El asesinato del líder social Martin Luther King en abril de 1968 provocó las
mayores movilizaciones de la historia contemporánea de los EE.UU. Años antes, en
agosto de 1963, el pastor afroamericano había convocado a 250 mil personas en la
ciudad de Washington, en un famoso acto popularizado por la frase "I have a
dream". ¿Qué pasó luego de ese discurso? John Fitzgerald Kennedy y Luther King
tuvieron algún acercamiento. A fines de ese año Kennedy es asesinado y cinco
años después, durante la presidencia de Lyndon B. Johnson, matan a Luther King.
En el medio, en febrero de 1965, es abatido el activista Malcom X. Esa también
es la historia de los Estados Unidos de América, siempre edulcorada por algunos
sectores del establishment de nuestros países, encandilados por la primera
potencia mundial: una historia escrita con sangre. Y por la sangre de los
mismos: los oprimidos, aquellos que fueron esclavos durante más de dos
siglos. Leer más Trump dice que fue al búnker a hacer "una inspección" "
Mientras las protestas se multiplicaban en torno a la Casa Blanca Leer
más De la salida de Valorant a Louta viviendo en el 2030 " Recomendados
musicales y de cultura joven para los próximos días en los #Hashtags del NO
Richard Nixon ganó las elecciones de 1968 con una frase: "ley y orden". Fue
un slogan contra la ampliación de derechos de Johnson, pero también contra las
revueltas tras el asesinato de Luther King. Es lo mismo que ahora tuitea Donald
Trump, "ley y orden", antes de ir Biblia en mano a una vieja Iglesia, sumando
condimentos conservadores a su plato. Trump quiere que los gobernadores repriman
las movilizaciones y por eso los amenaza: busca extinguir cuanto antes una
movilización que lo dejó confinado en un bunker de la Casa Blanca durante una
hora. Algo impensado para un magnate que siempre se creyó todopoderoso, que
pensó que el límite de su billetera era el cielo. De nada le sirvieron sus 2 mil
millones de dólares declarados y su sillón de la Casa Blanca en la hora en la
cual el Servicio Secreto le mostró su vulnerabilidad y lo refugió ante el
peligro externo.
Ahora, golpeado y ofuscado, chamuscado, quiere que exista al menos un costo
compartido en despejar las calles. Quiere que otros paguen el precio de
reprimir. No es la primera vez que el ex presentador televisivo "toma prestado"
un slogan electoral: el famoso "Make America Great Again" era de Ronald Reagan
en 1980. Si George Floyd perdió su vida por un presunto billete falso de veinte
dólares, tras lo cual un criminal apoyó su rodilla durante ocho minutos en su
cabeza, Trump quiere permanecer vivo en la política con otra frase robada.
Enemigo de las protestas por igualdad y justicia, pero amigo de lo ajeno
siempre. Más de cinco décadas después del "I have a dream" de Luther King,
los manifestantes cantan "I Can´t breath". Habla de los nulos avances de la
comunidad afroamericana en EEUU, a pesar de haber tenido un presidente propio,
Barack Obama: pasaron de querer soñar a pedir respirar. Ese último suspiro
fueron las palabras finales de George Floyd, pero también lo que dijo Eric
Garner, asesinado de forma similar en New York durante el año 2014, cuando el
propio Obama era presidente. Antes hubo otros levantamientos importantes: Los
Angeles 1992, por ejemplo, cuando un jurado absolvió a los policias implicados
en una brutal golpiza al taxista negro Rodney King. En ese entonces fueron siete
días de una ciudad en batalla completa, con más de 50 fallecidos y miles de
heridos. ¿Quién era el presidente en 1992? El republicano Bush padre, que perdió
en su intento de reelección con el demócrata Bill Clinton. Leer más Mark
Esper " Página12 Trump busca el espejo de Nixon porque odiaría mirarse en el
del Bush ya fallecido, que cayó electoralmente tras las protestas. Pero hay una
situación adicional: EEUU vive la mayor recesión desde la Gran Depresión de
1929. El año de la pandemia, este 2020 por el cual transitamos, ya dejó a más de
30 millones de estadounidenses en la calle, pidiendo el seguro de desempleo en
un país donde es demasiado sencillo despedir. Esa bronca, actual, se acumula a
la otra: a la de décadas de segregación, opresión, salarios más bajos, derechos
nulos. Trump vive una tormenta perfecta: su castillo de "paz económica" se cayó
en un abrir y cerrar de ojos, y ahora se sumaron las movilizaciones más
importantes que haya tenido que enfrentar un Jefe de Estado en las últimas cinco
décadas. No solo se pone a prueba su liderazgo: también los resortes
democráticos de un país que siempre le dio lecciones al mundo sin terminar de
procesar su propia historia. Juan Manuel Karg es politólogo UBA. Analista
Internacional Página 12.