BICAMERALIDAD EN TIEMPOS DE CAMBIO - Por JUAN CARLOS VALDIVIA - EL MONTONERO
Columna
BICAMERALIDAD EN TIEMPOS DE CAMBIO
10 de Enero del 2017
Lo que está en revisión es quién y cómo
intermedia la voluntad ciudadana
El
debate sobre la bicameralidad regresa a la discusión política cuando el país se
enfrenta a un proceso por casos de corrupción que debe afectar la presencia de
varios actores políticos con cierto protagonismo.
Los
miembros de la escena política vienen renovándose cada cinco años sin lograr
reorganizar un elenco estable. Los partidos políticos que existían en el siglo
pasado pasan por serias dificultades para sobrevivir. Acción Popular ha
recuperado un aire, el PPC va camino a la extinción y el Apra no logra superar
la omnipresencia de Alan García. La izquierda se renueva producto del paso del
tiempo, pero sin abandonar su estilo cainita. De los nuevos emprendimientos, el
fujimorismo parece el más estable, seguido de APP, mientras dure el
financiamiento de César Acuña. Lo de PPK no parece ser capaz de sobrevivir este
lustro. Pero, ante el advenimiento de los fondos públicos para los partidos
políticos con representación en el Parlamento, las movidas por la captura del
poder se han multiplicado en los partidos interesados. Vemos disputas en la
izquierda, en Acción Popular, en el Apra.
Más
allá de una o dos cámaras, está entonces en revisión quién y cómo intermedia la
voluntad ciudadana. Si bien formalmente los partidos deben manejar la
intermediación entre el ciudadano y el poder, en este siglo (ante la debilidad
de los partidos) hemos visto cómo han aparecido nuevos actores que asumen la
intermediación —como los famosos Frentes de Defensa—, que pasan incluso por los
medios de comunicación hasta llegar, gracias a Internet, a una suerte de
democracia directa, sin intermediarios, como sucede en las redes
sociales.
Como
ya se ha afirmado, la población electoral está subrepresentada. Desde la
Constitución de 1993 se ha instaurado la idea de rebajar los costos de la
representación, y ese es el criterio (el presupuestal) para proponer una sola
cámara. Décadas antes, en la Constitución de 1933, frente a la arremetida del
comunismo internacional se buscaron formas alternas de representación, como el
Senado funcional; es decir una representación corporativa de gremios distinta a
la de los partidos que conformaban la cámara de diputados. Nunca se logró
plasmar.
¿Qué
criterios deberían evaluarse? El poder siempre requiere control: mientras más
contrapesos, más garantías para los ciudadanos. La representación debe poder
identificarse. Los ciudadanos debemos saber quién es nuestro representante, por
eso los distritos uninominales ayudarían además a deshacernos del voto
preferencial que tantos problemas nos ha traído. El ciudadano debe mantener
relación con su representante: mecanismos que hagan obligatoria la relación con
los ciudadanos a través de asambleas (físicas o virtuales), comunicación
electrónica y otras alternativas. Necesitamos partidos y no organizaciones para
usar y botar, instituciones que tengan una propuesta de país y una voluntad de
permanencia en la vida nacional.
Se
vienen tiempos de cambios profundos y dramáticos. Es el momento de construir
sobre lo que está a punto de derrumbarse.