A propósito del asilo de Alan García ha alcanzado alta intensidad un debate
que ya existía respecto a la cuestión de la democracia y la libertad en el Perú.
De una parte, el poderoso y aplanador ejército de comunistas, rojos y caviares,
asociados con algunos propietarios hegemónicos de medios de comunicación y
periodistas incondicionales a sus intereses, y algunos congresistas,
intelectuales, clérigos y artistas; todos ellos con el denominador común de ser
aliados al gobierno, antiapristas y antifujimoristas. Afirman en todas las
formas y medios que en el país hay absoluta democracia y libertad. Y, por tanto,
no hay persecución política. Es un cuentazo para sacarle la vuelta o evitar a la
justicia. De otra parte, el debilitado y menguado contingente de apristas y
fujimoristas, con algunos pocos periodistas, intelectuales, académicos y
empresarios; todos ellos opuestos al marxismo, leninismo, maoismo, castrismo,
estatismo y socialismo, que si estiman que no hay plena democracia y libertad, y
que hay visos de persecución política de nuevo tipo.
Desde hace un tiempo en el país vivimos la judicialización de la política y
la politización de la judicatura. De la mano con la satanización mediática. El
"ejército rojo" de periodistas y medios se encargan de defender o menguar las
culpas de sus amigos y aliados. Como lo han hecho con Toledo, Humala, PPK,
Villarán donde está debidamente comprobado que recibieron dinero sucio de
Odebrecht, o el gobierno actual en el caso Chincheros y demás. O con Graña Miró
Quesada, socio pleno de los brasileños en los negocios y negociados de los
brasileños, que se fugó del país y ninguno de ellos dice nada. O los propios
plumíferos de IPYS que también recibieron dinero y otros escribas que igual
hicieron de relacionistas de los mismos. Pero ellos (varios de los cuales
también fueron sirvientes de las dictaduras de izquierda y derecha del pasado)
pasan piola. Otrora admiradores de las criminales, decadentes y oprobiosas
dictaduras totalitarias del "socialismo realmente existente"; o la actual
tiranía de Maduro, heredero de Chávez, que vergonzosamente protegen, que
nunca creyeron en la democracia y la libertad, ahora se han vuelto
-increíblemente- defensores oportunistas de estos valores universales.
Esta misma aplanadora mediática con fogosidad y encarnizamiento se dedica a
culpabilizar a apristas y fujimoristas para presentarlos como los
únicos culpables de corrupción en el país. Así, han construido un relato
acusatorio que han logrado internalizar en la conciencia de parte significativa
de la población. Han hecho un linchamiento público nunca visto contra los
líderes de ambas colectividades políticas para destruirlas como alternativas de
gobierno. Por supuesto, que internamente ellas mismas han puesto lo suyo para
que así ocurra. Los fujimoristas por el manejo exagerado y erróneo de su
mayoría. Los apristas por seguir permitiendo la injerencia negativa del alanismo
en su quehacer político.