John Maynard Keynes pontificaba un círculo virtuoso: “el aumento de salarios,
aumenta el consumo e inversión que, a su vez, aumenta el empleo y con ello
aumentan la producción y la industria que genera bienes y servicios, que
inmediatamente contratan más mano de obra”. Por cierto, nada de eso sucede en el
actual gobierno 2016-2019 de Martín Vizcarra-PPK.
Con el Golpe del 30-S (o la famosa “Disolución del Congreso por denegación
fáctica”), no hay manera de que crezca la inversión en el corto plazo debido a
la incertidumbre que genera enfrentar tres elecciones en los próximos 18 meses
(enero 2020, abril 2021 y junio 2021), que incrementa el riesgo de variar la
reglas de juego de la Constitución de 1993. Para remate, en el entorno
internacional no soplan vientos a favor por la guerra comercial entre nuestros
principales socios.
Sin inversión, no hay manera de generar empleo. Según la información oficial,
el “empleo adecuado” -es decir, aquellos que trabajan una jornada semanal de 35
horas o más y que reciben ingresos por encima del sueldo mínimo- ha crecido en
apenas 227 mil puestos anuales, un aumento de 680,700 puestos de trabajo en el
trienio.
En lo que va del Siglo XXI hay cifras notablemente superiores. Por ejemplo,
en el segundo Gobierno de Alan García (2006-2011) se crearon nada menos que 740
mil puestos de “empleo adecuado” anuales, es decir tres veces más (Evolución de
los Indicadores de Empleo e Ingresos por Departamentos 2004-2011, INEI).
Pedro Francke, que no es precisamente un enemigo frontal del Gobierno, señala
que desde mediados del 2015 el empleo en Lima está estancado, lo que se debe
esencialmente a que sectores claves como la industria y los servicios no crecen,
y la situación económica se agrava por dos factores: el primero, la competencia
de 900 mil venezolanos y el segundo, el abandono de la agricultura familiar
campesina.
La ministra de Economía, Antonieta “Tony” Alva, que predicaba hace muy poco
que “el poder político debe servir para construir una sociedad en la que las
personas a quienes sirve puedan ser felices”, no debería olvidar que sin chamba
no hay paraíso.