La intermediación política - Por Juan Carlos Valdivia - EL MONTONERO
Columna
La intermediación política
16 de Mayo del 2017
La tecnología
y los cambios en la representación política
Se
ha generado cierto debate alrededor del programa de televisión del presidente
Kuczynski. Algunos critican esta iniciativa por la reminiscencia de situaciones
similares recientes en países donde la democracia no es precisamente un valor,
como Venezuela o Ecuador. Lo cierto es que se trata de un cambio producido en
nuestras sociedades respecto a la intermediación política; proceso que debe
revisarse pues afecta la organización del sistema político y exige rediseñar las
políticas de comunicación gubernamental.
Hace
cien años, para que el diputado por la provincia de Castilla en Arequipa llegara
al Palacio Legislativo tomaba un par de días a caballo hasta la capital del
departamento, de ahí se debía tomar un tren al puerto de Mollendo, para después
subirse a algún barco que tomaría unos cuatro días en llegar al Callao; y de ahí
tomar un auto hasta Lima. Es el mismo tiempo que demorarían las informaciones en
llegar de la capital a cualquier provincia. Entonces el papel del representante
político era fundamental. Hoy los avances tecnológicos han hecho que la
comunicación sea inmediata, directa, sin intermediarios.
Antes
había una necesidad de pertenencia a colectivos para fortalecer la capacidad de
comunicarse con el poder. Esto generaba además un sentido de identidad. Hoy los
ciudadanos son autónomos, independientes y gracias a la tecnología pueden
afirmar esa identidad. Los partidos eran necesarios no solo para organizarse
para lograr el poder, sino también para transmitir las necesidades de la
población. Eran las cadenas de representación que hoy han sido reemplazadas por
el contacto directo que permiten las nuevas tecnologías.
Esto
debe llamarnos a reflexión: ¿la nueva legislación de partidos políticos
considera estos cambios producidos en la sociedad? ¿Considera además la
velocidad con que vienen produciendo estas transformaciones? Los saltos
tecnológicos se producen cada vez en menor tiempo. En los últimos veinte años
hemos pasado del uso intensivo del correo electrónico y el chat a las video
llamadas, la trasmisión en vivo y las redes sociales; de la computadoras
personales a las laptops
a los teléfonos inteligentes y las tablets.
Cuando
el presidente se plantea la necesidad de participar directamente en la
comunicación de los actos de su gobierno no hace sino reconocer que estamos en
una sociedad que está permanentemente cambiando sus paradigmas de interacción.
Si la forma usada por el presidente es la correcta, lo veremos en las siguientes
semanas.
Pero
lo que debe preocuparnos, a la hora de diseñar la nueva estructura de
representación política, es la forma como se viene organizando la sociedad. Por
ejemplo, la bicameralidad. Si bien es cierto que mientras más controles tenga el
poder será mayor garantía para evitar autoritarismos, nuestros congresistas
debieran pensar en mecanismos que consideren la participación ciudadana directa,
o que obliguen a los congresistas a mantener una relación directa y permanente
con sus electores.
Si
se busca reproducir organizaciones políticas propias del siglo pasado, sin
considerar las transformaciones sociales que producen los cambios tecnológicos,
no estaremos legislando para el futuro, sino para el ayer.