La Tercera de Chile: Muere el expresidente peruano Alan García tras dispararse ante detención
Dos veces presidente, en un país en que la volatilidad
política es la norma, el líder histórico del APRA fallecido este miércoles, se
convirtió en un emblema sin el cual es imposible entender la actualidad del
país.
El expresidente peruano Alan García falleció hoy tras
dispararse en la cabeza- al interior de su dormitorio -en el momento en que la
policía llegaba a su casa para detenerlo, en el marco de la investigación del
caso Odebrecht.
A pesar de los intentos del equipo médico del hospital Casimiro
Ulloa en Miraflores, y de la intervención quirúrgica a la que fue sometido, la
gravedad del impacto de bala impidió que pudiera sobreponerse.
De acuerdo a los doctores del centro hospitalario, sufrió tres
paros cardiorespiratorios, los que logró superar. Sin embargo, de esta forma se
pone fin a la vida de un emblema en la vida política del vecino país y que
también tuvo una estrecha relación con Chile; y que en los últimos días insistió
en su defensa por las acusaciones de corrupción:
El expresidente peruano Alan García falleció hoy tras
dispararse en la cabeza- al interior de su dormitorio -en el momento en que la
policía llegaba a su casa para detenerlo, en el marco de la investigación del
caso Odebrecht.
A pesar de los intentos del equipo médico del hospital Casimiro
Ulloa en Miraflores, y de la intervención quirúrgica a la que fue sometido, la
gravedad del impacto de bala impidió que pudiera sobreponerse.
De acuerdo a los doctores del centro hospitalario, sufrió tres
paros cardiorespiratorios, los que logró superar. Sin embargo, de esta forma se
pone fin a la vida de un emblema en la vida política del vecino país y que
también tuvo una estrecha relación con Chile; y que en los últimos días insistió
en su defensa por las acusaciones de corrupción.
SU VIDA POLÍTICA Fue una renuncia la que
oficialmente convirtió a Alan García Pérez en presidente del Perú con apenas 35
años. En este caso, la renuncia fue un desistimiento: aunque en la primera
vuelta electoral había obtenido más del 50% de los votos válidamente emitidos,
la legislación del país exigía que también se superara la mitad más uno de los
votos totales. Pero el triunfo había sido tan abrumador que su rival en el
eventual balotaje decidió no presentarse. Era 1985 y el joven político se
convertía en una estrella emergente no sólo de su país, sino de América
Latina.
Discípulo aventajado de Víctor Raúl Haya de la Torre, el
fundador del Partido Aprista -de inspiración original de centroizquierda-,
García asumía en un escenario complejísimo, con un país asolado por la violencia
terrorista de Sendero Luminoso y con un panorama económico que no se veía
favorable. Pero su primer gobierno terminaría en medio del descrédito, con una
inflación que rompía récords y una gestión que le valió el apodo de “Caballo
Loco”. Luego, en el gobierno de su sucesor Alberto Fujimori, debió
autoexiliarse, evitando así enfrentar las acusaciones que se levantaban contra
su gestión, motivadas, según acusaba García, por temas políticos.
De esa época hay una anécdota casi mitológica que refleja su
perfil. Cuando los efectivos peruanos buscaban detenerlo, el exmandatario se las
ingenió para escaparse por los tejados de las casas aledañas, consiguió refugio
en viviendas de amigos y finalmente se escondió en la maleta de un auto para
partir a Colombia, el país que le concedió finalmente el asilo diplomático.
El tiempo haría su efecto. García se rehabilitaría como figura
política. Ya en 2001, conseguiría un segundo lugar en las elecciones
presidenciales, siendo derrotado por Alejandro Toledo. Y cinco años después,
sería él quien le ganaría en la misma instancia a Ollanta Humala, regresando a
la presidencia peruana.
Esta vez, su gobierno ya no sería de centroizquierda, sino que
se orientaría, al menos en términos económicos, a mantener el modelo liberal que
mostraba avances en el país. De hecho, el siempre locuaz mandatario fue un duro
crítico de Hugo Chávez e intentó mantener cercanía con gobiernos afines en la
región.
En el caso de la relación con Chile, sin embargo, su segundo
período estaría marcado por un hito: la demanda presentada ante la Corte
Internacional de La Haya planteando que el límite marítimo entre ambos países no
estaba zanjado. Eso llevó a un tenso vínculo con Michelle Bachelet y, luego, a
que durante el gobierno de Sebastián Piñera se apostara por lo que se denominó
como la política de “cuerdas separadas”, es decir, intentar descomprimir los
lazos en todos los temas que no involucraran el diferendo.
Fue posterior a su gobierno que la sombra del caso Odebrecht lo
perseguiría. Tal como a los otros cuatro expresidentes peruanos vivos -Fujimori,
Toledo, Humala y Pedro Pablo Kuczynski-, las acusaciones de presuntos sobornos y
corrupción desataron investigaciones en su contra. El año pasado, ante otra
inminente detención, García se había refugiado en la embajada de Uruguay en
Lima, pidiendo un asilo que finalmente no llegó. Este miércoles, su decisión fue
distinta, dando un trágico final al político peruano más relevante de las
últimas cuatro décadas.