Sexo femenino y terrorismo selectivo - por Luis Hernández Patiño
Sexo femenino y terrorismo selectivo
Por Luis Hernández Patiño
La quema y posterior muerte de mujeres que estamos observando en
nuestro país merece todo nuestro repudio e indignación; pero, también nos exige
plantearnos diversas preguntas que tienen que ser respondidas, sin hacer ningún
tipo de concesión orientada a no quedar mal con lo políticamente
“correcto”.Lo primero que debemos interrogarnos es si a caso estamos ante una
tendencia criminal repentina y espontánea, y al respecto, yo pienso que
no.Desde mi percepción, no es que unos cuantos
desalmados habrían actuado como lo han hecho, quemando a alguna mujer, por su
cuenta, por un tema de iniciativa propia de carácter coincidente.¿Qué es lo que entonces puede estar aconteciendo entre
nosotros?
Una
pequeña hipótesis personal de interpretación:
No en vano nuestro país ha pasado por tantas cosas; no por gusto hemos
acumulado una muy dolorosa experiencia de vida, sobre todo luego de lo que nos
tocó padecer en los violentos años ochenta. Partiendo de ello,
considero que hoy no deberíamos desestimar
ningún tipo de escenario, comoposibilidad, al momento de
interpretar lo que viene sucediendo.En
tal sentido, yo pienso que podríamos estar ante la ejecución de un premeditado
plan de tipo terrorista.En concreto, el hecho de atacar a
mujeres, quemándolas, sería la manifestación de una nueva modalidad de
terrorismo selectivo.
Un
paralelo en el tiempo:
Hoy, las mujeres representarían uno de aquellos blancos que las torres
de alta tención representaban en los años ochenta.Por lógica, el ataque a las mujeres es más
impactante que el hecho de derrumbar una torre y producir un apagón, como
aquellos que los mayores padecíamos por aquel entonces.
Algo
que destacar:
La tibieza con la que los y las izquierdistas hoy reaccionan ante los
asesinos de mujeres, negándose a que se les dé la pena de muerte, me hace
recordar la actitud, la tímida o suave actitud, con la que esos y esas
izquierdistas reaccionaban frente a los terroristas en los años ochenta.O sea pues, aquí
no hay un firme propósito de rechazo y condena que vaya más allá de las puras
palabras y de los gestos poseros que se pueden apreciar en esas marchitas de
clase, en las que reina la desfachatez por decir lo
menos.
En
el fondo del asunto:
Hay toda una ingeniería social que apuntaría a algo bien concreto:
exacerbar el ánimo de enfrentamiento, división y ruptura de
relaciones entre las mujeres y los hombres, integrantes de los dos sexos
naturales.En buena cuenta, lo que se busca es empujar a una
abierta lucha de sexos.Sí, efectivamente, lo que hoy se
propugna es la lucha de sexos, promovida por la ideología de
género.
La
limitación ideológica:
Pero en la práctica la ideología de género no va más allá de ser un
nuevo tipo de opio intelectual, un alucinógeno anti científico, con pretensiones
historicistas, que se consume entre algunas personas
con problemas de disforia, tanto en el ámbito de la pequeña burguesía, como
en algunos sectores de la aristocracia.De hecho, esa ideología no cala
entre las mujeres de los sectores populares. Entonces la pregunta cae de madura:
¿Qué hacer con las mujeres de esos sectores?Y la respuesta parece darse en lo
que hoy estamos viendo: Hay que aterrorizarlas en la forma más violenta posible
y reducirlas, hasta lograr que ellas apoyen los planes de quienes al final, y en
el fondo, no necesariamente están buscando la igualdad de oportunidades entre
hombres y mujeres, sino el igualitarismo que permita fomentar las condiciones
para un nuevo colonialismo económico de corte
totalitario.
Una
sugerencia:
Frente a la violencia que viene dándose en nuestra realidad, hay dos
ámbitos en los que se debe operar ya.Por una parte hay que proceder con todo el rigor
que sea posible, para disuadir a los malhechores, y por otra, hay que
desinfectar a nuestra educación del más mínimo vestigio de la ideología de
género.¿Por qué?Porque entre otras cosas, esa nefasta ideología busca destruir a la
familia que, como institución natural, representa un escollo, un gran obstáculo,
para los depravados (“grandes académicos europeos y norteamericanos)” y sus
seguidores, quienes pretenden que la perversión sea la partera de una dizque
nueva sociedad.