El presidente Vizcarra acaba de resaltar que durante el 2018 la
pobreza se ha reducido en 1.2% (de 21.7% a 20.5%), soslayando que en el 2017 se
había incrementado en 1%. Un pasito para adelante luego de un pasito para
atrás.
Se califica como pobres aquellas familias (cuatro personas)
cuyo ingreso mensual es menor a S/ 1,376 (S/ 344 por persona). Sin
embargo, este cálculo tiene como distorsión que se ha realizado con precios del
2009 (Encuesta Nacional de Presupuestos Familiares 2008-2009). Se mide los
ingresos pero no se evalúa la realidad. “En la región de Madre de Dios, la
pobreza es menos de 10% pero la anemia es mayor a 58%, lo cual es un fotografía
bastante incoherente” (Farid Matuk 19/08/16).
Otra mirada es observar la desigualdad en los ingresos dentro
de un país con el coeficiente de Gini (sociólogo italiano Corrado Gini
1884-1965) donde, en un rango entre 0 y 100, cero es la igualdad perfecta
y 1 la perfecta desigualdad.
El Coeficiente Gini de Perú se ubicó en 0.433 en el 2017 (0.537
en 1997), retrocediendo desde el 2014, cuando bajamos a 0.432. Países con una
menor desigualdad y clase media más robusta, como Argentina y Uruguay, tienen un
Gini de 0.406 y 0.395 respectivamente, mientras Estados Unidos y Finlandia
tienen 0.346 y 0.271.
El economista Bruno Seminario señala que las mediciones del
Gini (realizadas por el Banco Mundial y el INEI) subestiman la desigualdad, ya
que se elaboran a partir de la ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares) que al
recoger información sobre ingresos y consumos de los hogares incorporan un error
en la medición debido a que los hogares más ricos no responden la encuesta, por
lo que se recoge un sesgo hacia una mayor igualdad (“Desigualdad (Re)considerada
Perú 1997-2015”).
Seminario en ese estudio obtiene un Gini de ingreso en el 2015
de 66.7, lejos de Namibia (0.70, el país más desigual), pero superando a
Colombia (0.535) y Brasil (0.529), los más desiguales de Sudamerica.
La desigualdad mundial se ha ido incrementando, retrocediendo
hacia niveles que recuerdan a la Europa del Siglo XIX, para lo cual el
liberal Consenso de Washington recomendó la única receta que no hemos aplicado:
ampliación de la base tributaria y subir los impuestos a los mayores ingresos.
El economista francés Thomas Piketty sostiene que la única manera de avanzar
hacia la igualdad es colocar impuestos a las herencias familiares.