Viejas fiebres autoritarias del izquierdismo regresan, por Enrique Valderrama
La tentación totalitaria ha regresado al continente y al Perú justo cuando
los antiguos comunistas, que acababan de salir de la juventud y que atravesaron
la brutal depresión de la caída del muro de Berlín, lo cual los hizo abandonar
la insensatez pro soviética y dejar el romanticismo para dedicarse a vivir de la
cooperación internacional o a participar de las empresas familiares, empiezan a
vivir su vejez y las vetustas fiebres juveniles regresan a cuerpos y mentes más
corruptos y sensuales. Están, en buena cuenta, atravesando su segunda
adolescencia. Quieren decirse a sí mismos que sus años entregados al ideal
comunitario no fueron un desperdicio, como en efecto lo fueron. Quieren, a costa
del resto, volver a sentirse revolucionarios. No les importa ya despedazar la
falsa fama de demócratas que casi 3 décadas les costó – con mucho cinismo y
resignación- construir para ser aceptados por todos los círculos sociales y
políticos; hasta en sendos ágapes de embajadas norteamericanas y europeas.
Siguen creyendo que la realidad puede acoplarse a sus viejos dogmas y deseos;
que el libro o manual esquemático puede por sí solo moldear lo fáctico. Creen
que esta vez sí destruirán al capitalismo. Sus pequeños odios a aquello que se
asome a representar hoy a las nuevas capas emergentes los enceguecen. Se siguen
sintiendo predestinados y portadores de una moral superior. Creen que las
condiciones para tal hazaña de devastación están dadas hoy mucho más que hace 40
años. Ni la experiencia aterradora de la Cuba de los Castro ni la tragedia
humanitaria de la Venezuela de Chávez-Maduro los han conmovido un ápice.
En buena cuenta han enloquecido. No se dan cuenta que antes eran tontos
útiles de la URSS, como hoy lo son en el fondo de China, Rusia e incluso Irán.
Acabarán devorados por la contundencia de las masas exigiendo libertad
auténtica, política y económica, más temprano que tarde. Los pueblos buscan
riqueza, no igualdad en la miseria. Haya de la Torre lo vio antes que nadie y
por eso lo odian.
Creen que la juventud está de su lado, no caen en la cuenta que sólo los
siguen unos pocos miles de ‘zombies’ a los que les han cercenado su capacidad de
pensar y marchan sin saber si quiera por qué, solo consumidos por un odio
inoculado, el cual ni siquiera terminan de entender en su dimensión clasista y
hasta racial. Para ellos son más importantes 2 o 3 mil manifestantes en contra
de un parlamento, ciertamente desprestigiado y errático, que 25 mil que se
movilizan por su derecho al agua potable o a titulación.
El fin de esa generación de izquierdistas y ex izquierdistas se acerca y su
legado será sólo odio y caudillos corruptos. Su propuesta finalmente no será más
que ser piezas de un ajedrez de poder mundial superior, del que nunca han sido
conscientes, ya que, como buenos ignorantes, son soberbios. La geopolítica nunca
fue lo suyo, sobre ella no tienen ni descripción ni propuesta, teniendo, hasta
el final, miedo a pensar. No dejarán ni un solo Partido democrático
estructurado, ni un solo país en tránsito al desarrollo. Nada. Estos
izquierdistas criollos, adherentes del “socialismo del siglo XXI”, de
pretendidos herederos de Mariategui terminaron en eunucos del Foro de Sao
Paulo.