Este 9 de diciembre el gobierno va a hacer uso de mi plata, de tú
plata, de nuestra plata.¿Pero será en beneficio de nuestra
salud?No.No, pese a las necesidades que en
nuestro país hay.Y el gasto tampoco va a ser a favor de una
educación de real calidad, que no atente en contra de la integridad de los
niños. Simplemente, se va a derrochar en un
referéndum que es promovido, recurriendo para ello a tácticas de persuasión muy
parecidas a las que el lobo utilizó para engatusar a La figura de sexo femenino
(La Caperucita) cuando ella quería llegar a la casa de su
abuelita.
Así que entonces, voy a marcar 4 veces no.NO, no,no
y no.Y no solo porque no tengo vocación o disforia de
caperucito.No, sino porque simplemente no tengo ninguna
obligación de mostrar mi aprobación a un gobierno que no ha hecho ni lo más
mínimo por el bien común de nuestro país.No, porque en la práctica lo único
que noto es un total desprecio clasista frente a las condiciones de vida de los
más necesitados.Y es que, por ejemplo, no, no, no pues, no siento
que se le haya dado al norte el tratamiento de reconstrucción que merecía luego
de lo ocurrido con el fenómeno del niño.Y
conste que Las consecuencias de ese fenómeno no fueron un simple psicosocial,
que se produjo ayer o hace solo unas cuantas semanitas.No se ha dado tampoco la atención
que los niños y ancianos del sur merecen frente a las olas de frío que año a
año sufren.
Ya que mi plata me va a costar, no pienso darle luz verde a las
reformas planteadas en el referéndum de este gobierno.Hacerlo sería caer en el juego de una casta de
aristócratas, acostumbrados a vivir nadando en privilegios, que ahora, como sea, están tratando de preservar su vieja posición
socialmente dominante, usando para ello a los políticos y periodistas que se
ofrecen al régimen de turno como sirvientes y mucamas, sin importarles lo que
al Perú le pueda pasar.
Pero mi percepción me lleva más allá de ello, a la hora de votar por el
no.Porque
en el fondo de lo que se puede ver en lo superficial, aprobar las propuestas
que se plantean en el referéndum de este 9 de diciembre dejaría a nuestro país
políticamente expedito, para por fin institucionalizar entre nosotros un modelo
de sociedad de corte policial, en la que el individuo, o sea la persona humana
que es el fin supremo según el primer artículo de nuestra constitución, estaría
bajo el total control del estado, tal como se describe en la novela 1984 de
George Orwell.¿Acaso ello es solo una utopía
literaria?No.Dados los avances de la tecnología,
no estamos ante algo utópico.
Curiosamente, y pese a que se trata de una novela, en 1984 se nos
ofrecen pistas de una situación que ya se estaría dando en nuestro país.Al respecto, es
muy interesante repasar aquella parte en la que uno de los personajes, Winston,
se pone a leer un libro titulado Teoría y práctica del colectivismo
oligárquico.Ahí, por lo pronto, se habla de un ministerio de la
verdad.Y ocurre que la función de los burócratas de aquel
ministerio, cuya misión es falsificar los hechos históricos, no es muy
diferente del papel que entre nosotros asumen esos a los que se les conoce como
“políticamente correctos”.Aquí, ellos son los que dicen la verdad y hasta se
reúnen en comisiones, que a nosotros nos cuestan, para que esa “verdad”
colectivista, basada en el doble pensar, sea proclamada con una impresionante
solemnidad que algunos tibios de la derecha nuestra
respetan.
Según el texto que Winston lee, hasta que es capturado, el papel del
ministerio de la verdad es imprescindible para la estabilidad del régimen.Sin embargo, no
menos imprescindible resulta el trabajo del ministerio del amor, el cual se
encarga del espionaje y la represión.¿No habrá alguna coincidencia entre lo ahí planteado y nuestra
realidad?Porque por lo pronto, los nombres de los
ministerios antes mencionados se sustentan en un paradójico descaro parecido al
que se usa en nuestro medio, para tergiversar hasta invertir ideológicamente el
sentido natural de los hechos, de los conceptos e inclusive de las instituciones
intermedias entre la persona humana y el estado, empezando por la
familia.Así,
el llamado ministerio de la verdad se ocupa de las mentiras.El ministerio del amor se
encarga de la tortura.
En los
hechos, yo percibo que la integridad de nuestra sociedad está bajo
amenaza.Y por eso, ya que
el referéndum se va a hacer con mi plata, este nueve de diciembre voy a ejercer
mi derecho a votar cuatro veces no.