Por qué algunos multimillonarios apoyarán a Trump Paul Krugman.
El peligro que el expresidente representa para la democracia
estadounidense es, o debería ser, evidente Se dice que la campaña de Donald
Trump anda escasa de efectivo. Las pequeñas donaciones están muy por detrás de
su ritmo de 2020. Los grandes mítines no son lo que más dinero le están
reportando. Algunos donantes de grandes sumas recelan, en parte porque les
preocupa (con razón) que su dinero no se utilice para la campaña, sino para
pagar las facturas legales del expresidente. Así que Trump ha estado cortejando
a multimillonarios de derechas. No tengo ni idea de hasta qué punto tendrá
éxito, pero parece muy probable que al menos algunos multimillonarios aporten
sumas considerables a un hombre que intentó anular las últimas elecciones y que
ha manifestado abiertamente sus intenciones autoritarias: utilizar el
Departamento de Justicia para perseguir a sus adversarios políticos, reunir a
millones de inmigrantes indocumentados y meterlos en campos de detención, y
otras cosas por el estilo. Lo que plantea una pregunta: ¿por qué apoyarían
los multimillonarios a una persona así? Al fin y al cabo, no han estado
sufriendo durante la presidencia de Biden. Los economistas, entre los que me
incluyo, recordamos a menudo a la gente que el mercado de valores no es la
economía. El bajo desempleo y el aumento de los salarios reales —dos cosas, por
cierto, que la economía de Biden ha conseguido, aunque mucha gente no se lo
crea— tienen mucha más relevancia para la vida de la mayoría de las
personas.
Pero los precios de las acciones son probablemente un indicador mucho mejor
de cómo les va a los muy ricos, que poseen muchos activos financieros. Y aunque
en 2020 Trump predijo un desplome bursátil si ganaba Biden, el mercado, de
hecho, ha estado alcanzando máximos históricos con la actual Administración.
¿Por qué, entonces, apoyar a un candidato que más o menos promete desatar el
caos social y político? Una respuesta evidente es que es casi seguro que los
ricos pagarían menos impuestos —y las empresas estarían menos reguladas— si gana
Trump.
Si creen, como algunos en la izquierda, que republicanos y demócratas son
básicamente lo mismo —que ambos defienden los intereses de las corporaciones y
la élite— se equivocan. El Partido Demócrata moderno no es, a pesar de lo que
digan destacados republicanos, marxista o socialista. Sin embargo, sí que tiene
antecedentes de subir los impuestos a los ricos para sufragar programas
sociales. En particular, la Ley de Atención Sanitaria Asequible utilizó los
nuevos impuestos sobre las rentas altas para pagar la cobertura sanitaria.
Estos nuevos impuestos contribuyeron a aumentar el tipo impositivo federal
efectivo del 0,01% de la población con ingresos más altos; el presidente Barack
Obama redistribuyó la renta mucho más de lo que mucha gente cree. Trump, en
cambio, aprobó un gran recorte de impuestos que favoreció a los ricos y que
revirtió en gran medida el aumento de su tipo impositivo efectivo durante la era
de Obama.
Biden propone ahora importantes aumentos de impuestos a las empresas y a los
ricos. Y ni siquiera tendría que aprobar una ley para llevar a cabo las subidas:
la mayoría de las disposiciones de la rebaja fiscal de Trump expirarán a finales
del próximo año, a menos que el Congreso la renueve.
Pero yo diría que la perspectiva de unos impuestos más bajos no debería ser
suficiente para que los multimillonarios apoyen a Trump.
Después de todo, ¿cuánto importaría realmente el dinero adicional a personas
cuyos estilos de vida ya son increíblemente fastuosos? Mi sensación desde fuera
es que, entre los muy ricos, ganar más dinero no tiene tanto que ver con lo que
pueden permitirse como con el prestigio: ganar más que otros de su mismo grupo.
Y lo que pasa con los impuestos más altos es que, como se aplicarían a todo el
mundo, no alterarían la carrera de ratas: aquellos considerados como rivales
recibirían el mismo golpe.
Y el regreso de Trump al poder convertiría a Estados Unidos en un lugar más
aterrador, lo que debería importar mucho más incluso a los multimillonarios que
unos pocos puntos porcentuales en su tipo impositivo.
Pero, ¿lo entienden? El año pasado, cuando escribí sobre el fugaz
encaprichamiento de los tipos hipermasculinos del sector tecnológico con Robert
F. Kennedy hijo, señalé que los muy ricos suelen estar menos informados sobre lo
que ocurre en el mundo que muchos ciudadanos de a pie, porque viven en una
burbuja social. El peligro que Trump representa para la democracia
estadounidense es —o debería ser— evidente. Sin embargo, puede ser menos obvio
para las personas que, a causa de su riqueza, parecen creer que saben más y
pueden rodearse de confidentes que les aseguran que sí saben más.
Pensemos en el caso de Elon Musk. ¿Hace falta decir más? También supongo que
hasta los multimillonarios que reconocen las inclinaciones autoritarias de Trump
probablemente imaginan, si es que piensan en ello, que su riqueza les protegerá
del ejercicio arbitrario del poder.
Deberían aprender —pero no lo harán— de la experiencia de los oligarcas rusos
que ayudaron a poner a Vladímir Putin en el poder. Al final descubrieron que,
una vez que uno instala a un dictador, su riqueza no es el escudo que podría
haber pensado que era y es posible que se encuentre con que le mandan a Siberia.
Y antes de que digan que es imposible aplicar a Estados Unidos ese pensamiento
del peor escenario posible, tengan en cuenta que los alarmistas respecto a Trump
han estado en su mayoría en lo cierto y los apologistas han estado en su mayoría
equivocados; soy lo suficientemente viejo como para recordar cuando el ex jefe
de personal en funciones de Trump escribió: “Si pierde, Trump se rendirá con
elegancia”.
Entonces, ¿obtendrá Trump el apoyo de los multimillonarios? Probablemente. Si
gana, ¿acabarán arrepintiéndose de su elección? Yo creo que sí, pero para
entonces será demasiado tarde.