¿QUÉ HAY POR CELEBRAR ESTA NOCHE? Por Luis Hernández Patiño
¿QUÉ HAY POR CELEBRAR ESTA NOCHE?
Por Luis
Hernández Patiño
A los
peruanos nos gusta festejar.Conocidas son aquellas jaranas de antaño que, según
cuentan, duraban más de tres días.No hace mucho, nuestra gente estuvo
celebrando la renuncia de PPK, y también se festejó los triunfos de la selección
de futbol.
Pero al leer las noticias, sobre los más recientes acontecimientos, me
hago la pregunta: ¿Qué hay por celebrar esta noche?Porque debemos ir al fondo de lo que nos está
ocurriendo como país, y descubriremos que están sucediendo cosas que no son, ni
pueden ser para nada, motivo de celebración alguna, sino de profunda
indignación.
Por dar un ejemplo, yo siento que, después de tanto esfuerzo y luego de
tanto trabajo para liberar al Perú de todo lo que sufrimos en los años ochenta,
las hordas terroristas se están saliendo con la suya, en términos jurídicos,
gracias a todos los que, en mi opinión, se encargaron de traicionar aquello que
se dio en llamar: “La transición democrática”.Así pues, los
malhechores terroristas, esos tipos que nunca debieron dejar las cárceles, ahora
se sienten triunfadores.¿Tendríamos que celebrar con
ellos?No, simplemente no.
En el Perú no hay nada que pudiera ser motivo de fiesta.Viene a mi mente aquella canción Las Torres, de los
No Sé Quién y Los No Sé Cuántos.Sí, me parece estar escuchando esa
canción, pero no porque me den ganas de bailar sino porque me da quehacer todo
lo que ha pasado desde aquel 1992, cuando la mencionada canción se puso de
moda.
El Perú, en esos tiempos, era efectivamente una torre derrumbada.Más propiamente
dicho, era una torre que había sido históricamente derrumbada por la acción de
grupos minoritarios de mercantilistas de derechas e izquierdas, que acapararon
al estado para ponerlo a su servicio.
Pero entonces, con esfuerzo y gran sacrificio, el país se dedicó a
enderezar aquella torre que a todos nos pertenece.Aunque algunos no les guste, los años noventa sí
representaron una gesta heroica de reconstrucción, lo que no quita que sí
hubieron errores en la conducción y en el proceder político de nuestros
dirigentes.
Los terroristas dejaron de tener la posibilidad de seguir balanceándose
sobre “La torre derrumbada”.Nuestra economía se comenzó a encarrilar, y no es
poco lo que se podría seguir anotando a modo de logros que se fueron
dando.
Pero, al cabo de unos años, los terroristas fueron remplazados por otro
grupo no menos nefasto.Así, hoy podemos ver cómo un lobista se balancea
sobre una torre, que podría volver a derrumbarse, pero como nota que esa torre
todavía resiste, le pasa la voz a otro camarada financista, y entonces ya son
dos, y luego tres los lobistas que se siguen balanceando, sin ninguna
preocupación por lo que a nuestro país le pueda suceder.
¿Qué hay pues por celebrar esta noche?Para mí
nada.Aquí no hay fiesta que tenga realmente un sentido
de triunfo para la sociedad peruana.Tal
vez los grupos de dominio fáctico disfruten de algún coctktail party, pero los
hombres y mujeres de a pie, entre los que se encuentran aquellos mozos que
atienden en las grandes comilonas de lujo, tendremos que esperar el mensaje del
presidente del consejo de ministros, y tampoco pienso que entonces haya mucho
por celebrar.
Yo percibo que los últimos cambios, producidos en las esferas del
poder, no representan ni más ni menos que la instauración de la segunda fase de
un mismo gobierno.Lo interesante, y lo que yo quisiera, sería que esta segunda fase sea
capaz de realizar lo que el gobierno no hizo en la primera, y en realidad no es
poco lo que está pendiente como agenda histórica.
Por lo pronto, es necesario dejar de lado a todos los funcionarios que
promueven la implementación del enfoque de género y que han tenido luz verde en
el terreno político, durante el periodo de PPK.El Perú tiene el
derecho natural a una educación y a una salud, que no tome a la persona humana
como medio para beneficio de poderosos intereses financieros, sino como fin y
receptor supremo de los beneficios que el estado debe brindarle, a la persona
humana justamente, por un tema de obligación también natural antes que
ideológica.
Hay mucho por corregir y un largo trecho por recorrer para encontrar un
real motivo de celebración.Al respecto, hago votos por que no nos salgamos del
camino económico, por el que hemos venido andando, al cual le suelen llamar “el
modelito”, en una forma despectiva, dejando de lado lo que sí hemos conseguido
dejar atrás en cuanto a pobreza.Pero recordemos que lo económico no
es todo, y por eso hago énfasis en la orientación de la salud y la
educación.Cuando nuestro estado demuestre con hechos que sí
está a la altura de la majestuosidad de la persona humana y de su naturaleza,
entonces sí sobrará motivo para hacer fiesta.