Martín Vizcarra: 'Bajo el manto de oscuridad que cubría todo, se han hecho cosas perversas'
Por: Javier Moreno
El mandatario reflexiona en una entrevista con EL PAÍS sobre los
retos y dificultades de Perú
A las nueve y media de la mañana del pasado miércoles, cuatro soldados de los
Dragones de la Guardia presidencial colocaban dos banderas venezolanas junto a
la peruana en el Salón Dorado del Palacio de Gobierno, en Lima. Casco plateado
con cola de caballo, guerrera y botas de tubo, modelado todo al estilo de los
Dragones franceses de finales del siglo XIX, uno de ellos ensayaba un pequeño
movimiento frente a uno de los enormes espejos que adornan las estancias,
mientras algunos empleados cargan con grandes sillones dorados, que colocan
según un esquema preciso.
Se trata de los preparativos para la entrega de credenciales del embajador
nombrado por el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ante el
mandatario peruano, Martín Vizcarra, que tendrá lugar al día siguiente. La
rigidez del protocolo, su propia coreografía, las opulentas salas de Palacio,
los estucos dorados y los espejos de suelo a techo contrastan notablemente no
sólo con la precariedad del Gobierno de Guaidó sino, sobre todo, con la
sencillez del presidente Vizcarra, que pocos minutos después sale de su despacho
para la conversación en mangas de camisa, sin corbata, tras presidir un Consejo
de Ministros que había arrancado a las siete de la mañana.
Vizcarra es casi un presidente accidental. Ingeniero civil, pasó los primeros
25 años de su vida profesional en la empresa privada. Y después, en rápida
sucesión, fue cuatro años presidente regional en Moquega, ministro de
Transportes y después vicepresidente en el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.
Tras dimitir este por un coletazo del caso Odebrecht, se convirtió en presidente
de Perú. Tan rápida fue la mudanza que aún conserva el aire del ingeniero civil.
"Te dan un presupuesto y un plazo", suele decir. Y tienes que acabar el puente.
Le pregunto si esa aproximación racional de ingeniero a la tarea de gobierno
resulta útil.
– Emplear la racionalidad no significa que todo vaya a salir bien. Pero ayuda
bastante.
1. Un cargo de alto riesgo
La conversación tiene lugar en el Salón Grau, por el almirante del mismo
nombre, héroe en Perú por su comportamiento en la guerra del Pacífico con Chile.
Una pequeña placa dorada recuerda que el presidente Ollanta Humala leyó aquí la
sentencia de la Corte Internacional de Justicia que fijó definitivamente la
frontera marina entre Perú y Chile. Humala está siendo investigado, tras pasar
diez meses en prisión provisional, también como consecuencia de revelaciones del
caso Odebrecht. En total, los cuatro últimos jefes de Estado están con órdenes
de arraigo o prófugos. A ellos se ha sumado recientemente la detención de Keiko
Fujimori, la hija del exdictador y líder de la primera fuerza política de Perú,
salpicada asimismo por la constructora brasileña. Sin contar jueces, fiscales...
¿Qué ha pasado en Perú en las últimas décadas para que esto haya sido
posible?
–Es algo que tenemos que lamentar, pero a la vez nos da la convicción para
corregir. Entre las cosas importantes que esperamos que deje como legado nuestro
gobierno una de ellas sea que el presidente esté fuera de toda duda de algún
proceso de corrupción.
–Uno diría que ser presidente de Perú es un trabajo de alto riesgo. No
estamos hablando del último, sino de varios, cuatro o cinco expresidentes.
–Sí, tiene razón. En los años, los peruanos intuíamos [el nivel de
corrupción], pero no teníamos evidencias tan claras y tangibles. Luego la
información se ha ido revelando con sustento. Después también, con las cuentas
públicas y los procedimientos en otros niveles de gobierno hemos visto
lamentablemente que también han ocurrido problemas de corrupción. Sumado ya en
el último año la evidencia de un poder judicial con altos niveles de corrupción,
gracias a través de unos audios que se filtraron entre juez y fiscales, y quien
los supervisa y fiscaliza, que era el Consejo Nacional de la Magistratura. O
sea, se ha llegado un hartazgo de la población que exige que se corrija esa
situación.
El escándalo llegó a tal grado que, en un momento determinado, el Consejo de
la Magistratura al que se refiere Vizcarra no contaba con un solo miembro,
destituidos todos ellos por el Parlamento por traficar con cargos y otras
delincuencias, mientras las protestas en las calles contra la corrupción
desbordaban a las autoridades. Corregir esa situación, le digo al presidente, se
está demostrando más difícil de lo que uno hubiera pensado, pese a la existencia
de un puñado de jueces y fiscales que han demostrado una integridad
intachable...
–...porque los que tienen que tomar las decisiones para reformar la
Administración de Justicia también tienen problemas en investigaciones propias.
Hay una resistencia lógica, porque un sistema judicial limpio, honesto,
transparente significaría revisar a instituciones políticas...
–A los partidos
–A los partidos. A todos ellos. Lo más importante es que esta decisión de
reformar el sistema de Administración de Justicia tuvo el mayoritario respaldo
de esa población. Ha sido una fuerza tal, que ya es difícil, sino imposible,
evitar.
2. La corrupción, fluyendo
Esa "fuerza" trae cuenta de lo siguiente: aprovechando las manifestaciones
masivas en las calles del Perú contra los corruptos, Vizcarra planteó un
referédum, cuyo resultado, un 86% a favor de las propuestas del presidente, se
interpretó universalmente como un rechazo al Congreso y a la mafia del aparato
de justicia, en la que se integraban, entre muchos otros, un juez de la Corte
Suprema, el presidente de la Corte Superior del Callao, fiscales, congresistas,
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, ya citado arriba, así como
empresarios ligados al partido de Keiko Fujimori.
–¿Esperaba usted ese resultado?
–Sí lo esperaba. Yo sentía esa opinión en las calles, en las plazas, en los
pueblos, en las ciudades. En sitios alejados, cuando yo pensaba que la gente me
iba a pedir: "Por favor, necesitamos la escuela", "necesitamos el agua potable",
que son temas fundamentales, lo primero que escuché a la gente es: "Acá hay
corruptos".
–No resulta fácil convencer a los ciudadanos de la legitimidad de la
democracia en estas circunstancias.
–Los ciudadanos también ha entendido que gran parte del problema que origina
esta brecha de desarrollo es la corrupción, miles de millones de soles al año
que se pierden. La corrupción no solamente quita el dinero público para hacer
obras y desarrollos que se van a bolsillos particulares, que sino para lograr
eso, se priorizan proyectos que no son necesariamente útiles...
–Para robar hay que hacer malos proyectos.
–Hay que hacer malos proyectos. Porque hacer 3.000 proyectos de saneamiento
básico, que son sumamente importantes en las zonas más alejadas y vulnerables
del país, ahí no hay cómo. Es preferible hacer una gran carretera que no tiene
necesariamente respaldo, pero ahí está concentrado. El orden de prioridad se
sujeta a un interés que no es el interés del Estado.
La corrupción en general, y la de Odebrecht en particular, no es únicamente
una pesadilla de políticos descubiertos en flagrancia. Complica la vida de las
empresas y daña otros proyectos. Uno de ellos, el llamado gasoducto del Sur, se
iba a construir de la mano de Odebrecht, junto con la española Enagás.
Paralizado, todo ha acabado en un arbitraje ante el CIADI, un ente del Banco
Mundial dedicado a mediar entre gobiernos y empresas o inversores extranjeros.
¿Qué va a pasar?, le pregunto a Vizcarra. ¿Cómo se asegura, en estas
condiciones, la estabilidad y la seguridad jurídica que necesita para atraer
inversión extranjera?
–Mire, hay que diferenciar: aquí en el Perú, y lo pueden decir todas las
empresas que trabajan, y pueden dar fe, incluso las españolas, que en gran
cantidad invierten aquí en nuestro país, hay seguridad jurídica; hay promoción
de inversiones; se las recibe con los brazos abiertos... a la inversión que es
necesaria. Pero queremos una inversión que sea también transparente, que sea
clara, que sea honesta, ¿no? Entonces ha habido inversiones que han llegado y
que han generado este tipo de problemas. Odebrecht ha hecho mucho daño al país.
Odebrecht ha aceptado que ha sido corrupta; ha aceptado que ha dado coimas; que
ha dado porcentajes a funcionarios del Estado para acceder a obras y que el
producto de ese tipo de acuerdos ilegales ha aumentado el valor de las obras en
perjuicio de todos los peruanos; entonces genera un absoluto, comprensible
rechazo a este tipo de prácticas malas. Hay una serie de proyectos que están, de
alguna manera, contaminados por esa participación de Odebrecht en el proyecto.
Pero si el proyecto en sí es bueno, tiene que seguir adelante. La excepción son
estos proyectos que están entrampados por temas de corrupción. Si eso fuera la
regla, sería un problema. Pero esto es la excepción. La mayoría de los proyectos
están trabajando sin ningún problema, y esperemos poder corregir esta situación
para nuevamente relanzar las inversiones en el Perú, porque todos sabemos que
tiene un tremendo potencial de inversión que genere progreso y desarrollo. Pero
una inversión transparente, honesta, que es la que reclamamos y la que queremos
todos los peruanos.
3. La pelea con el Congreso
El Ejecutivo de Martín Vizcarra, de corte liberal, ha sufrido el cañoneo del
Congreso, en el que dispone de una exigua minoría, fuego a granel que comenzó
cuando su antecesor, Pedro Pablo Kuczynski, todavía era presidente. A las tareas
habituales de los gobiernos, dictar leyes y afinar los reglamentos, Perú suma la
hercúlea tarea de reconstruir el edificio del Estado en sí desde las ruinas en
las que se encontraba.
–Gobernar ya es difícil de por sí. Si a eso le añade tener que reconstruir
las instituciones desde cero..
–Así es.
–¿Cómo son las trabas?
–Mire, lo difícil es tomar la decisión. Luego está el trabajo de reunirse con
instituciones, partidos políticos y con las bancadas representadas en el
Congreso.
–¿Cuán difícil se lo está poniendo el fujimorismo en el Congreso?
–Lo que me dicen las dos comisiones es que todos coinciden en lo que se debe
hacer. No es que haya resistencia o puntos de vista discrepantes en el
diagnóstico.
–¿Entonces?
–Entonces, cuando se dice: "Tenemos un Consejo Nacional de Magistratura que
no está completo", todo el mundo sabía. "Hay que corregirlo", todo el mundo
sabe. "¿Está de acuerdo?", "sí". ¿Por qué no se hace? Porque no se hace.
–¿Por qué no se hace?
–El tema es que había muchos intereses para mantener el statu quo, que todo
siga igual, y esos intereses eran más fuertes que el interés común de todos.
Nosotros ahora en el ejecutivo ponemos como prioridad el interés común.
–Usted tiene una minoría muy exigua en el Parlamento...
–Pero es el mismo parlamento con el que empezamos.
–Eso es verdad.
–Hay proyectos buenos, pero que llegan ahí y al final en comisión pierde
fuerza y queda ahí, o archivado, o en standby. Queda ahí, no pasa nada. Ese
mismo proyecto que es bueno, cuando lo hace el Ejecutivo, lo presenta, lo hace
conocer a nivel nacional y dice: "Señores del Congreso, discutan este proyecto,
pero con todos los ojos del país viendo". Entonces, tienen que discutirlo y
toman la decisión más conveniente para todos. El tema es que creo que lo que ha
faltado es la transparencia, lo que está haciendo el Estado a través de los
diferentes poderes que tiene, que se conozca, que se sepa. Ha habido un manto de
oscuridad que cubría todo y ahí en esa oscuridad se hacían cosas perversas, y
eso es lo que queremos corregir. En el Ejecutivo también, pero cuando decimos
nosotros que no está funcionando el Estado, no decimos: "No está funcionando el
Poder Judicial, no está funcionando el Congreso...". No, el Poder Ejecutivo
tiene los mismos vicios y esa es la gran tarea, corregirlo también.
–¿Qué cosas perversas?
–El tema es que no haya credibilidad en la justicia. Me parece eso gravísimo.
Hemos escuchado audios donde jueces están definiendo sentencias en temas tan
graves como violaciones a menores de edad. Si en eso, si está claramente
identificado que hubo violación de un menor de edad, está claramente
identificado el que cometió el delito y escuchas a un juez diciendo: "¿Qué
quieres, que le baje la pena o lo absuelva?" Si eso se puede negociar, todo se
puede negociar. Eso es una actitud perversa. Queremos jueces honestos, hay
muchos, estoy seguro. Yo creo que en el Perú, como en todas partes del mundo,
los buenos, los honestos son la mayoría. El problema es que quien tomaba las
decisiones no eran ellos.
4. El conflicto social permanente
Todos los problemas anteriores no parecen distraer a Vizcarra de su agenda
económica y social. Los más críticos señalan los numerosos derrames de petróleo
en la Amazonía, de hidrocarburos en el mar y que sus proyectos económicos son en
realidad planes del Banco Mundial que desprotegen aun más a los más
desprotegidos. Vizcarra pone el énfasis, por el contrario, en su gestión como
gobernador de Moquegua.
–¿Eso es trasladable al conjunto de Perú?
–Sí, es trasladable, pero como hay mayor complejidad cuesta más hacer los
cambios. Ya hemos lanzado nuestra política de competitividad. Hay que
aterrizarla en un plan de competitividad que lo vamos a tener en unos tres o
cuatro meses, trabajando con el sector empresarial. Le doy un par de datos: en
2017, el Perú creció en 2.5%; en 2018, a decir de todo ha sido el año
políticamente más complejo del Perú de los que se recuerda. Renunció el
presidente... Ha sido una confrontación entre Ejecutivo y Legislativo... Todo el
mundo decía que con esta situación, tal y como está Perú, los indicadores dicen
que en 2018 hemos crecido 4%. Entonces, sí se puede tomar con racionalidad tomar
las decisiones adecuadas y a pesar del gran problema político-social que hemos
tenido en 2018 los indicadores son buenos. Ahora este 2019 tenga la seguridad de
que serán mejores.
–La tasa de informalidad laboral es del 70%. ¿Cómo se sale de ahí?
–No vamos a poder eliminar la alta informalidad de manera inmediata, pero
sabemos que esa es la gran tarea que tenemos por delante. Mientras no
convenzamos a los informales de que donde están tienen menos beneficios, van a
permanecer donde están. Si tenemos un Estado ausente que no te da agua potable,
que no te genera posibilidades de desarrollo, entonces...
–Me quedo fuera.
–Me quedo donde estoy, y me la busco yo solo, ¿no?
–¿Y cómo conjuga eso con la posición de las empresas? Al principio se
quejaron de que su ministro de Trabajo era "un radical de izquierdas".
–Teníamos un ministro de trabajo que era bueno, era un muy buen profesional,
pero que no tenía la relación adecuada con el sector empresarial. Actualmente
tenemos una ministra que sin perder su relación, que es fundamental, con los
trabajadores...
–Claro.
–Porque el ministro de trabajo debe representar a los trabajadores, ¿no? No
necesariamente a las empresas. Representa a los trabajadores, pero eso no
significa que es a los trabajadores contra las empresas. Tenemos que luchar
contra una serie de males de nuestra sociedad, de los cuales todos somos
conscientes, pero nadie mueve ni un dedo para corregirlos. Nadie mueve un
dedo.
–¿A qué se refiere?
–Algo concreto: el gran atentado que estamos, digo estamos porque es el Perú
que lo está haciendo, contra el medio ambiente en Madre de Dios, en la Pampa
[una zona al sureste del Perú, azotada por la minería ilegal más salvaje].
–Bueno, hay muchas protestas de defensores del medio ambiente contra la
deforestación o los daños de las grandes empresas mineras...
–Si tú ves en un helicóptero, en un avión, o un satélite, tú ves ahí un hueco
que hay actualmente; un hueco que parece un tumor maligno que está creciendo. Y
si no lo cuidamos, puede agarrar y hacer metástasis y llevarse toda la selva
peruana. Ese tumor no es de ahora. Lleva uno, dos, tres, cuatro gobiernos
seguidos. Todo el mundo sabe que es malo. Desde fuera se ve el problema
ambiental porque se ve desde el espacio. Se ve el problema ambiental cómo se
está deforestando la Amazonía. Pero dentro de ese problema, hay problemas mucho
mayores: hay prostitución infantil; hay trata de personas. Hay miles de millones
de ingresos y no hay nada. Y todo el mundo lo ve. Todo el mundo lo ve y no hace
nada. Y se olvida. Hemos tomado la decisión de corregir esa situación. Hemos,
desde ayer, intervenido la Pampa. Y hemos intervenido, no una intervención con
cámaras, con fotos; "mire, acá estamos". No. Hemos entrado para corregir la
situación. Y nos vamos a quedar ahí hasta que la situación se corrija.
–Vi un video suyo en el que disertaba sobre la anemia infantil. No suele ser
un tema que abunde mucho en el repertorio presidencial, en ningún país.
–Los países desarrollados tienen 8%, 10%, 12%, de su población infantil con
anemia. Nosotros tenemos 43%.
–De media en todo el Perú.
–Es la media en todo Perú.
–Lo que quiere decir que hay zonas...
–Hay zonas en las que el 80% de los niños están con anemia. La anemia
dificulta el desarrollo del ser humano. Si tienes anemia entre que naces y los
primeros tres años, tu desarrollo neuronal va a ser deficiente, y ese problema
te va a afectar y te va a quitar competencias como ser humano el resto de tu
vida.Tenemos que bajarla, y una de las metas es bajarla alrededor del 20% en
2021. Es una meta muy ambiciosa, ¿no? Porque queremos en tres años hacer lo que
no hemos hecho en muchos años. Este primer año se ha bajado muy poco, y lo
reconocemos. Quizás por todos los problemas que ha habido. Pero, en 2019,
tenemos la intención de dar una incidencia muy grande. Pero, al igual que los
grandes objetivos, este se va a lograr en la medida que se comprometa la
población con nosotros. Porque nosotros podemos tomar todas las decisiones de
carácter médico, de salud, pero mientras que la familia en su seno, en su hogar,
no cambie hábitos alimenticios y mejore la alimentación de sus niñas y niños, no
vamos a poder.