Argentina vive una de las mayores protestas en 20 años contra la ‘motosierra’ de Milei
Los recortes a la universidad pública son el detonante de manifestaciones
masivas en todo el país austral, reflejo de un creciente malestar social hacia
la política económica
Las marchas multitudinarias del martes en defensa de la universidad pública
en Argentina marcaron un punto de inflexión en el mandato presidencial de Javier
Milei. Durante sus primeros cuatro meses en el poder, Milei ha tomado decisiones
de alto impacto con el argumento de eliminar el déficit fiscal y achicar el
Estado: ha paralizado la obra pública, cerrado organismos estatales, despedido a
decenas de miles de funcionarios, bajado jubilaciones y salarios... Cada nueva
medida ha encontrado detractores y defensores, pero la agenda privatizadora
parece haber encontrado el primer límite: la universidad pública.
En un país agrietado por múltiples crisis económicas y desencantos políticos,
la educación superior pública y gratuita es uno de los pocos pilares que siguen
en pie y al que se aferran las clases bajas y medias para imaginar un futuro
mejor para sus hijos. Las imágenes de clases impartidas en aulas a oscuras o en
el exterior de las facultades por la falta de fondos para pagar la luz han
indignado tanto a peronistas y votantes de izquierda, en las antípodas de Milei,
como a votantes de otras fuerzas más cercanas al Gobierno —radicales y
macristas— e incluso a mileístas arrepentidos.
La campaña de desprestigio lanzada desde el Gobierno de ultraderecha solo ha
empeorado la situación. Milei acusó a los profesores de adoctrinar y lavar el
cerebro de estudiantes atrapados, según su lectura, en las garras del
socialismo. Tocó una fibra sensible. El presidente, graduado en Economía en una
universidad privada, no tuvo en cuenta que en muchas familias de Argentina hay
historias de personas a quienes la educación pública les cambió la vida. Sus
universidades gratuitas son además motivo de admiración en el resto de América
Latina, en especial en aquellos países en los que estudiar una carrera significa
endeudarse durante años.
Las universidades públicas argentinas solo tienen recursos para funcionar
hasta julio y ni estudiantes ni profesores saben si habrá clases en el segundo
semestre. Ni siquiera se libra de la incertidumbre la Universidad de Buenos
Aires (UBA), la más prestigiosa del país y entre las mejores de Latinoamérica.
El motivo es que el presupuesto es el mismo que en 2023, pero como la inflación
se acerca al 300% interanual, el recorte es de casi 70%. El Ejecutivo intentó
detener la semana pasada la jornada de protesta con el anuncio de un presunto
acuerdo que los rectores negaron. Los portavoces del Gobierno dijeron que se
habían girado los recursos para cubrir los gastos administrativos de marzo y
abril; desde las universidades aclararon que el problema está en la congelación
de los salarios de los docentes, que representan la mayor parte de los
egresos.
El Ejecutivo hizo lo posible por descalificar la movilización. Milei quiso
rebajarla a un acto político opositor y su ministra de Seguridad, Patricia
Bullrich, dijo que se manifestarían “los mismos de siempre”, en referencia a las
organizaciones sociales y de izquierda. Las protestas, en cambio, fueron masivas
y heterogéneas en todas las grandes ciudades del país, incluso en aquellas, como
Córdoba, donde Milei arrasó en las elecciones presidenciales. En esa ciudad del
centro del país está la primera universidad argentina, la Universidad Nacional
de Córdoba, fundada a principios del siglo XVII.
Ha sido una de las más multitudinarias desde el estallido social de la crisis
del corralito de 2001-2002. Los organizadores calcularon que solo en la ciudad
de Buenos Aires marcharon 800.000 personas, una cifra que la policía redujo a
150.000. Pero el diario La Nación cifró los manifestantes en 450.000, en base al
análisis de imágenes tomadas por drones y sobre el terreno. En medio hubo otros
hitos, como las manifestaciones feministas contra los feminicidios y a favor del
aborto legal y la gran movilización de 2017 contra un fallo de la Corte Suprema
que amenazaba otro de los pilares de la democracia argentina: la condena de los
responsables del terrorismo de Estado de la dictadura.
La clase media tuvo un rol protagónico en todas esas grandes protestas y
también en la del martes. Pero Milei dedicó el día a retuitear mensajes de
cuentas que se burlaban de los manifestantes o los atacaban. Por la noche,
publicó la imagen de un león —el animal con el que se identifica— bebiendo de
una taza en la que se lee “lágrimas de zurdos”. Su portavoz, Manuel Adorni,
permaneció en cambio en silencio. La defensa de la posición oficial quedó en
manos de algunos referentes del Pro, el partido del expresidente Mauricio Macri
(2015-2019) y hoy principal aliado del oficialismo en el Congreso. “Partidizar
la defensa de la educación es miserable además de mentiroso. Voy a defender
siempre a la educación pública así como también a la privada”, escribió en sus
redes Jorge Macri, alcalde de la ciudad de Buenos Aires y primo del
expresidente.
Tanto Milei como Macri han reducido la financiación de las escuelas públicas
mientras, en paralelo, ponían en marcha un plan de ayudas económicas destinado a
los padres que envían a sus hijos a colegios privados. En la educación superior
el trasvase de recursos es más complejo. La UBA es una de las universidades
mejor valoradas de todo el continente y la eligen alumnos de todas las clases
sociales. Dejar que desaparezca significa, para una sociedad empobrecida como la
argentina, renunciar al deseo de una movilidad ascendente que cada vez es más
difícil.
El excandidato presidencial peronista Juan Grabois advirtió a Milei de que su
ataque a la universidad pública ha generado una resistencia inédita en los
últimos meses. “Lo que sucedió en cada rincón del país sólo sucede cuando algo
mueve las placas tectónicas de una sociedad. Hoy fue la reacción de un pueblo
que si hay algo que tiene claro, algo que ni la más encendida retórica libertina
ni su innegable talento para el insulto puede oscurecer, es que la educación
pública es un derecho inalienable”, escribió Grabois en sus redes. La primera
respuesta de Milei, por el mismo canal, mostró la falta de diálogo que reina en
la política argentina: “Día glorioso para el principio de revelación. Quien
quiera oír (ver) que oiga (vea)... Viva la libertad carajo”.