Algunos apuntes sobre una vieja conservadora - por Luis Hernández P.
Frente
a la nefasta derecha mercantilista de nuestro país, la izquierda se presenta
como la campeona del anti fujimorismo. Hay que ver a esa izquierda, sobre todo
en tiempos electorales, cómo marcha por la ciudad, pretendiendo dejar constancia
callejera de su rabiosa postura.Sin embargo, resulta muy interesante plantear la siguiente pregunta:
¿Desde cuándo la izquierda es anti fujimorista?Porque repasando nuestra historia
podríamos llevarnos más de una sorpresa, en relación con su conducta.
A
propósito, para encontrar la respuesta a nuestra interrogante conviene recordar
y tener muy presente lo que ocurrió en 1990.En ese año debía elegirse un nuevo jefe
de estado, lo que no es lo mismo que decir jefe de gobierno. Entonces
hubieron dos candidatos que despuntaron, hasta llegar a la segunda vuelta.Uno de ellos fue Vargas Llosa, quien
salía de las aguas literarias para postular a la presidencia de la república.
El otro fue el ingeniero Alberto
Fujimori, quien hasta entonces había ejercido la docencia universitaria y había
tenido un programa de televisión en el canal del estado.
En
aquel proceso electoral, Vargas Llosa se opuso con todo a la posibilidad de que
Fujimori llegue al gobierno.Sin
embargo, la izquierda, esa izquierda que hoy se viste de anti fujimorista,
terminó cerrando filas en contra del escritor.
La
experiencia demuestra que, a lo largo del devenir histórico, la izquierda ha
asumido y asume una postura política anti, que varía en el tiempo, en función a
su conveniencia.En tal sentido,
si en el año noventa la izquierda se puso en contra de Vargas Llosa, lo hizo
para tratar de conservar los privilegios que había conseguido luego de
encaramarse en la burocracia que se forjó, a raíz del régimen militarista de
1968.En ese mismo sentido, si en
la actualidad la izquierda es anti fujimorista, lo es porque de ese modo trata
de conservar las gollorías y las posiciones que ha conseguido a partir del
gobierno de Paniagua.
La
izquierda simboliza la figura política de una vieja conservadora de fino y
rancio abolengo, cuya forma de proceder es de lo más descarada.Esta no tiene escrúpulos a la hora de mentir, desinformar y traicionar a
sus reclutitas, con tal de jalar agua para su molino.En el fondo, esa izquierda es amante financiera del cambalache que se
produce en un país mercantilista como el nuestro, y solo puede sobrevivir a
condición de agarrarse con uñas y dientes de todo lo que pueda lograr bajo la
sombra del estado.
Aunque
pudiese sonar a eslogan, los hechos demuestran que donde está el gran capital
ahí está la izquierda.En una
forma sigilosa, de espaldas a ese pueblo que dice defender, esta se junta con
los poderosos y les ofrece sus servicios demagógicos, así como su experiencia en
cuanto al manejo de masas para que no haya protestas frente a la injusticia o
para que, en todo caso, la protesta que pudiese haber sea selectiva y dirigida
en contra de lo que más se oponga al gran capital.
La
izquierda se alquila al mejor postor.Por eso no sería de extrañar que, de acá a unos años, comience a criticar
y denunciar todas las miserias de lujo que hoy tapa.Eso dependerá de cuál sea el grupo financiero que surja y la contrate.
La izquierda asumirá una posición
acorde con los requerimientos de su cliente, para darle la tranquilidad y la
estabilidad que este demanda.
Ya
es hora que se conozca la real entraña de esa izquierda, la cual no es tan
enemiga de la derecha rentista y mercantilista como dice serlo.Al respecto, no olvidemos de dónde vino la recomendación en quechua para
votar por PPK en el año 2016, usando como pretexto el peligro llamado
Keiko.Tengamos muy presente el
transfondo de cada una de las falsas actitudes y poses fariseas que la izquierda
asume, para que no terminemos sorprendidos y vilmente estafados por
ella.