lima,
el domingo pasado. Solo nos detendremos en el comentario de los dos primeros
párrafos de ese texto, a fin de rectificar levemente algunas cifras y errores
conceptuales que ahí se han deslizado involuntariamente. En primer lugar, afirma
que Perú ha mostrado "las mejores cifras de América Latina" en términos de
crecimiento económico. Lo que es cierto para el 2002, en que crecimos al 4,9% y
no 5,2% que ahí figura, dato ya caduco según el INEI. No así el 2003, en que nos
ganaron Argentina (7,3%) y Costa Rica (5,6%).
Gracias a esa
expansión económica, continúa el autor, se "ha creado más empleo formal, sobre
todo en Lima", lo que no se condice con las cifras. La fuerza laboral ocupada
(formal e informal) en Lima Metropolitana cayó de 3.725.000 a 3.571.000 de
diciembre 2002 al mismo mes de 2003 (pérdida: 154.000 empleos). Y si el autor
considera que el empleo "formal" está compuesto por el trabajo "dependiente", la
caída fue de 2.102.000 a 2.051.000 (pérdida: más de 50.000 empleos). Hágase como
se quiera el cálculo, por trimestres móviles o años inmóviles, el resultado es
el mismo: no se ha procesado un aumento del empleo (a excepción del que
consiguieron los peruanos en el extranjero), como todos hubiéramos
deseado.
Tercero: esa
supuesta generación de empleo, en que debe notarse que la tasa de desempleo
creció del 9,9% al 11,1% en el último año, habría "contribuido a reducir la
pobreza extrema de 48 a 42%". Esos guarismos quién sabe de dónde salen, a no ser
que se confunda "pobreza" con "pobreza extrema" o se haya inventado una nueva
definición de esta última. Las cifras que se manejan -bastante atrasadas y poco
confiables- nos dicen que la pobreza, a nivel nacional, estaría por el 52% y la
extrema por el 24%, con todas las debilidades de las mediciones tipo "un dólar
diario por mocha". Continúa el autor señalando que "la enorme distancia
económica entre Lima y provincias parece agrandarse". Nuevamente está
equivocado: a principios de los años 1970 Lima generaba el 51% del PIB y ahora
está por el 45% (y no 60%, como él afirma), sin haberse registrado mayores
cambios durante los últimos años.
Finalmente, el gran
profesor de economía confunde el PIB per cápita con "ingreso promedio anual por
habitante en Lima" (IPA). Todo estudiante de economía sabe que son dos cosas muy
distintas, ya que al PIB hay que quitarle por lo menos un 25% (pagos netos a
factores del exterior, impuestos y demás) para llegar al ingreso personal
disponible, el que -dividido entre la población- recién nos daría el ingreso por
habitante. Pero hay un camino más fácil: se consulta la Nota Semanal del BCR
(Tabla 72), donde tenemos el ingreso promedio de los limeños, mes a mes. De ahí
resulta que el IPA del año 2003 fue de S/. 9.270 soles, es decir, US$ 2.650.
Pero en su artículo, PPK nos dice que el limeño promedio tiene un ingreso de US$
4.500, con lo que el estimado de nuestro ingenioso articulista rebasa la cifra
real en casi un 70%.
Contrapunteando el
artículo de marras, habría que decir "lo que NO debemos hacer en materia
económica", por lo menos en el uso de nuestras cuentas nacionales (sobre las
falacias y simplificaciones ideológicas de los demás párrafos del artículo no
merece la pena detenerse en esta oportunidad). Por lo pronto, solo dos
lecciones: dejar de usar ábacos para realizar cálculos, por elementales que
fueran (aunque resulte loable que así se quieran reducir los gastos del sector
público); y estar más o menos al día sobre las cifras que publica el INEI y el
BCR. Más allá de estas cuestiones aparentemente técnicas, esa "cocina" de datos
no es ingenua, por lo que solo nos cabe decir que también en este campo este
país ha empollado a toda una generación de hueveros, cada uno de los cuales se
los saca de la manga, mismo David Copperfield.
La cadena de hueveos
(aunque no suene muy elegante, el término puede usarse en público... Martha
Hildebrandt dixit) puede sintetizarse así: García acaba de decir que Toledo lo
hueveó; PPK tiene que haber hueveado a su alumno predilecto, porque este nos
hueveó con una hiperinflación de padres; y ahora el "darling de Wall Street"
(CNN) quiere huevearnos a todos con unos huevos estadísticos de avestruz. Con
todo respeto del suscrito, por supuesto, aunque suene a hueveo. Pero ya hablando
en serio: es hora de que desahuevemos (con el perdón de doña Martha) a los que
todos los días nos vienen hueveando, en especial a esos políticos que pretenden
pasar por "técnicos".