Largo trajín le espera al sistema pensionario, por César Gutiérrez
Enviada la semana pasada al archivo del Congreso de la
República, la supuesta propuesta de reforma del sistema de pensiones del Poder
Ejecutivo, se aprobó por el pleno del Legislativo conformar un grupo
multipartidario de 9 miembros, que en un plazo de 150 días deberá presentar un
proyecto de ley que defina el rumbo del sector.
Estará en juego la normativa aplicable al sistema pensionario
estatal, privado y el programa asistencialista denominado Juntos. La motivación
ha partido del malestar por las bajas pensiones otorgadas por el sistema privado
a cargo de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), que en promedio son
del orden del 25% del último sueldo percibido en actividad.
El objetivo central debe ser obtener pensiones justas, por un
manejo técnico, de los fondos que a marzo de este año ascendían a 45 mil
millones de dólares, pertenecientes 7.5 millones de afiliados, de los cuales
solo el 43% era aportantes regulares.
Hay por el momento hasta cinco propuestas en el Congreso, que
van desde la desaparición del sistema de AFP, previa reforma constitucional,
hasta la pretensión que se exijan resultados mínimos anuales. Hay mucho
desconocimiento, ánimo de vindicta, ideología y voluntarismo. El tema es técnico
y la decisión final será política.
La gran interrogante es ¿qué criterios primarán? Para el debate
tendrán que aportarse elementos de juicio racionales y capacidad de persuasión
para que los legisladores lo tomen. Tendrán que aprender aceleradamente las
partes a hacer esta tarea, que hasta el momento no lo han hecho y tienen a la
opinión pública con una mayoría en contra.
La prédica de las AFP a través de sus voceros oficiales,
oficiosos y rentados, ha sido muy mala. No hacen docencia, peca de soberbia y
mira al aportante con desdén. Por su parte la intervención estatal ha sido laxa,
concesiva y mimetizada con el accionar de las administradoras.
En las circunstancias que vivimos, caída estrepitosa del PBI
(16% en marzo) y el desempleo creciente (1.2 millones); a lo que se suma un
gobierno inoperante para el debate democrático; cualquier cosa podrá pasar con
el destino del sistema pensionario. El resentimiento y la demagogia pueden pasar
por encima de la racionalidad, si no hay estrategia.