En busca de los ingresos (y del tiempo) perdidos por Juan Carlos Odar
En el siglo XIX, una vez que se disiparon los efectos de la bonanza temporal
generada por el guano, la presión tributaria volvió a sus niveles previos
(alrededor de 5% del PBI). Unos 150 años después, la historia se repite con la
minería.
En efecto, la recaudación tributaria del Gobierno general (esto es, sumando
Gobierno nacional y gobiernos locales) viene cayendo desde el 2012, cuando
alcanzó 17.3% del PBI, hasta el dato anualizado en junio: 13.3% del PBI. Es
probable que esta siga cayendo y cierre el año alrededor del 13% del PBI. Es un
detalle notable ya que los ingresos tributarios previos al reciente boom minero
bordearon justamente dicho nivel. Dicho esto, centrémonos en el Gobierno
nacional -pues en términos relativos los ingresos de los gobiernos locales se
han mantenido estables- y comparemos la presión tributaria en el periodo 2002-03
(12.9% del PBI) con la de junio del 2017 (13% del PBI). Si nos fijamos solamente
en la recaudación bruta, Renta, IGV, ISC, aranceles y otros impuestos (ITAN,
ITF, Impuesto Especial a la Minería, entre otros) generaron juntos a junio de
este año una presión tributaria de 15.4% del PBI, mientras que en el 2002-03
esta fue de solo 14.5% del PBI.
¿Qué explica entonces que la recaudación total en ambos periodos sea la
misma? Las devoluciones. En efecto, estas ahora se encuentran en su nivel máximo
histórico, representando 2.6% del PBI, frente a 1.5% en el 2002-03 y 1.8% del
PBI en promedio en el periodo 2000-2016. Los mayores montos se concentran en
devoluciones por exportación, pagos en exceso o indebidos y el beneficio de
restitución arancelaria (drawback, cuya tasa se incrementó de 3% a 4% el año
pasado), que además son los que más se han incrementado respecto al año
pasado.
En resumen, una primera mirada nos sugería que la capacidad de generar
recursos fiscales estructuralmente, sin depender de choques externos o exógenos,
no había mejorado a pesar del reciente impulso coyunturalmente obtenido gracias
a la minería. Como en el caso del guano, siglo y medio después el Estado tampoco
pudo aprovechar el impulso minero para generar una fuente sostenible de mejora
en la recaudación. Un segundo vistazo, incluso considerando que las tasas de
devolución se hubiesen mantenido constantes, sugiere además que -ante la falta
de una política que promueva el cumplimiento de obligaciones tributarias entre
quienes no pagan impuestos- se opta por ejercer una presión excesiva sobre los
contribuyentes ya identificados.