Romero Paoletti: Bolivia nos encanta; hicimos negocios que son buenos para nosotros y para el país
Directivo. El CEO del Grupo Romero es uno de los empresarios
con mejor reputación en Perú. Bajo su liderazgo ha transformado el Banco de
Crédito de Perú y también firmó importantes adquisiciones, entre ellas Mi
Banco.
Entrevista de Carla Paz Vargas para El Deber de
Bolivia
Dionisio Romero Paoletti (53) es director corporativo (CEO) del
Grupo Romero, una transnacional con presencia en más de 20 países y reconocido
como uno de los grupos económicos más importantes de Perú.
El máximo ejecutivo del holding es la cuarta generación de la
familia. Dicen que su serenidad y pericia para los negocios los heredó de su
bisabuelo Calixto Romero Hernández, un joven español que en 1888 llegó a
Catacaos, distante 8,5 km de Lima, y se dedicó primero a la venta de sombreros
de paja toquilla. Con la segunda generación se pasó a la actividad agrícola y en
la década de los 50, Feliciano del Campo Romero participó en la fundación del
Banco Continental y adquirió parte de las acciones del Banco Italiano (hoy Banco
de Crédito del Perú, BCP).
El Grupo Romero cuenta con cerca de 20 empresas de diversos
sectores. Este año compró las industrias aceiteras Fino y ADM SAO, que operan
en Santa Cruz de la Sierra. La semana pasada EL DEBER fue parte de una
delegación de periodistas invitados a Lima por el Grupo Financiero Credicorp.
Dionisio Romero ingresó en la sala del imponente edificio que el banco tiene en
La Molina para hablar con fluidez de banca, agricultura, industria y logística.
Cuenta que vivió dos años en Bolivia mientras dirigía la aceitera Fino.
¿Podemos conocer los detalles de la compra de las
industrias aceiteras Fino y ADM SAO? Sí, llegamos a un acuerdo con
Alicorp. Fino era de la familia Romero, Alicorp es parcialmente del Grupo
Romero, pero vimos que había mucha sinergia para que se manejaran de manera
conjunta. Entonces, llegamos a un acuerdo, Alicorp adquirió Fino y Fino ya tenía
un contrato con ADM SAO para comprar sus instalaciones en Bolivia. Entonces, la
transacción fue un poco complicada, pero se está llevando a cabo. Faltan algunos
permisos en el caso de ADM SAO y cuando se obtengan, entonces Alicorp hará la
fusión de Fino con ADM-SAO.
Una queja recurrente de las industrias aceiteras en
Bolivia es que operan a un 60% de su capacidad, ¿tomaron en cuenta
ello? Lo que pasa es que la industria aceitera hizo inversiones
importantes en ampliar su capacidad para seguir el ritmo de crecimiento que se
pronosticaba en la producción de soya, pero en los últimos años ese crecimiento
agrícola se ha ralentizado. Entonces, todavía hay una capacidad instalada
superior a la oferta de grano. Ahora, lo que quisiéramos los productores y los
industriales, ambos, es que se aumente la producción.
¿Qué sugiere que se debe hacer para aumentar la oferta
del grano? Puede ser de varias maneras, pero las dos más
importantes son que se extienda el área agrícola o cambiando las áreas ganaderas
por agrícolas, pero también puede ser una mejora en la productividad de los
campos. Hoy por hoy, las áreas agrícolas dan un promedio de 2 o 2,2 toneladas
por hectáreas, que no es muy alto si uno lo compara con países como Brasil,
Paraguay y Argentina. Esto por varias razones, unas que no son controlables como
la calidad de la tierra o las lluvias, pero otras que sí, como las nuevas
tecnologías en semillas. En la medida en que Bolivia apruebe nuevas semillas
resistentes a diferentes plagas, diferentes condiciones agronómicas, exceso o
falta de aguas, hará que la producción aumente. Además, el uso de fertilizantes
o pesticidas disminuye, lo que es beneficioso para los agricultores,
industriales y ecologistas.
¿Perú consume mucho aceite boliviano?
Viene algo de aceite crudo y de harina de soya, que es muy bien
vista en Perú por su proteína y tiene una distribución muy amplia. Se utiliza
para alimento balanceado para pollos, cerdos, entre otros.
¿Cómo ve la oportunidad de hacer negocios en
Bolivia? Bolivia nos encanta. Hemos participado en Bolivia desde la
década de los 70, siempre nos sentimos bienvenidos ahí. Pudimos hacer negocios
que son buenos para nosotros y también para el país porque generamos empleo para
muchas personas, producimos productos de buena calidad y pagamos nuestros
impuestos. Creo que ha sido una relación muy buena, insisto en que siempre nos
hemos sentido bienvenidos y, en tal medida, queremos seguir invirtiendo en el
país.
¿Hoy es más interesante que antes invertir en el
mercado boliviano? Yo diría que igual. Siempre ha tenido potencial,
siempre fue un país con mucho crecimiento y vemos que eso se va a mantener en el
futuro.
¿Qué otros planes de inversión tienen en
Bolivia? Queremos crecer en seguros y fondos de inversión, ambos
tienen mucho potencial. En el sector de la banca está difícil por dos razones:
uno es por la ley, que es muy limitante y un porcentaje se tiene que ir
necesariamente a vivienda social o crédito productivo. Entonces, en la medida en
que uno va llegando a los índices que exige la ley es cada vez más complicado
encontrar clientes que califiquen bajo esa norma, lo que hace que el crecimiento
sea cada vez más lento. No se encuentran los clientes y, básicamente, hay que
arrebatárnoslo entre los bancos.
¿Están pensando en invertir en otras áreas de
negocio? Por el momento, no. Las áreas de negocio en las que
estamos son bastante amplias, entonces dentro de ellas estamos creciendo.
Manejan también el sector de logística interna con la
firma Ransa Bolivia… ¿cómo les va? Sí, queremos crecer en logística
interna con Ransa Bolivia. Así como con la compañía Alpasur, que también es
nuestra (Grupo Romero) y que lo que hace es apoyar a los exportadores e
importadores bolivianos para sacar su carga principalmente por puertos peruanos.
Obviamente por Matarani, el puerto que administramos nosotros.
También están las compañías del Grupo
Credicorp…
En las empresas del Grupo Credicorp no solo está el Banco de
Crédito BCP en Bolivia, sino también Credifondo, Credibolsa y Crediseguro, que
dan toda una serie de servicios financieros y de seguros. Y el objetivo con
Alicorp, que manejará la fusión de las aceiteras, es que quiere crecer, para
ello fue la compra.
Hablando del Banco de Crédito BCP, ¿por qué se
atrasaron en la construcción de su torre corporativa proyectada en Santa
Cruz?
Me voy a remontar un poco atrás. Inicialmente es porque estamos
discutiendo si nuestra sede debería estar en Santa Cruz o La Paz. Una vez
definido eso, el otro tema era dónde y luego tuvimos una serie de conversaciones
sobre cómo usar mejor ese terreno tan bien ubicado, tan lindo que tenemos.
Entonces ¿cambiaron los planos? Sí, el
primer proyecto era una arquitectura totalmente distinta. Es difícil de
describir con palabras, pero en fin, no era tan alto, sino más extendido y vimos
que no era un buen uso del terreno. Entonces, hubo un cambio de proyecto y eso
es lo que hizo que demorara la inversión.
¿Es cierto que están trabajando con el grupo del
empresario Samuel Doria Medina? Entiendo que se está contratando
una empresa constructora, no recuerdo el nombre, pero de prestigio para que haga
la obra y comparta el riesgo con nosotros. El objetivo es que nos quedemos con
cierto número de pisos para nuestro uso y se utilicen los demás para otros
fines.
El Banco Central de Bolivia acaba de cambiar el cálculo
de la Tasa de Interés de Referencia (TRe), ¿cómo impacta eso a la
banca? Nos ha sorprendido realmente y creemos que es una
equivocación; porque si bien dicen que el cambio es hacia adelante, en realidad
todos los bancos tenemos contratos muy largos basados en una calificación de la
TRe diferente.
Este cambio haría que se nos desfase la utilidad y podríamos
tener pérdidas importantes con esta nueva metodología. Mi sugerencia sería que
haya dos sistemas de cálculo, algunos créditos con la TRe anterior y los nuevos
con la nueva, pero esto tendríamos que hablarlo con la Superintendencia de
Bancos y Entidades Financieras para saber si está de acuerdo con este cambio o
algún otro.
Dionisio Romero P.
Es director corporativo del holding Grupo Romero. Estudió
Economía en la Universidad de Brown y tiene un MBA en la Universidad de
Stanford. Tiene 53 años. ¿Su mayor virtud? La perseverancia. ¿Su peor defecto?
“No tengo paciencia y no tengo muy buena memoria. Yo valoro mucho el tiempo y,
muchas veces, los negocios se tienen que dar en el momento”. Su aprendizaje se
desarrolló en varios negocios de la familia.