¿Por qué los peruanos votamos mal? - Un artículo de Juan Manuel Salinas Guerra.
¿Por qué los peruanos
votamos mal?
Un artículo de Juan Manuel Salinas Guerra.
Una verdad, que incluso es avalada por el investigador Robert Cooter en
su trabajo The Strategic Constitution, es que no existe un incentivo económico
para votar. Es más, en el caso de los peruanos, la obligatoriedad del voto
vuelve incluso oneroso su cumplimiento, por ejemplo para aquellos que viven
fuera de donde deben votar.
Si no existe un incentivo para votar, con menor razón lo hay para estar
enterado acerca de los candidatos por lo que los ciudadanos tendemos a saber
poco acerca de ellos. En la última elección municipal, si usted vivía en el
distrito de Casa Grande (provincia de Ascope, departamento de La Libertad), tuvo
que escoger entre veinte listas electorales en cuyo caso, si de realizar un voto
informado se trata, hubiera tenido que analizar veinte planes de gobierno y más
de 150 hojas de vida lo cual hubiera resultado muy caro en términos de tiempo y
recursos.
Pero usted quiere votar bien, por lo que usa alternativas más baratas
para informarse como preguntarle a sus familiares y amigos más informados o
confiar en los medios de comunicación. Descarta la investigación propia, a pesar
que le daría más información, simplemente porque es muy caro hacerla. Alfredo
Bullard en su libro de recopilación de artículos “Políticamente Incorrecto”,
señala que el beneficio de votar bien es casi inexistente para un votante. Hay
solo una situación en la que su voto tiene un sentido: cuando la elección se
define por un voto. En todos los demás casos su voto es intrascendente porque no
cambia el resultado.
Si casi no existen ni incentivos ni beneficios individuales por votar
bien, los costos de una mala elección al ser repartidos entre gran cantidad de
personasafectan poco –en términos relativos- a cada individuo. El “mal trabajo
o robo” de un político es una externalidad no internalizada, pagada por la
sociedad como un todo. A diferencia de un robo personal, el robo de un político
afecta a todos, lo que, en el sentido pragmático de nuestros días, significa que
no afecta a nadie. Sin incentivos para “votar bien” y sin consecuencias por una
mala elección, a los peruanos no nos importan las consecuencias de un deber y un
derecho que debería servir para que los mejores ciudadanos sean los que nos
gobiernan.