La esfera virtual más allá del Covid-19, por Augusto Thornberry
I
La principal lección de la presente pandemia no debe pasar
desapercibida. Sin importar en dónde se originó el virus, lo cierto es que la
comunidad internacional recibió múltiples advertencias de que el riesgo de la
aparición de un nuevo virus desconocido era probable, y que ningún país estaba
preparado para hacerle frente. Peter Daszak, en el New York Times, describe el
trabajo presentado en el 2018 ante la OMS, al igual que Samuel Brannen y
Kathleen Hicks en Politico, describen el escenario de simulación de una pandemia
por coronavirus, ejercicio realizado por un grupo de expertos en el 2019.
Su mensaje central consiste en mostrar que los países sólo
reaccionan cuando ya se presentó la crisis y que, una vez que ésta pasó, el
entusiasmo por invertir en vacunas y otros elementos preventivos se desvanece.
Así ha ocurrido con el VIH, el SARS o el MERS, por citar algunos ejemplos. Ojalá
que en esta ocasión los Estados tomen conciencia de que, con los millones de
virus que existen, y otros nuevos que aparecerán como consecuencia de mutaciones
genéticas, la prevención de pandemias debería ser un punto ordinario en la
agenda de las autoridades y los presupuestos públicos. Y que, además del
financiamiento de personal y equipos para este fin, refuercen los mecanismos de
cooperación internacional contra las epidemias.
Pero el aspecto médico no es el único a tener en cuenta.
Algunos anuncian, con razón, que el mundo no volverá a ser el mismo después del
Covid-19. El paisaje mundial post coronavirus luce devastador, en efecto: la
recesión económica que ya ha empezado agravará los problemas que tenía el mundo,
y tardaremos años en superarla. La vida social y cultural estará signada por el
miedo y la desconfianza al otro, y el temor de nuevas crisis.
Aun así, no dejemos que nuestro estado de ánimo actual nos
impida ver más allá. La cuarentena mundial ha resultado beneficiosa para el
medio ambiente, y debemos aprovechar y dar sostenibilidad a esa mejoría cuando
la emergencia pase.
II
En un mundo en aislamiento social y temeroso de las pandemias,
el teletrabajo se debería convertir en la norma. Ahora tiene muchas limitaciones
en países como el Perú por la falta de preparación y de costumbre, pero eso
puede cambiar. Tal vez las políticas públicas en materia de generación de
empleo, fomento de negocios, educación, salud, Ciencia y Tecnología, deberían
fijarse como objetivo común y prioritario el de generalizar el teletrabajo y la
realidad virtual.
Menos contacto físico, lo que conlleva menos desplazamientos
físicos, reduciría la huella de carbono, al mismo tiempo que la propagación de
enfermedades contagiosas, aliviaría el problema del transporte, reduciría costos
fijos de las empresas; los productos podrían ser diseñados más a la medida del
consumidor individual (“customization”- incluso en Educación); mejorarían la
trazabilidad de las transacciones (con blockchain y e-procurement) permitiendo
así reducir la corrupción y el crimen; el gobierno digital acercaría la
administración a los ciudadanos, ahorrándoles tiempo y desplazamientos; y, en
general, éstas y otras estrategias de trabajo en redes electrónicas ayudarían a
mejorar mucho la situación de la Humanidad y del planeta, comparada con la de
los últimos 70 años.
Por otra parte todos los Estados deben incrementar sus
capacidades en esa esfera, para poder hacer frente a la época de guerras
cibernéticas y cibercrimen en la que ya hemos entrado, pero que está todavía en
una fase incipiente. En este aspecto, como en el de las pandemias, lo peor está
por venir, si no hacemos nada mientras tanto.
III
La columna vertebral de esas políticas públicas es el
desarrollo y gobernanza de la red global. Construir la infraestructura material
e institucional de Internet sería el andamiaje; lograr la creación de contenidos
para un entorno personal educativo, laboral y social sería la meta.
Una política en la que todos los organismos del Estado
convergen en un plan y un objetivo mancomunado –lo que la OCDE denomina la
modalidad “Whole of Government”- en el sentido que venimos de sugerir, generaría
mucho empleo en el sector de infraestructura: tendido de cables de fibra óptica
en todo el país, instalación de antenas, Data Centers, equipos informáticos y de
telecomunicaciones, entre otros.
Al mismo tiempo podría generar aún más empleo en la creación de
aplicativos, diseño y programación de materiales de estudio y formación,
programas de gestión y otros similares. Diseño, programación, operación y
comercialización de software y reparación y mantenimiento de hardware de
comunicaciones crearían miles de oportunidades de empleo para las generaciones
de nativos digitales, es decir, para los jóvenes. La tecnología 5G ofrece mucho
de esto, pero la prioridad del teletrabajo, la educación a distancia, la
telesalud, el gobierno electrónico y el comercio electrónico debe ser
explícitamente formulada y debe constituirse en el núcleo y eje de todo el
desarrollo tecnológico.
IV
Los miles de millones de dólares y euros que los bancos
centrales y los gobiernos de muchos países están destinando a manos llenas a la
reconstrucción de sus economías representan una monumental inyección de liquidez
en el sistema financiero mundial, pero serán estériles si son destinados a
modelos de negocios pre-crisis. Es necesario un cambio de mentalidad en este
aspecto, tanto en los países ricos como en los que, como el Perú, deben
complementar sus esfuerzos de desarrollo con inversión privada nacional e
internacional.
Tanto la conectividad física de las redes electrónicas como la
gestión y gobernanza de sus contenidos, requieren de una genuina y estrecha
cooperación entre Estados, comunidad científica, empresarios y ciudadanos de
todo el mundo.
A contracorriente del aislacionismo, autosuficiencia,
xenofobia, racismo y exclusivismo seudo nacionalista de los populismos
emergentes, lo que el mundo necesita es más solidaridad, más cooperación y más
equidad. Las pandemias, como el crimen organizado y la degradación del medio
ambiente, sólo pueden ser solucionadas con planes, estrategias y acciones
globales.
La filosofía que llevó a la creación de la red global (World
Wide Web) debe seguir inspirándonos. Digamos junto con su fundador, Sir Tim
Berners-Lee: “the Web as I envisaged it, we have not seen it yet. The
future is still so much bigger than the past.”
Hagamos que, gracias a la cooperación y solidaridad
internacionales, expresadas en este caso a través de la difusión de ideas y el
conocimiento compartido, el futuro sea mucho más grande que el pasado.