Sabino Méndez: Una canción como 'La mataré' hoy sería un escándalo
Es uno de los mejores letristas de los 80, autor de temas
míticos como «Cadillac solitario», «El ritmo del garaje» o «La mataré»,
personaje clave de La Movida y autor de «Corre, rocker», libro de referencia
sobre aquella explosión de libertad
ENRIQUE CLEMENTE La Voz de
Galicia 06/04/2018
Este cincuentón que ahora viste traje y corbata y parece un
ejecutivo no recuerda a aquel joven arrogante y desatado que fue compositor y
guitarrista de Loquillo y Los Trogloditas, personaje clave de la Movida
madrileña y yonqui. Sabino Méndez (Barcelona, 1961) ha evolucionado, fue
fundador de Ciutadans y se ha convertido en un reputado escritor, autor de
libros como Hotel Tierra o Literatura universal. Ahora se reedita Corre, rocker.
Crónica personal de los ochenta (Anagrama) publicado en el año 2000. «Para los
jóvenes es un descubrimiento de una época que no conocen y les impresiona»,
asegura.
-En su libro hace una crítica demoledora de Loquillo,
que era su amigo desde la adolescencia, al que retrata como falso, misógino y
prepotente.
-El Loquillo de aquella época era así, pero es que yo también
lo era. En aquellos tiempos el mundo era mucho más machista que ahora, hasta las
mujeres lo eran. Yo me trato de la misma manera implacable que a él. Me pongo de
narcisista, egoísta y mucho más estúpido de lo que creía. El Loquillo actual y
yo somos muy diferentes. Ahora tenemos una relación estupenda, somos amigos,
vamos a cenar, hacemos cosas juntos. Creo que describirnos en el libro con tanta
dureza, crueldad y honradez nos sirvió para ser conscientes de nuestros defectos
y cambiar.
-¿Usted creó a Loquillo?
-Intelectualmente creé el concepto, pero luego él lo hizo suyo,
porque es muy instintivo y ahora hace letras y canciones siguiendo ese patrón.
Yo interpretaba los datos que él me daba, su pinta, su figura, su forma de
moverse y le daba la palabra. Pero también mis canciones sin Loquillo no habrían
sido lo que son. Aporté la faceta literaria y él la icónica y escénica, porque
Loquillo es como el Johnny Halliday español, el icono del rock de cierta
época.
-Carlos Zanón dice en el prólogo que usted es el mejor
compositor de rock de los 80 junto a Antonio Vega.
-Yo incluiría a Jaime Urrutia, Santiago Auserón, Kiko Veneno,
al tándem Martín-Casas, de Burning... Era muy agradable sentirte rodeado de
gente que tenía mucha capacidad para contar historias en el formato breve de la
canción popular, cada uno con su estilo, lo que lo hacía muy interesante. Nos
veíamos y charlábamos en los bares, estábamos atentos a qué iba a hacer el otro,
era como una competición deportiva, a ver si hago algo mejor y los supero, una
balada mejor que Cuatro rosas. Eso nos realimentó a todos y explica aquel
florecimiento.
-¿Le gusta el término Movida?
-De alguna manera habrá que llamarlo. Si ha habido un pacto
convencional entre los hablantes habrá que denominarlo así. Al principio casi
todos los que componíamos esa escena odiábamos la palabra, porque nos
considerábamos Nueva Ola, como la Nouvelle Vague del cine pero en la música
popular. Luego la palabra hizo fortuna y le pierdes la manía. Sirve para
describir aquella época.
-¿Qué diferencias ve entre aquellos años 80 y la época
actual?
-Nosotros protagonizamos una década prodigiosa que se
caracterizó por una exploración de la libertad total. No es ponerme en plan
abuelo protestón, pero lo de ahora nos parece pacato, neopuritano y mojigato a
nivel político institucional, aunque en la calle haya las mismas ansias de
libertad. Hay una pelea entre el lenguaje políticamente correcto y la realidad
de la calle.
-¿Qué le parece que se condene a la cárcel a
raperos?
-Desproporcionado. Pero el rap es lo de menos, a Valtonyc se le
condena por amenazas, no por rapear. Si en una letra amenazas o pides la muerte
de alguien porque lo cantes no es menos amenaza. Lo que considero
desproporcionado es que por eso te condenen a tres años y medio de cárcel. Pero
la libertad de expresión no peligra en absoluto. El artista que cree que el arte
está por encima de la moral o de la ley se equivoca.
-¿Una canción como «La mataré», que compuso hace más de
30 años, habría provocado hoy un escándalo y habría sido censurada?
-Censurada no. Pero probablemente sufriría un proceso de
linchamiento. Se habría montado un escándalo. De hecho, cíclicamente, cada dos o
tres años, tengo que escribir un texto porque la incluyen en una lista de
canciones machistas, y tengo que explicar el sentido de la canción. Cuando
íbamos a los pueblos y le preguntabas a una chica si quería venir al hotel a
pasar la noche contigo muchas te contestaban que sí, sin complejos ni
vergüenzas, pero otras te decían que le gustabas mucho pero que si se enteraba
su novio la mataba. Se nos ocurrió tratar el tema y yo como escritor pensé que
la manera de hacerlo con más fuerza y emotividad era intentar meterme en la
mente de un maltratador, pero en la letra queda claro que ella no tenía ninguna
culpa. Una facción de las feministas en los 90 la interpretaron mal como una
apología, aunque otras la veían como una denuncia. Frente a eso siempre he sido
muy claro, directo y poco diplomático, yo no tengo la culpa de que la gente no
sepa leer e interpretar las canciones. Para luchar contra el maltrato hay que
describir al maltratador. La parte más sectaria del feminismo la denuncia, pero
hay quien no tiene ningún problema con La mataré.