Los argentinos tienen habilidad con los números. Son ya muchos años manejando
porcentajes de inflación y tipos de cambio, calculando cuándo comprar o vender
dólares y echando cuentas para llegar a fin de mes. Quizá por eso les parezca
demasiado simple el sistema vigente en casi todas las Ligas del mundo (tres
puntos por victoria, un punto por empate) y para la cuestión de quién desciende
y quién se salva utilizan los promedios.
Facilísimo: se toman los puntos acumulados en las tres últimas temporadas y
se dividen por el número de partidos jugados. Un equipo que, por ejemplo, haya
acumulado 131 puntos en 83 partidos promedia 1,578313. Y eso es lo que cuenta.
Siempre se ha dicho que este mecanismo, vigente desde hace mucho (querían acabar
con él la próxima temporada, pero al final se mantiene), se implantó para evitar
que bajaran los grandes. De ser el caso, no ha tenido mucho éxito. Han bajado
todos, un año u otro, menos Boca.
Uno de los que ya descendió es San Lorenzo. Ahora va último en la tabla, pero
no pasa nada: con un promedio de 1,475, queda lejos de los realmente amenazados,
Belgrano, Tigre, San Martín de Tucumán y San Martín de San Juan. El problema
puede tenerlo el próximo año, porque la dirección de la Superliga le ha quitado
seis puntos y le ha prohibido fichar de cara a la temporada 19-20. El castigo se
debe a demoras e irregularidades en los pagos a sus futbolistas. San Lorenzo no
es el único club en horas difíciles (fueron bastantes los que contrataron
jugadores en dólares cuando la divisa estaba en 18 pesos y ahora está en 43),
pero sí el más ahogado. Además, sus socios han bajado de 66.000 a poco más de
50.000. Por supuesto, San Lorenzo ha recurrido la sanción. Veremos qué pasa.
Muchos aficionados cuervos intuyen una oscura conspiración política tras la
sanción. Vamos a intentar explicar los elementos de la presunta conspiración,
con la advertencia de que esto no es tan sencillo como los promedios. Ánimo.
Marcelo Tinelli es un presentador de televisión al que el presidente de la
República y expresidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, tiene una cierta
ojeriza desde que, durante la campaña electoral de 2015, invitó a su programa al
candidato peronista Daniel Scioli y no a él. En 2016, Tinelli quiso presidir la
Asociación del Fútbol Argentino, es decir, la federación, pero los 75 electores
con derecho a voto empataron a 38 (echen cálculos: no es posible ni con
promedios) y su candidatura acabó fracasando. ¿Venganza del poder? Últimamente,
Tinelli sopesa la posibilidad de lanzarse a la política. Y habla bien de Roberto
Lavagna, el peronista que más atemoriza a Macri. El presidente vuelve a estar
enfadado con Tinelli.
Seguimos, que aún falta. Tinelli (que entre 1998 y 2000 fue propietario del
Badajoz español) es desde 2012 vicepresidente de San Lorenzo. El presidente del
club es Matías Lammens, distribuidor de vino, quien tiene también ambiciones
políticas. Aspira a ganar la jefatura del gobierno de Buenos Aires, que
actualmente ocupa el macrista Horacio Rodríguez Larreta. O sea, que a Macri
tampoco le cae simpático Matías Lammens. Estas enemistades serían, según la
teoría de la conspiración, la causa de que a San Lorenzo le haya caído el
castigo. Por otra parte, el castigo lo impone la Superliga, un proyecto
impulsado por el propio Tinelli, que no pudo ganar la dirección (¿Macri otra
vez?) pero colocó en ella a Mariano Elizondo. Quien a su vez es hombre de
confianza de Cristóbal López, exsocio y amigo del propio Marcelo Tinelli.
Si el lector ha logrado entender todo esto, o es argentino o va camino de
serlo.