Viene a mi memoria una vieja canción cuya letra empieza diciendo:
“Juguemos en el bosque, mientras que el lobo está”, y tal vez debería
experimentar algo de nostalgia, por lo que me tocó vivir en medio de la
inocencia de aquellos años de infancia que ya se me fueron.Pero resulta que no es nostalgia lo que siento,
sino una gran preocupación,porque al repasar la letra de aquel canto me
abordan ciertas ideas que me hacen detenerme, frente a la seriedad de lo que
está pasando en nuestro país.
Hoy, los pequeños siguen jugando a la ronda y cantan esa misma
canción.Con gran energía y entusiasmo, preguntan una y otra vez: “¿Lobo qué
estás haciendo?”, y escuchan que este les va respondiendo: “Estoy poniéndome la
camisa; me estoy amarrando los zapatos, la corbata”.
Entre los mayores, hay quienes se divierten viendo jugar a los niños y
hasta participan de la ronda.Con la fuerza que les da el desarrollo de sus
pulmones, ellos también gritan a modo de entretenimiento: “¿Lobo qué estás
haciendo?”.Y en medio de la inocencia infantil, el juego
continúa.
Sin
embargo, un buen número de adultos ni sospecha que, más allá de lo metafórico o
lo fantasioso de la letra de aquella canción, el lobo se ha terminado de
vestir, se ha puesto su piel de cordero y, sin hacer el anuncio que se escucha
en la ronda: “Allá voy”, ha tomado por sorpresa a propios y extraños,
apoderándose de nuestras estructuras.
Ahora, el lobo y sus amigos de derecha e izquierda realizan su propio
juego, el cual es muy distinto.Nos quieren hacer cantar una nueva versión del
Arroz con leche, pero en el fondo, obviamente, no es a la ronda que están
jugando.NO; a lo que ellos están jugando es a
gobernar.
En el terreno de los hechos, aquello que se suele llamar gobierno no es
más que un juego que parecería ser muy lucrativo y por lo tanto
provocativo.Cómo será la cosa que, al momento de preguntarle sobre sus inicios, más
de un aventurero de la política podría respondernos cantando la canción del
recordado César Altamirano: “Todo empezó como jugando”.Lo único que tales aventureros no
se atreverían a añadir es: “Nunca pensé enriquecerme
tanto”.
Eso explica el por qué de los inmensos problemas que hasta hoy nuestra
sociedad enfrenta, sin encontrar una real solución.Al respecto, el tema no es la falta de recursos;
Recursos ha habido y hay.El tema de los problemas sin
solución pasa por la ausencia de un verdadero gobierno que se ocupe de nuestra
realidad, pero que se ocupe en serio.
Si aquí se estuviese gobernando de verdad otro gallo cantaría, pero no
es así; tan solo se está jugando a gobernar.La prueba de ello
es que el funcionamiento de nuestro estado no se ajusta a una agenda basada en
planes y programas de gestión, que apunten a satisfacer las demandas de nuestra
propia realidad.En efecto, tenemos una infinidad de necesidades no
atendidas, en los sectores menos favorecidos de nuestra sociedad, y no se diga
que tales necesidades son algún tipo de psicosocial. Sin embargo, frente a todo ello,
nuestras -¿autoridades?- están sumamente empeñadas en cumplir, como obedientes
niños, con la puesta en práctica de una agenda política, económica y cultural
que viene de afuera y que no representa ningún tipo de
juego.
Un ejemplo de lo expuesto guarda relación con lo que sucede en el
terreno de la educación, en el que el atropello a los derechos humanos de
nuestros pequeños no parece importarles nada a los amigos y sobre todo a los
económicamente beneficiarios de lo políticamente correcto. Así pues, no es difícil constatar cómo es que nuestros niños requieren
de colegios materialmente bien equipados y de condiciones efectivas, para
acceder a una educación digna y de verdadera calidad.Sin embargo nótese que, frente a
ello, quienes andan jugando a gobernar nuestro país están sumamente preocupados
en someter a los más pequeños a la influencia propagandística de la nefasta
ideología de género, usando para ello las facilidades y los recursos del
sistema educativo de la nación.¿Por qué?Porque la imposición de esa
ideología es parte de todo un plan de trabajo que se desarrolla a nivel
internacional, con el propósito de justificar como algo normal y supuestamente
necesario la pulverización de nuestro estado.Esto último es requisito
fundamental para la implementación de un proyecto de gobierno de carácter
mundial, que no necesariamente se inspira en la vigencia de una economía de
mercado, sino en un régimen económico de tipo centralista y por supuesto de
carácter totalitario.
En el Perú hay una realidad que no necesariamente se ajusta a lo que
nos pretende presentar el poder mediático.En el fondo, lo
que tal poder nos ofrece no es más que un sofisma de la realidad.Así, se nos habla
de un país que cuenta con instituciones democráticas, con genuinos
representantes del pueblo, con ministros y de más autoridades, cuando lo que
vemos es todo lo contrario.
En los
hechos, se está jugando a gobernar, y es por eso que cualquiera puede ocupar la
cartera ministerial que sea, con tal que tenga alguna maestría en género.Sí, entre nosotros se está
jugando a gobernar, mientras que desde afuera se nos gobierna a partir de
agendas muy concretas como la de la OCDE.