El Perú: ¿un país feliz? - Por Luis Hernández Patiño
El Perú: ¿un país feliz?
Por Luis Hernández Patiño
A la luz de los actuales acontecimientos, relacionados con la
corrupción y los escándalos de los que venimos escuchando, resulta que los
izquierdistas, ahora sin el más mínimo empacho, se inclinan a favor de poner la
justicia de nuestro país en manos extranjeras, y frente a ello, curiosamente,
los mercantilistas de la derecha no alzan la voz en forma suficiente, como para
que se escuche su protesta.Parecería, pues, que, como decía el recordado
animador Humberto Martínez Morosini, “aquí no pasa nada”.Parecería pues, pero en realidad sí
está pasando, y lo que está pasando es muy grave.
Pese a lo delicado de nuestra situación, nos encontramos invadidos por
un peculiar tipo de felicidad, que no es fácil entender a simple vista, y cuya
interpretación exige ir hilvanando el hilo que une a diversos aspectos, así como
conductas y tendencias sociales, muy peculiares, que se ponen de manifiesto en
el marco de nuestro devenir cotidiano.En principio, daría la impresión de que tales
conductas y tendencias no tienen relación alguna; sin embargo es cosa de irlo
viendo.
En el deporte:
Pensemos en el mundial de futbol, que acaba de finalizar, y observemos
la forma en la que reaccionamos ante los resultados de nuestra selección de
futbol.En
nuestra participación, perdimos, fallamos penales, y si algún partido ganamos
fue cuando ya estábamos fuera del torneo.Sin embargo, hay que ver cómo la gente celebraba; todo el mundo saltaba
de contento, y hasta hoy hay personas que encuentran explicaciones y hasta
excusas, frente a nuestra improductiva performance deportiva.¿No es esto a caso algo sintomático
frente a la gravedad de nuestra realidad política, económica y
cultural?
Nuestra forma de reaccionar debería hacernos pensar un poco.Por mi parte, me
resulta inquietante observar la facilidad con la que tendemos hacia la
euforia.Alguien me dirá: “Ah, bueno, es que el Perú es un
país feliz”, y entonces, mi inquietud se torna en algo muy
diferente.
Una felicidad de tipo preocupante:
Siguiendo con lo del futbol, yo entendería que la gente celebre si, por
lo menos, hubiésemos entrado en los octavos de finales.Pero no, y entonces, me pregunto: ¿Qué tipo de
felicidad es esa que hoy nos invade en medio del grave estado de salud en el que
se encuentra nuestro país?¿No se tratará de una felicidad de
tipo anestésica?Tal vez, pudiera ser una felicidad de tipo
literaria.¡Vaya uno a saber!
De novela:
Lo que ocurre entre nosotros parecería ser el desarrollo de una trama,
técnicamente elaborada, con todos los ingredientes de un reality show, que ha
sido pensado y concebido para mantener cautiva a una gran teleaudiencia.En efecto, cada
día que pasa van apareciendo noticias sobre situaciones y personajes, que van de
capítulo en capítulo, en los que la ficción se codea con la realidad,
consiguiendo dejar a más de uno con la boca abierta.En este caso, la obrita podría
titularse Perú: un país feliz.Sin embargo, habría un problema con
ese título pues este no es nada original, ya que existe una novela que lleva el
nombre de Un mundo feliz, cuyo autor es Aldous Huxley.
En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley sugiere la posibilidad de
conseguir en una forma científica que las masas se mantengan sumisas y
contentas, frente a lo que la elite dominante haga con el mundo, y entonces se
me ocurre una interrogante: ¿No será el Perú un país “feliz”, en el contexto de
un mundo que se podría estar proyectando tal como Aldous Huxley lo describía en
su novela?
Atención al paciente:
Suele decirse que nuestro país padece una profunda crisis, pero ello no
es exacto; no lo es, porque una crisis no permanece en el tiempo.Lo que entre nosotros se da es un problema de tipo
crónico.En concreto, estamos sufriendo un caso de
patología, cuyos síntomas son muy específicos y fueron ya señalados en el
año1914, por Víctor Andrés Belaúnde, en un brillante
ensayo titulado La Crisis presente.Al respecto del mencionado autor,
vale decir que La Crisis Presente se encuentra en su libro Meditaciones
Peruanas; libro, que hoy ameritaría una muy reflexiva
lectura.
Un gran reto:
Frente a nosotros tenemos el cuadro de un Perú -¿feliz?- en cuya vida
colectiva podemos percibir la influencia de rasgos de personalidad tan
negativos, como el de nuestra incoherencia, el de nuestra ironía, nuestros
rencores, nuestra ignorancia, nuestro decoratismo y, en el fondo, nuestra
pobreza sentimental.Ante ello, queda por emprender el reto de ver qué nos ha pasado en lo
más profundo, como nación, y no son pocas las preguntas que esperan por una
respuesta orgánica, no ideológica, sino realista, que tenga muy presente a la
naturaleza integral de la persona humana, como motor y motivo, y fuente esencial
de análisis de nuestra situación y de nuestra vida
social.
En un próximo artículo, me propongo empezar a ensayar el esbozo de una
propuesta de historia clínica de nuestro país.Ello, a partir de
una inquietud que he tenido desde hace tiempo, pensando en el Perú, como un ser
nacional, cuya situación de salud, en el más amplio sentido de la palabra,
aunque suene reiterativo, es necesario conocer para así poder enfrentar las
causas de nuestros males.