Eso es lo que le gusta a la gente, en modo Pocho – Por Luis Hernández
Los acontecimientos de nuestra política van apareciendo como capítulos
de una saga, que daría la impresión de ser interminable.Así pues, hoy estamos sentados frente al televisor,
aturdidos o entretenidos, como estaba el Televidente del que habla la letra de
la canción del grupo de rock nacional Río; sí, como ese Televidente que, en los
años 80, estaba pegado a su televisor, aunque no hubiera corriente.Los episodios aparecen en la pantalla chica uno tras otro, y yo me
pongo a pensar: “Qué tal capacidad de producción”¡Qué fecundos son los creativos,
los libretistas, los propagandistas!”.
Lo que estamos viendo hoy me invita a pensar que somos espectadores del
trabajo mediático de un gigante, que de pronto trae a mi memoria el nombre del
programa Gigante Deportivo, del recordadoconductor Pocho Rospigliosi.¿Y por qué me acuerdo de
él?Porque salvando las distancias del caso, encuentro
una cierta analogía o paralelo posible en el modo de proceder de aquel Gigante
deportivo de entonces y el gigante mediático de hoy.¿Había diferencias entre
ambos?Sí, claro: el Gigante deportivo se daba los
sábados y domingos de esos años 80; en cambio, el gigante mediático lo tenemos
ahora, todos los días: mañana, tarde y noche.
Lo común en ambos casos tiene que ver con la capacidad de atraer la
atención del Televidente en forma permanente.El Gigante
deportivo difundía notas y entrevistas a jugadores de futbol, vóley, básquet,
entre otros, además de figuras notorias como artistas, cantantes, músicos,
incluyendo a Pérez Prado, que también fue entrevistado por Pocho.Por
su parte, el gigante mediático actual difunde noticias sobre robos, asaltos,
crímenes, escándalos; ah, y sobre todo se vale del escarnio de los enemigos del
régimen.
¿Pero porqué el gigante mediático actúa como lo hace?La respuesta a tal interrogante la tenía Pocho
Rospigliosi, quien popularizó una frase que se convirtió en slogan: “Eso es lo
que le gusta a la gente”.En concreto, el gigante mediático
no hace otra cosa más que operar en modo Pocho.
¿Por qué hemos visto en las pantallas al presidente y a sus ministros
pechando al congreso?Porque eso es lo que le gusta a la gente.¿Por qué estamos viendo que más de
un improvisado se viste de anti y consigue réditos políticos?Porque eso atrae y da no pocos votitos.Aquí, amigas y amigos lectores, las
casualidades no existen.
Recuerdo cuando en su programa Pocho Rospigliosi anunciaba: “Ya vienen
los goles de Cubillas; ya vienen las empanadas, los cebichitos”, y el
Televidente ahí, frente al televisor, “pegado aunque no haya corriente”.Hoy, eso ya es
historia; pero, del mismo modo, podría decirse: ya vienen más audios, ya vienen
más prisiones preventivas, ya viene el referéndum.Lo único diferente es que todo eso
ya viene, a menos que se trate de mis amigos.
Pero en medio de la comparación, hay una gran diferencia, una
diferencia notable entre ambos: el Gigante deportivo contaba con el apoyo de
auspiciadores privados; en cambio, el gigante mediático actual cuenta con el
auspicio público de todos nosotros.Por esto último es pues necesario que se vuelva a
presentar la iniciativa que se conoció como la ley Mulder, porque no hay
derecho a que nuestros impuestos sirvan para auspiciar a empresas
periodísticas privadas, que tendrían que ver cómo se las arreglan para
sobrevivir en el mercado.
El dinero que el gobierno gasta en mermelear a la prensa tradicional y
aristocrática tendría que ser usado a favor de una educación verdadera, que no
apunte a poner a nuestros niños al servicio de minorías enfermas que solo
buscan sus propios privilegios.Así también, ese dinero tendría que ser usado para
ponerlo al servicio de la salud del pueblo; sí, y para reconstruir el norte, y
para que los niños del sur no sufran de frío, porque eso es lo que necesita la
gente.¡Eso es lo que necesita y merece la
gente!