Hace unos
días apareció en el Twitter una etiqueta que hacía referencia a la izquierda,
calificándola de parásita.¿Cuánto decierto podía
haber en aquel calificativo?Para
encontrar respuesta a tal interrogante, basta con observar la conducta política
del mencionado sector.Al respecto,
veamos qué ocurrió en el devenir histórico electoral del Perú.
En el más
reciente proceso presidencial, el del año 2016, la izquierda, que siempre se
había proclamado anti capitalista, incitó a sus seguidores a votar por PPK.La excusa entonces fue, y sigue siendo,
que había que impedir la llegada de Keiko Fujimori al
poder.
En el año
2011, la izquierda también se opuso a la candidatura de Keiko.Y obviamente, en el año 2021, si se
diera el caso, haría lo mismo para mantener esa imagen de inmaculada oposición a
todo lo que sea fujimorismo.Por lo
tanto, estaríamos pues ante un modo de actuar coherente, frente al cual uno
tendría que sacarse el sombrero.
Tal
posición es coincidente con la asumida por Mario Vargas Llosa, quien no pierde
la oportunidad de criticar al fujimorismo.Y a propósito, a modo de información, sobre todo para las nuevas
generaciones, conviene recordar que el escritor fue derrotado como candidato a
la presidencia en 1990.Cito aquel
proceso, porque Vargas Llosa tuvo que enfrentarse entonces al candidato Alberto
Fujimori.
¿Cuál fue
la postura de la izquierda en esa oportunidad?Siguiendo su línea de conducta, podría
pensarse que esta le dio su total apoyo al escritor y candidato del Fredemo,
para cerrarle el paso a Fujimori.Sin embargo, lo que sucedió fue lo totalmente opuesto.En efecto, en esa oportunidad, el
chinito de la honradez, la tecnología y el trabajo contó con el apoyo de la
izquierda.Y aunque a los
profesionales del olvido no les guste, debe recordarse que la izquierdatuvo hasta ministros en el gobierno de
Cambio Noventa.
La actitud
cambiante, que se puede observar en la izquierda, tiene su explicación en la
condición parasitaria de esta.En
su conjunto, la izquierda es la expresión de una plaga constituida por piojos,
pulgas, ácaros, chinches, liendres, alimañas, garrapatas y demás bichos
aristocráticos y pequeño burgueses de la supuesta política, que se reclaman ser
los agentes del cambio dialéctico, pero que no tienen la capacidad de
evolucionar.Valiéndose de un doble
discurso, y partiendo de una cuidadosa prostitución de conceptos, semejantes
bichos se esmeran en defender la vigencia de las relaciones de poder, así como
la permanencia y perpetuación de los gobiernos que les permitengozar de puestos y privilegios que, por
su propio mérito, habría que ver si serían capaces de
conseguir.
La izquierda ha
pretendido presentarse como la antítesis de la derecha.Sin embargo, en el dinámico devenir del
ejercicio del poder, la síntesis dialéctica que resulta es más que
impresionante.Y es que, en la
práctica, no hay peor derecha que la izquierda
parásita.