Hasta hace no mucho todo era diferente. La vida
cotidiana daba la sensación de transcurrir en una atmósfera rutinaria. Los temas
de conversación en las reuniones de parientes y amigos eran otros. Los días
pasaban volando; ni qué decir de los meses y años.
Sin embargo, todo cambió como en un abrir y cerrar
de ojos. El
tiempo se fue haciendo más lento y se detuvo.Ya no hubo diferencia entre un
martes, jueves, o sábado.Cualquiera de los días daba la
impresión de ser un domingo por la tarde.Las calles y avenidas guardaron silencio, la gente se quedó en sus
casas.¿Qué fue lo que
sucedió?
El Coronavirus llegó. Llegó, como enviado por obra de un conjuro orientado a dejar profundas
marcas en nuestras vidas.No es poco lo que se ha dicho, se
dice y se dirá sobre su naturaleza, su agresividad, su presencia y sus
consecuencias, no solo en el campo biológico, sino en el económico así como en
el {ámbito político.
El Coronavirus nos ha causado problemas muy
serios.Nos
ha puesto en una situación que el común de la gente no esperaba; situación que
ojalá no llegue a parecerse a la que se pudo ver en la película Lo que el viento
se llevó.¿Y qué es lo que se está llevando hoy el
Coronavirus?Fundamentalmente la valiosa vida de los ancianos y
los más vulnerables.
¿Qué nos va a quedar entonces?Un gran vacío generacional.El Coronavirus nos dejará una
orfandad de magnitud insospechada.Al arrancarnos a los viejos, nos
dejará sin sus afectos, pero también sin un cúmulo de experiencias y
conocimientos que tan necesarios son y que no siempre hemos
valorado.
De nuestra economía ni qué decir.En términos metafóricos, nuestra base económica ha
sufrido las consecuencias de un mazazo que ha recibido de parte del
Coronavirus.Y como es de esperarse, aunque no suene simpático
decirlo, ello traerá repercusiones a nivel de nuestra
superestructura.
La situación es tal que compromete la estabilidad
económica, política y cultural de toda nuestra sociedad.Aquí no estamos frente a una problemática de tipo
individual.El drama no es exclusivo de fulano ni de
mengano.En consecuencia, es nuestra sociedad la que
requiere una atención muy especial.Cabe dejar claramente establecido
que tal requerimiento no es nada nuevo, pero hoy resulta
indispensable.
Nuestra sociedad necesita un tratamiento de
recuperación y estabilización que consiste en la puesta en práctica de un
trabajo de apoyo terapéutico.Sin embargo, cabe señalar que para alcanzar
resultados positivos, el mencionado tratamiento debe darse en la raíz de
nuestra red de organizaciones institucionales.En concreto, el tratamiento debe
darse en el ámbito de la familia natural, ya que esta es la célula básica de la
sociedad.
La tarea que nos espera es ardua.Por una parte, tiene una dimensión pública
relacionada con los tres niveles del estado: el nacional, el regional y el
municipal.Recuérdese que el estado es el promotor y
articulador natural del funcionamiento de los grupos intermedios, cuya finalidad
es la gestión social tendiente a la superación de los problemas de la comunidad,
para alcanzar el bien común.Pero cabe precisar que la mencionada tarea también
tiene una dimensión íntimamente ligada a los integrantes de la comunidad, o sea
los miembros de la familia.
¿Qué es lo que los miembros de la familia podrían
hacer?En
principio aprovechar una oportunidad de oro como la que se nos presenta en medio
de la actual situación.En efecto, hoy que estamos en la
casa tenemos la valiosa oportunidad de redescubrir el valor de la vida en
familia.
No dejemos pasar la posibilidad que ahora tenemos
de experimentar lo importante y útil que resulta compartir con nuestros padres,
hermanos e hijos.En cuanto a esto último, pienso que ese compartir debería convertirse
en una práctica que perdure luego de la actual crisis. En el caso de haber
estado solos, dispersos, desunidos, forjemos una nueva etapa de vida, como
integrantes de la pequeña sociedad natural que se origina en el
hogar.
Tengamos presente que la familia no existe por
gusto. Rescatemos a la familia de la indiferencia y el descuido, producto del
individualismo, así como del abandono que ha sufrido por parte del estado.Recordemos que es
en ella donde permanecen y se transmiten los valores morales y la energía
sentimental, que se requieren para sentar las bases integrales de una sociedad
sólida y estable, capaz de enfrentar situaciones como la que hoy se nos
presenta.Hagamos un alto y propongámonos recuperar las
raíces de la familia. Solo una familia bien consolidada nos permitirá forjar una
sociedad plena y pródiga; una sociedad, como la que hoy nos está faltando, para
poder salir adelante en el terreno material y
espiritual.