Los Grammy Latinos se rinden a ‘Despacito’ y reivindican Puerto Rico
Despacito es el producto del año de la música latina. Una vez resuelto esto,
la 18ª edición de los Grammy Latinos, celebrada este jueves en Las Vegas, fue un
interesante contraste de dos versiones de Puerto Rico, de la música latina y
hasta de la cultura en general. El megaéxito bailable de Luis Fonsi logró un
total de cuatro grammys, incluido canción del año. René Pérez, Residente, el más
nominado de la noche, se fue con dos grammys dentro de la categoría de música
urbana por su primer disco en solitario, una exploración de dos años en la que
ha buscado los sonidos de los lugares que componen su ADN. Y además, Rubén
Blades se elevó desde la salsa para recoger el premio al disco del año.
Fonsi y Pérez, más el premio honorífico a Lin-Manuel Miranda, multipremiado
creador del musical Hamilton, convirtieron estos premios en los Grammy de Puerto
Rico. En septiembre, la isla ha sido arrasada por el huracán María. Todos ellos
se han comprometido a ayudar a la isla y reivindicar un mejor trato por parte de
Estados Unidos.
Se recordará de estos premios también la cara de verdadero pasmo de Rubén
Blades al recoger el premio al disco del año por Salsa big band. Había recibido
ya el premio en su categoría, pero no estaba en las quinielas para ganar en la
categoría general, sobre discos como Residente o el ganador del los discos de
pop, El dorado, de Shakira.
El panameño Rubén Blades se lleva un Grammy cada año, haga lo que haga. Lo ha
conseguido por trabajos en los que ha explorado todos los géneros de
Latinoamérica. En esta ocasión, arrasó por encima de sus expectativas por un
álbum de salsa. Prometió para el año que viene un disco de son cubano de los
años 20 que va a cantar a través de un alter ego, Meodoro Madera, un cubano de
92 años que canta a través de él. Preguntado qué clase de música le queda por
hacer, Blades dijo: “En apache y en chino”. Parecía en serio.
René Pérez, Residente, hizo una crítica de la cultura de lo viral y lo
instantáneo al recoger el segundo grammy. “El arte no tiene que ver con cifras.
Los músicos no somos números, ni cifras ni datos. Hacemos cosas que sentimos y
las echamos al medio. Dejen de hablar de millones de visitas y hablen de quién
hizo la música, de los productores”.
Después ante la prensa, elaboró esta reflexión. Pérez quiso dejar claro que
de ninguna manera pone en duda la calidad artística de Despacito o de Luis
Fonsi, a quien calificó como un gran artista. “Hay un público para todo”, dijo.
Es la obsesión por los números, las visualizaciones, los likes, lo que parece
incomodar al artista portorriqueño. Lo comparó con las redes sociales: “Me
parece obsceno que hoy en día alguien que tiene un millón de seguidores en
Instagram porque enseñó las bolas es mas relevante que alguien con 5.000
seguidores que esta diciendo cosas importantes”.
Fue una gala de actuaciones poderosas, especialmente las de los dos artistas
principales. Empezó con Residente reivindicando a los Hijos del cañaveral con
una espectacular puesta en escena. Acabó con Despacito, tocada primero con un
cuatro portorriqueño, después como un éxito bailable con Bomba Estéreo, de nuevo
melódico con Víctor Manuelle, y terminó remezclado todo por el DJ Diplo. El
momento de transformación e impacto en la cultura general que vive la música
latina quedó perfectamente reflejado en una gala de los Grammy Latinos.
Despacito ha sido algo más que un éxito este año. Es el vídeo más visto de la
historia de YouTube y el mes pasado superó los 4.000 millones de
visualizaciones.
La chilena Mon Laferte recogió al borde de las lágrimas el primer Grammy de
su carrera por Amárrame, como mejor canción alternativa. El mejor álbum de
música alternativa fue Jei Beibi, de Café Tacvba. El mejor álbum de rock, La
gran oscilación, de Diamante Eléctrico. El mejor álbum folclórico, Musas, de
Natalia Lafourcade, un homenaje de la mexicana a la música tradicional
latinoamericana en el que se ha embarcado este año y del que promete una segunda
parte. Y el mejor álbum pop-rock, Mis planes son amarte, de Juanes. Ninguno de
esos fue el mejor disco del año. Tampoco Residente, el mejor de música urbana y
el más nominado de la noche.
El otro gran triunfador de la noche fue Vicente García. Con el disco A la
mar, que "celebra la dominicaneidad", dijo, se llevó tres Grammys, al mejor
cantautor, al mejor nuevo artista y a la mejor canción de estilo tropical. Este
discípulo de Juan Luis Guerra firma un debut excepcional con los premios de este
jueves.
Un año de reguetón y de fenómenos virales que están cambiando a toda
velocidad la música latina, brillaron también otros titanes veteranos además de
Blades. Andrés Calamaro, que se llevó el tercer Grammy de su carrera (mejor
canción rock, La noche), entró en la sala de prensa y dio una conferencia. “Los
Grammy Latinos cumplen la mayoría de edad y yo llevo 39 años haciendo discos.
Los tengo en el sitio más importante de mi casa que es donde están los equipos
para escuchar música”. Básicamente, está rodeado de intérpretes que han crecido
ya con estos grammys, que para él son como un “hermano pequeño”. Para el año que
viene, prepara un disco de duetos en el que “los nombres más importantes de la
música latina” van a cantar sus canciones. Dejó clara su preferencia por
Residente para la noche.
Y, por supuesto, Alejandro Sanz. Después de una gala que recibió grandes
elogios el día anterior, Sanz volvió a subir al escenario como Persona del año.
El madrileño ha sido el homenajeado de 2017 por la industria de la música
latina. En su actuación, logró un momento de impacto al salir a cantar con un
grupo de dreamers, jóvenes indocumentados que no conocen otro país más que
Estados Unidos y cuyo futuro está seriamente amenazado por el actual Gobierno.
Cuando interpretó Corazón partío, fue como un recordatorio de cómo se hacía un
éxito viral, sin streaming y sin móviles.